miércoles, 30 de diciembre de 2020

Arma de construcción masiva

A algún humorista −creo que a José Mota− le he oído decir que el humor es un “arma de construcción masiva”. Me gusta la expresión. Se opone al chismorreo y la maledicencia, que son auténticas “armas de destrucción masiva”. ¿Es posible cerrar este año 2020 con sentido del humor? Sería una forma excelsa de no dejarnos dominar por las malas noticias. Yo he aprovechado esta mañana del penúltimo día del año para hacer algo que nunca había hecho en los muchos años que llevo en Roma: visitar con algunos compañeros las entrañas de la enorme basílica del Corazón de María contigua a nuestra curia general. No ha sido precisamente una broma, pero nos lo hemos pasado muy bien. El paseo arquitectónico nos ha llevado algo más de una hora. Para quienes no conocen este inmenso templo, inaugurado el 7 de diciembre de 1952, les diré que la planta tiene una extensión aproximada de una hectárea, incluyendo las cuatro capillas laterales. Fue diseñado por el arquitecto italiano Armando Brasini (1879-1965) que le dio la forma de cruz griega y le añadió una elaborada fachada.

A lo largo del tiempo el proyecto sufrió numerosas variaciones, sobre todo por el alto costo de los materiales. En 1951 se terminó el tambor, que sustituyó a la gran cúpula prevista en el proyecto, pero nunca realizada. [En la foto de la derecha se ve el diseño de cómo tendría que haber quedado el templo, según el proyecto de Brasini. Compárese con la foto del párrafo anterior, que representa el estado actual]. Yo conozco muy bien el interior del templo. Cuando estoy en Roma, suelo celebrar en él la misa de los domingos. Pero nunca había visitado las innumerables galerías, terrazas y pasadizos que se esconden detrás del espacio visible. Tras el recorrido de esta mañana, he comprendido mejor por qué fue imposible concluir este proyecto de dimensiones faraónicas. Se trata verdaderamente de una “construcción masiva” con una historia compleja. Otro día hablaré del mundo que hay en el subsuelo: desde un estudio de grabación en el que Ennio Morricone grabó algunas de su famosas bandas sonoras, hasta un teatro y numerosas salas para actividades diversas.

Para llegar a la cruz que preside el tambor ha sido necesario ascender por escaleras polvorientas de hormigón, atravesar innumerables salones (alguno de los cuales lo usaban hace años los monaguillos como campo de fútbol) y, por último, trepar por una delgada escalera de caracol. Impresiona ver la ciudad de Roma desde esa altura. Para componer el cuadro, el cielo nos ha echado una mano con un conjunto bellísimo de nubes que han retrasado la descarga de lluvia hasta bien finalizado nuestro paseo. Desde el tambor y desde las diversas terrazas a distintos niveles he hecho fotos únicas. Era consciente de que no es fácil repetir la hazaña. Ver las calles adyacentes desde esa altura permite entender mejor la estructura de nuestro barrio pariolino. Se veía con claridad el cercano auditorio Parco della Musica, el Estadio Olímpico, la Farnesina y otros muchos lugares del norte de la ciudad. La panorámica era sugestiva y novedosa. Agarrado a la cruz que corona el tambor, he imaginado cómo luciría esta imponente basílica si estuviera cubierta por la gran cúpula proyectada por Brasini. Tendré que conformarme con observar la maqueta. No están los tiempos para dispendios arquitectónicos, aunque la historia da muchas vueltas. ¡Quién sabe si en un futuro vendrá una generación que acometa el proyecto!

Un paseo como el de hoy no se puede hacer sin una dosis de humor. A medida que subíamos los escalones de los diversos tramos de escalera o deambulábamos por las salas vacías, cubiertas de polvo y telarañas, recordábamos algunas anécdotas asociadas a estos lugares. Ver el interior de una iglesia tan descomunal como esta desde las alturas permite calibrar mejor el tamaño de la comunidad que allí se congrega. Se necesitan cientos de personas para tener la sensación de que hay la suficiente masa crítica. Solo en dos ocasiones he visto el templo a rebosar: el 24 de octubre de 1992, durante la vigilia que precedió a la beatificación de los mártires de Barbastro, y en un encuentro internacional organizado por el movimiento de los Focolares en una fecha que no puedo precisar. En ambas ocasiones pudieron concentrarse tres o cuatro mil personas. La nave central casi se llena en algunas festividades solemnes. Y, sin embargo, mas allá del número de fieles que acuden a esta imponente basílica, lo que cuenta es la razón que les mueve. Aquí se encuentran con la ternura del Corazón de María, representada en el mosaico que se alza en el ábside. A través de su corazón inmaculado, encuentran a Dios. No hay arma de construcción masiva más poderosa que esta.

Vista de la nave central desde una balconada interior

Vista de dos de las calles que convergen en la Piazza Euclide, delante de la basílica

Encima de la cubierta del tambor

Vista de la Curia General de los Misioneros Claretianos desde una terraza de la basílica

Seguimos en tiempo navideño. Dejemos que la música mantenga en vilo nuestro espíritu. Cada día iré ofreciendo un vídeo con un tema navideño. Hoy le toca el turno a la Hermana Glenda con el tema Nos ha nacido un niño. 



1 comentario:

  1. Gracias por toda la información y fotos de la Basílica del Corazon de María... Estuve allí en esta vigilia que precedió a la beatificación de los mártires de Barbastro, Me ha ido bien recordarlo... Podemos cerrar el año con sentido de humor, aunque nos resulte difícil, haciendo un esfuerzo por ver la parte positiva y agradeciendo... Gracias Gonzalo.

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