Los periodistas David Beriain y Roberto Fraile, asesinados en Burkina Faso |
Ha causado un fuerte impacto en España (y también en Italia) el asesinato de dos periodistas españoles y del conservacionista irlandés Rory Young en Burkina Faso, un país del África occidental donde crece el yihadismo a costa de la miseria. Todavía no he tenido la oportunidad de visitarlo, aunque los claretianos tenemos allí una misión que está unida a las del vecino Costa de Marfil. Los periodistas españoles eran David Beriain y Roberto Fraile. Descansen en paz.
David tenía una productora que se llamaba “93 metros”. Estaba especializada en grandes formatos documentales y en “encontrar y contar grandes historias que reflejan la realidad más radical, intensa y emocionante”. En un tiempo en el que tantas noticias se cocinan en las redacciones de los periódicos digitales a base de “corta y pega”, adquieren más valor los periodistas que se arriesgan a ir a los lugares donde se genera la noticia para contarla en primera persona. Se trata de ir, ver y contar. El mensaje del papa Francisco para la próxima Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales parece haberse adelantado a lo sucedido en Burkina Faso. Transcribo algunas palabras:
“También el periodismo, como relato de la realidad, requiere la capacidad de ir allá donde nadie va: un movimiento y un deseo de ver. Una curiosidad, una apertura, una pasión. Gracias a la valentía y al compromiso de tantos profesionales —periodistas, camarógrafos, montadores, directores que a menudo trabajan corriendo grandes riesgos— hoy conocemos, por ejemplo, las difíciles condiciones de las minorías perseguidas en varias partes del mundo; los innumerables abusos e injusticias contra los pobres y contra la creación que se han denunciado; las muchas guerras olvidadas que se han contado. Sería una pérdida no sólo para la información, sino para toda la sociedad y para la democracia si estas voces desaparecieran: un empobrecimiento para nuestra humanidad”.
Iglesia de Artajona (Navarra) |
Me parece claro que tanto David como Roberto pertenecían a esa raza de periodistas atrevidos que van donde nadie va. Pero ¿por qué David llamó a su productora “93 Metros”? La explicación la ofreció él mismo en una entrevista concedida a “Nuestro Tiempo” en 2017:
“Mi productora se llama 93 Metros porque la fundamos cuando mi abuela murió. Mi abuela Juanita era la matriarca de los Beriain. Murió con 98 años dejando tras de sí una huella de cariño y de entrega espectacular. Todos le teníamos devoción, con todo el sentido del nombre, y a mí, por ser el periodista, me tocó escribir unas palabras. Y noventa y tres metros es la distancia que hay entre la que era la puerta de su casa y el banco de la iglesia donde ella rezaba. No salía de ahí nunca. Jamás”.
Y añadió algo más:
“Por eso nos llamamos así, porque no nos olvidamos nunca de que a veces la historia más grande está en el lugar más pequeño. Hacemos historias grandes, épicas, de esas que importan, en sitios exóticos. Lo que pasa es que a los imbéciles como yo nos resulta más obvio contar una historia cuando nos explotan las cosas a los lados. Solo hay que darse cuenta de que a la vuelta de la esquina hay algo que contar. No hay historias pequeñas: hay ojos pequeños”.
Quizá
lo más impactante es el final de la entrevista: “A mi abuela le sobraron
noventa y tres metros para encontrar su verdad. Yo he andado por más de noventa
y tres países, y todavía no he conseguido hacer nada”.
Interior de la iglesia de san Saturnino en Artajona (Navarra) |