martes, 6 de agosto de 2019

Mirar mucho, ver un poco

Creo que he escrito al menos en siete ocasiones sobre la transfiguración de Jesús en este blog. Para encontrarlas, basta teclear la palabra “transfiguración” en el buscador interno que se encuentra en la columna derecha de la página principal. Automáticamente aparecen todas las entradas que tratan sobre el tema. Debería escribir una vez más sobre él porque hoy celebramos la fiesta de la Transfiguración del Señor, pero este año no lo voy a hacer. O, por lo menos, no voy a hacerlo de manera directa. Quiero comprarme un libro que acaba de publicar Ana María Schlüter, una mujer por la que nutro admiración y simpatía, aunque nunca me he encontrado con ella. El libro en cuestión se titula ¿Por qué unos ven y otros miran y no ven? La editorial San Pablo lo presenta así: “El anonimato de cualquier ciudad. Barrios obreros. Jóvenes, marginales y marginados en muchos casos, con poco arraigo social. Escaso bagaje cultural y una relación casi anecdótica con el hecho religioso. ¿Pueden entrar Dios y la fe en esta ecuación? La religiosa y maestra zen Ana María Schlüter ha hablado con 13 jóvenes de 16 a 19 años para indagar cuáles son sus preocupaciones y anhelos; para saber qué ocupa su alma. Las conversaciones, profundas y certeras, dan paso a una serie de reflexiones sobre cómo ayudar a los adolescentes a encontrar su camino en medio de contextos no siempre fáciles”.

Cuando acabe el taller que estoy impartiendo en El Escorial me tomaré unos días de vacaciones. Entraré en contacto con otras personas. Algunas serán mis amigos de toda la vida; otras serán nuevas. Siempre se producen muchos encuentros fortuitos durante el verano. Es probable que tenga conversaciones con jóvenes buenos, simpáticos, que “pasan” (no sé si todavía se utiliza este verbo ochentero) de lo religioso. Me preguntaré una vez más lo que me pregunto con frecuencia: ¿Por qué unos ven y otros miran y no ven? Podría responder de manera apresurada que casi todo depende de la educación, pero, aunque estoy convencido de su importancia, la respuesta no me satisface. Hay chicos educados desde niños en la fe católica que han abjurado de ella y otros, que no han recibido ninguna educación religiosa, que se hacen bautizar con más de 20 años. ¿Tendrá que ver la fe con el nivel académico o cultural? No veo clara la correlación. Hay jóvenes universitarios que creen y jóvenes con estudios primarios que no experimentan ningún interés por la fe. La realidad es más compleja que cualquier aproximación sociológica o filosófica. En el fondo, nunca sabemos bien qué es lo que a unas personas les impulsa a creer y a otras las mueve a no hacerlo. A veces, los mismos hechos producen resultados opuestos. Para algunos, por ejemplo, los recientes escándalos de la Iglesia constituyen un obstáculo insalvable para creer en Dios. Para otros, por el contrario, la fragilidad de los sacerdotes es un acicate para comprender que la fe va más allá de las personas e instituciones eclesiásticas y no depende de los  ministros.

La fe es, en el fondo, una experiencia de transfiguración. Consiste en ver en cualquier realidad, por insignificante que parezca, un plus de realidad. Atisbar la huella de Dios en la trama de la vida. No hace falta salir de la vida para encontrarse con el Dios de la vida. Lo que hace falta es aprender a verla en profundidad, a leerla, a descifrarla. El problema es que muchos miran y no ven. Todo les parece opaco, un montaje demasiado humano como para intuir que, más allá, hay una realidad que nos supera. Cuando escuchamos la voz de los místicos, caemos en la cuenta de que creer no significa tanto encontrar algo o alguien sino “ser encontrados” por una Presencia que, siendo más íntima a nosotros que nosotros mismos, nos desborda por todas partes. 

¿Es posible abordar estos asuntos entre cerveza y cerveza? No lo excluyo, pero no es nada fácil. El tiempo se nos va en otras cuestiones más banales. Y, sin embargo, a partir de cosas banales es posible preguntarse por el fundamento y sentido de todo. Al fin y al cabo, Jesús hablaba de Dios a través de parábolas muy sencillas, no de discursos metafísicos, ininteligibles para la mayoría de sus oyentes. ¿Qué pasa cuando uno se enamora?  ¿Por qué la sexualidad ejerce tanto atractivo en los humanos? ¿Qué mueve a un padre o a una madre a sacrificarse por sus hijos? ¿Es solo una mera cuestión instintiva? ¿Por qué amamos? ¿Por qué tenemos esperanza? ¿Qué nos mueve a levantarnos cada mañana, ir al trabajo y seguir luchando en la vida? ¿Solo la obtención de un salario que nos permita satisfacer algunas necesidades básicas? Tomar en serio las preguntas y seguir su curso nos lleva adonde ni siquiera imaginamos, nos ayuda a cambiar la figura que nos hemos hechos de nosotros mismos. El creyente moderno es, en el fondo, un ser transfigurado.

4 comentarios:

  1. Muy buena reflexión. ¡Me ha encantado!

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    1. Muchas gracias, Lourdes. Estas preguntas me acompañan desde hace mucho tiempo. Nunca acabo de saber por qué una persona cree y otra no, sobre todo cuando ambas proceden de un mismo ambiente, han vivido un mismo tipo de educación y comparten la mayoría de los valores. La fe es una experiencia indescriptible.

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  2. Realmemte...Mi fe trasnfigura?. Grandes interrogantes. Gracias por custinar por que hagovlaa cosas. Estare más atenta a los signos que me ayuda a crecer.

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  3. Sin poner en duda los agentes de socialización y aprendizaje que sociológicamente están aceptados por la comunidad académica, creo que en cuestiones de fe, hay factores más fuertes que los comúnmente presentados.

    Para entender la fe, creo que hay que atajarla como un laberinto. Constantemente nos hacemos preguntas y nos autocuestionamos a nosotros mismos llegando a una situación donde nos cuesta comprender u olvidar algún precepto que tenemos fuertemente interiorizado.

    La fe no se enseña, se transmite. La fe no se impone, se muestra. Si hay un porblema de religiosidad cristiana en nuestro país es debido, escándalos y cuestiones políticas a parte, porque hemos creído que obligando y examinando se crea una comunidad religiosa. Las personas necesitamos respuestas y acciones, si entendemos que la fe nos puede dar ambas entonces seremos creyentes en la fe. No son cuestiones teóricas sino prácticas.

    Pablo Melero

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