jueves, 31 de diciembre de 2020

Entregar el año 2020

Lo más probable es que en el futuro se hable del año 2020 como “el año del coronavirus”. Es verdad que han sucedido otras muchas cosas, pero la pandemia lo ha coloreado todo, al menos en Europa y en América. Hoy, último día del año, nos enteramos de que el parlamento británico ha aprobado el acuerdo posBrexit con la Unión Europea. Una alegre marea verde por las calles de Buenos Aires celebra que  Argentina haya legalizado el aborto voluntario hasta la 14 semana de embarazo. Otras muchas personas, probablemente muchas más, lamentan el paso dado. A pesar de haber empezado con buen pie el otoño, parece que mi querida Italia está gestionando mal esta segunda ola de la pandemia. Leo también que en el año que termina 20 misioneros han sido asesinados

Los resúmenes de 2020 se alternarán con las perspectivas para 2021. Cada uno de nosotros tendrá su propio adjetivo para calificar este año. Hace días, un periódico lo tildaba de “maldito”. También se han usado palabras como extraño, raro, incierto, cruel, desconcertante, agotador, interminable, triste, aciago, perdido, fatídico, inmerecido… Algunos se atreven con palabras más positivas: cuestionador, aprovechado, promisorio… Además de las palabras, hay imágenes que se han quedado guardadas en la retina. Algunas parecen universales: los camiones militares llevando ataúdes en Bérgamo (Italia), los féretros alineados en el Palacio de Hielo de Madrid, el papa Francisco caminando solo bajo la lluvia en una plaza de san Pedro vacía, la gente aplaudiendo en las ventanas, sanitarios tratando de mantener en vida a los enfermos de las UCIs.

Yo termino este año 2020 con 343 entradas publicadas en el blog, 15 menos que en 2018, pero 53 más que el año pasado. A partir de marzo, muchas (yo diría que un 90 por ciento) han tenido como trasfondo la pandemia. Me he referido a ella desde innumerables puntos de vista. He procurado hacerme eco de lo que me llegaba a través del testimonio de algunas personas afectadas, de muchas lecturas y de mi propia experiencia de confinado de lujo. Reconozco que en todo este largo tiempo nunca me ha faltado trabajo, techo, comida y compañía. En algún momento me he sentido mal por estar demasiado bien cuando sabía que muchas personas incluidas algunas de mi propia familia y de mi congregación misionera estaban sufriendo. ¡Qué difícil es gestionar estos sentimientos tan contradictorios! Los meses de marzo y abril fueron especialmente duros y desconcertantes. La celebración de la Semana Santa me ayudó a poner la clave pascual en el pentagrama de una pandemia que no hacía sino multiplicar las notas disonantes. El verano supuso una suave tregua, la posibilidad de encontrarme físicamente con algunas personas de las que había estado lejos en los primeros compases de esta “sinfonía inacabada”. El otoño y la llegada de la temida “segunda ola” han reabierto viejas heridas y, sobre todo, han añadido un nuevo ingrediente: el cansancio.

¿Qué hacer con este inmenso caudal de palabras, imágenes y sentimientos? Los creyentes sabemos cuál es la mejor respuesta: entregárselo a Dios. No hablo de acción de gracias, petición de perdón o súplica ardiente. Hablo simplemente de “entrega”. Parafraseando la oración que el sacerdote pronuncia en el momento de presentar los dones eucarísticos, podríamos decir algo parecido a esto: “Bendito seas, Señor, Dios del universo, por este año 2020, fruto de circunstancias imprevisibles y decisiones conscientes, que recibimos de tu generosidad y ahora te entregamos. Él será para nosotros un año de gracia”. 

Es verdad que a cada uno nos toca interpretar nuestra parte en esta inmensa partitura, pero el resultado final no es la suma de nuestras interpretaciones personales, sino un plus que solo puede producir la gracia de Dios. Entregar el año 2020 no implica abdicar de nuestras responsabilidades, sino confiar en que Dios sabrá sacar partido de todo cuanto ha sucedido. El nos ayudará a ver la otra cara del tapiz cuando nosotros solo vemos un revoltijo de lanas de colores. Entregar el año a Dios nos libera del peso acumulado, nos devuelve la ligereza que necesitamos para empezar el nuevo año con humildad, gratitud y buen ánimo. El tiempo no nos pertenece. El tiempo es de Dios. 

Desde este Rincón pido perdón a los lectores que en algún momento se hayan podido sentir incomodados por algunas entradas publicadas y, sobre todo, agradezco a todos vuestro apoyo silencioso. Lo hago sirviéndome del precioso vídeo promocionado por la Fundación La Caixa y ambientado en la basílica barcelonesa de Santa María del Mar. Tanto la novela de Ildefonso Falcones La catedral del mar, como la serie televisiva inspirada en ella, me han acompañado en este año. Pero el lugar está asociado para mí a las predicaciones que allí tuvo san Antonio María Claret, de cuya muerte hemos celebrado el 150 aniversario en este año. Que él interceda por todos nosotros ante el Señor de la vida y de la historia. 



4 comentarios:

  1. Gracias P. Gonzalo por compartir tus reflexiones. Ofrezcamos al Señor el año 2020, y miremos el 2021 con esperanza, valentía y optimismo. Le felicito por sus reflexiones, muy profundas.

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  2. Este blog me ha acompañado desde que tuve conocimiento de su existencia (coincidiendo con el inicio de la pandemia)como encuentro "nutritivo" a nivel emocional, intelectual, espiritual...siendo en determinados momentos consuelo ante las dos grandes pérdidas que hemos tenido en la familia. Muy agradecida por su generosidad, talento y pedagogía. Los mejores deseos para el 2021 P.Gonzalo.

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  3. Es muy triste y difícil de comprender la legalización del aborto nos dejó totalmente desolados . Es posible que siempre gane el mal ? Tengo que tener esperanza y fe en Dios y que la Virgen de la Consolación nos de PAZ y aceptación Cristina Llorente Argentina

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  4. Entregar el año 2020 nos ayuda a valorar también todo lo que ha habido de positivo, porque ha sido un año de contrastes: necesitamos seguridad y se abren muchas inseguridades… días de fiesta que para muchos son días de duelo… Necesidades que despiertan solidaridad… momentos de luz compartidos con oscuridades… Momentos de paz combinados con otros de lucha… Momentos de oración en la que hay necesidad de “agarrarse” a Dios y momentos de acción de gracias… Momentos de celebrar la “vida” con aprobación del aborto…
    Y desde el Blog, sentirme muy acompañada en este tiempo difícil… Gracias Gonzalo por tu constancia y profundidad, por compartir aquello que tu vives, que no es teoría.
    Un abrazo, deseando que podamos vivir una buena salida del 2020 y mejor entrada al 2021.

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