Las pocas veces que he hablado de política en este blog he tenido escaso eco. De hecho, uno de los posts menos leídos fue el titulado El acuerdo “imposible” en el que me refería a la incertidumbre política que reina en España (aclaro, por si abundan los lectores republicanos, que lo de reinar es un verbo sin la menor connotación monárquica). Entonces lo atribuí al hecho de que muchos lectores son de América. Es normal que no estén muy interesados en cuestiones tan domésticas. Pero quizá hay otra lectura: todos empezamos a estar un poco hartos de un debate político que parece no conducir a ningún puerto. De hecho, por lo que respecta a mi país, después de tres meses de dimes y diretes, todavía no hay gobierno. El Rey ha tenido que suspender varios viajes internacionales programados. La política española se ha convertido en una especie de serie de televisión por capítulos. Se habla ya de nuevas elecciones en el mes de junio.
¿Y si el problema
principal fuera que abundan los sustantivos y faltan verbos? Según el diccionario
de la RAE, sustantivo es sinónimo de nombre y nombre, en su primera acepción, significa “palabra que designa o
identifica seres animados o inanimados”. El mismo diccionario define verbo como “clase de palabras cuyos
elementos pueden tener variación de persona, número, tiempo, modo y aspecto”.
Se podría decir de forma más breve, aunque quizá menos precisa. Para mí, un sustantivo expresa la identidad de algo; un verbo apunta, más bien, a la acción. Veamos. En el arco parlamentario español hay cuatro
partidos mayoritarios que podríamos caracterizar con tres sustantivos (populares-PP, socialistas-PSOE y ciudadanos-Ciudadanos)
y un verbo (podemos-Podemos). Los sustantivos ganan al verbo por 3 a 1. Ya podemos imaginarnos lo difícil que resulta llegar a acuerdos. Es una simple cuestión gramatical. Veámoslo con detalle.
Si se animaran a formar una coalición entre los cuatro podrían producirse interesantes combinaciones. Por
ejemplo: "Ciudadanos, Podemos ser Socialistas Populares" (CIPOSOPO). O esta otra: "Populares, Podemos ser Ciudadanos Socialistas" (POPOCISO). Las siglas, por supuesto, no resisten la menor criba publicitaria, pero esto es lo
que hay. El lector es libre de idear otras combinaciones aún más rocambolescas. En cualquier caso, disponemos solo de un verbo (podemos), lo cual empobrece
mucho la construcción gramatical. Todo tiene que pasar por él para formar una frase con sentido. Además, ese verbo no expresa una acción concreta. Necesita un infinitivo que le dé contenido: podemos dialogar, podemos arruinar, podemos mejorar, podemos reírnos de todo el mundo, etc. Así, mondo y lirondo, en primera persona del plural, parece indicar que a
lo que aspira este partido es al poder sin más: “podemos”. Qué hacer con ese
poder… eso no hay que contárselo con claridad a los votantes, que luego pasa lo que pasa. Es lógico que algunos los tilden de arrogantes y
prepotentes. Hace meses decían: “El
cielo no se toma por consenso, se toma por asalto”. Hoy la frase suena,
además de ridícula, anacrónica. Por si esto fuera poco, el verbo podemos está ya dando paso al sustantivo podemita. Este es el principio del fin. Llamarse podemita es lo peor que le puede ocurrir a quien aspira a ser una alternativa de cambio. ¡El verbo es sustituido –casi suplantado– por el sustantivo!
Los otros tres
partidos parecen todavía perdidos en defender sus esencias. Nos dicen lo que son o
quieren ser (populares, socialistas, ciudadanos), sin expresar con claridad sus planes de acción; es decir, lo que quieren hacer por su país. Está bien perfilar las señas de identidad, pero no es suficiente para gobernar un estado.
¿Qué pasaría si surgiera una
nueva generación de formaciones políticas con más verbos y menos sustantivos? Imaginemos
un partido llamado Limpiamos (con el objetivo de barrer la corrupción en las instituciones públicas) 0 Trabajamos (enfocado
en resolver el problema del desempleo endémico) u otro llamado Educamos (centrado en mejorar de una vez
por todas la educación como base de todo cambio duradero). Incluso podríamos hablar del partido Distribuimos (empeñado en un reparto equitativo y solidario de la renta), del partido Integramos (preocupado por afrontar de manera positiva la cuestión de los inmigrantes y refugiados) o del partido Innovamos (comprometido con los desafíos de la sociedad de la información).
Como los verbos implican compromisos (porque apuntan directamente a una acción), preferimos perdernos en el bosque de las señas identitarias, que se prestan a interminables discusiones teóricas y a masivas explosiones sentimentales y no implican mover un dedo. Se puede discutir igual y se exige mucho menos. A los sustantivos del terceto mayoritario se unen otros hoy en boga que también andan liados con la cuestión de las identidades: periféricos, independentistas, republicanos, ecologistas, etc. Hay todavía puestos libres en el supermercado. ¿Alguien da más? La gente está hartándose de este desfile. Echa de menos un director inteligente y decidido que levante la claqueta y grite: ¡Acción, se rueda!
Como los verbos implican compromisos (porque apuntan directamente a una acción), preferimos perdernos en el bosque de las señas identitarias, que se prestan a interminables discusiones teóricas y a masivas explosiones sentimentales y no implican mover un dedo. Se puede discutir igual y se exige mucho menos. A los sustantivos del terceto mayoritario se unen otros hoy en boga que también andan liados con la cuestión de las identidades: periféricos, independentistas, republicanos, ecologistas, etc. Hay todavía puestos libres en el supermercado. ¿Alguien da más? La gente está hartándose de este desfile. Echa de menos un director inteligente y decidido que levante la claqueta y grite: ¡Acción, se rueda!