lunes, 30 de septiembre de 2019

El Domingo de la Palabra

Me encuentro en Nemi, a pocos kilómetros de Roma, en la hermosa región de los Castelli Romani. La vista del lago relaja y recrea. La entrada de hoy llega con un poco de retraso porque el reloj no da para más. Se me acumulan las actividades. Pero me alegro de no haber podido escribir anoche o esta mañana (como suele ser habitual) porque de esta forma puedo hacerme eco de la carta apostólica del papa Francisco que lleva por título dos palabras tomadas del relato lucano de los discípulos de Emaús: Aperuit illis. En ella se anuncia que el papa ha instituido el III Domingo del Tiempo Ordinario como el “Domingo de la Palabra de Dios”. Se celebrará por vez primera el próximo 26 de enero de 2020. Para que no se quede en un simple recuerdo, el papa ofrece sugerencias muy prácticas: “Las comunidades encontrarán el modo de vivir este Domingo como un día solemne. En cualquier caso, será importante que en la celebración eucarística se entronice el texto sagrado, a fin de hacer evidente a la asamblea el valor normativo que tiene la Palabra de Dios. En este domingo, de manera especial, será útil destacar su proclamación y adaptar la homilía para poner de relieve el servicio que se hace a la Palabra del Señor. En este domingo, los obispos podrán celebrar el rito del Lectorado o confiar un ministerio similar para recordar la importancia de la proclamación de la Palabra de Dios en la liturgia. En efecto, es fundamental que no falte ningún esfuerzo para que algunos fieles se preparen con una formación adecuada a ser verdaderos anunciadores de la Palabra, como sucede de manera ya habitual para los acólitos o los ministros extraordinarios de la Comunión. Asimismo, los párrocos podrán encontrar el modo de entregar la Biblia, o uno de sus libros, a toda la asamblea, para resaltar la importancia de seguir en la vida diaria la lectura, la profundización y la oración con la Sagrada Escritura, con una particular consideración a la lectio divina”.

La vocación especial de los Misioneros Claretianos dentro del Pueblo de Dios es el ministerio de la Palabra. Por eso, me siento muy contento y agradecido por la iniciativa del papa Francisco. En repetidas ocasiones en este Rincón me he referido a la importancia de la Palabra de Dios en la vida del cristiano. Siempre estamos “a vueltas con la Biblia”, convencidos como estamos de que “ignorar las Escrituras es ignorar a Cristo”. Esta frase de san Jerónimo –cuya memoria celebramos precisamente hoy– resume bien la necesidad de acercarnos a la Palabra para conocer a Cristo.  Es verdad que en las últimas décadas se han dado muchos pasos para facilitar el acceso a las Escrituras y su mejor comprensión. Muchas parroquias tienen cursos bíblicos, abundan los centros bíblicos populares, ha crecido la práctica de la “lectio divina” en muchos cristianos, pero todavía hay que seguir trabajando. Rara es la casa en la que no haya una Biblia, pero siguen siendo pocos los católicos que tengan una formación suficiente para leer la Biblia con provecho, sin ser esclavos de interpretaciones fundamentalistas o sin hacer de la Palabra una mera excusa para justificar las propias posiciones. Aunque han pasado ya más de 25 años desde su publicación, sigue siendo muy útil leer el documento “La interpretación de la Biblia en la Iglesia”. Aclara dudas, amplía perspectivas, ayuda a situarse en un terreno que está lleno de minas. Recomiendo su lectura a todo aquel que quiera orientarse en este campo.

En su carta apostólica, el papa Francisco afirma que “la Biblia no puede ser sólo patrimonio de algunos, y mucho menos una colección de libros para unos pocos privilegiados. Pertenece, en primer lugar, al pueblo convocado para escucharla y reconocerse en esa Palabra. A menudo se dan tendencias que intentan monopolizar el texto sagrado relegándolo a ciertos círculos o grupos escogidos. No puede ser así. La Biblia es el libro del pueblo del Señor que al escucharlo pasa de la dispersión y la división a la unidad. La Palabra de Dios une a los creyentes y los convierte en un solo pueblo”. A los sacerdotes nos recuerda algunas orientaciones sobre la homilía que ya ha repetido en varias ocasiones: “Es necesario dedicar el tiempo apropiado para la preparación de la homilía. No se puede improvisar el comentario de las lecturas sagradas. A los predicadores se nos pide más bien el esfuerzo de no alargarnos desmedidamente con homilías pedantes o temas extraños. Cuando uno se detiene a meditar y rezar sobre el texto sagrado, entonces se puede hablar con el corazón para alcanzar los corazones de las personas que escuchan, expresando lo esencial con vistas a que se comprenda y dé fruto. Que nunca nos cansemos de dedicar tiempo y oración a la Sagrada Escritura, para que sea acogida «no como palabra humana, sino, cual es en verdad, como Palabra de Dios» (1 Ts 2,13)”. Espero no echar en saco roto estos consejos. 


RETIRO CON LOS AMIGOS DEL RINCON DE GUNDISALVUS

Termina el mes de septiembre. Hace unos días escribí sobre el retiro que he pensado organizar con los amigos de El Rincón de Gundisalvus. Ya hemos superado el número máximo de participantes que es 21. Si a lo largo de esta semana os animáis unos cuantos más, podríamos organizar dos tandas: una el fin de semana del 14 al 16 de febrero (ya anunciado) y otra el fin de semana anterior (del 7 al 9 de febrero). Los interesados en esta segunda tanda (primera en cuanto a fecha) podéis escribirme a esta dirección: gonfersa@hotmail.com. Buena semana.

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