sábado, 7 de septiembre de 2019

Conversación entre gallos

Conozco, al menos, tres parejas famosas que se llaman Pedro y Pablo, a las que hay que añadir el trío norteamericano Peter, Paul and Mary, con el que practiqué inglés escuchando sus canciones folk durante el bachillerato. La primera pareja es religiosa. Está formada por los creadores de este tándem tan especial: Pedro de Betsaida (discípulo de Jesús de Nazaret) y Pablo de Tarso (propagador del cristianismo en el siglo I). De ellos he escrito varias veces en este Rincón. En una ocasión los presenté como “dos amigos al habla”. Siguiendo la terminología del Rosario, me atrevo a calificar esta primera pareja petripaulina de “gloriosa”. La segunda pareja es de ficción. Está formada por los amigos Pedro Picapiedra y Pablo Mármol, los célebres personajes de la serie Los Picapiedra. Disfruté mucho con ellos durante mi infancia. Me parece una pareja “gozosa”. La tercera es una pareja política de rabiosa actualidad. Está formada –mejor, “deformada”– por los políticos españoles Pedro Sánchez (líder del PSOE) y Pablo Iglesias (líder de Unidas Podemos). El primero tiene 47 años y el segundo 40. Ambos se han declarado públicamente ateos y de izquierdas. Ambos están como el perro y el gato tratando de unirse para formar gobierno. O, quizás mejor, como dos gallos luchando en el mismo corral. No cabe duda de que esta, por muchas razones, es una pareja “dolorosa”. Para quitar un poco de hierro a un proceso que ya dura demasiado y que nos tiene hartos a la mayoría, los he imaginado en una divertida conversación telefónica. Si ayer hablé del perro, hoy no quiero dejar fuera a los gallos.



Pedro: Buenos días, Pablo, imagino que te habrás levantado ya, ¿no?

Pablo: Hola, Pedro, me pillas en la ducha, pero no te preocupes, dispongo de un manoslibres a prueba de agua, así que puedes hablar lo que quieras.

Pedro: Mira, te llamo porque el tiempo se está agotando y, como no nos pongamos de acuerdo, no tendremos más remedio que ir a unas nuevas elecciones el 10 de noviembre.

Pablo: ¿Y eso es bueno o malo?

Pedro: Depende para quién. Creo que para ti será malo, pero yo puedo ganar algún escaño. La gente está muy cabreada con tu formación. Os considera responsables del bloqueo.

Pablo: Para el carro. Nosotros representamos a más de tres millones de votantes. Comprenderás que no vamos a pasar por el aro que vosotros pongáis.

Pedro: Vamos a ver si te enteras, Pablo. Veamos las cosas desde otro ángulo. Tenemos los votos, tenemos los escaños y tenemos un programa común progresista. ¿Qué más quieres? Os invito a que deis un paso al frente, a que desbloqueéis la situación, a que tengamos una investidura para una legislatura y un gobierno progresista.

Pablo: Eso suena muy bien, pero aquí lo que cuenta es lo que vamos a ganar nosotros. Ya te dije los ministerios que queremos.

Pedro: No te cierres en banda, Pablo. Seamos claros. Antes del 28-A, el PSOE tenía una diferencia de 13 escaños en el Congreso con vosotros. Ahora –permíteme que saque pecho– os aventajamos en 81 diputados. A pesar de todo, queremos un acuerdo. Si con 151 escaños fuimos capaces de hacer lo que hicimos en estos doce meses, ¿con 165 qué no seremos capaces de hacer?

Pablo: Para empezar, podemos hacer el ridículo. Creo que ya lo estamos haciendo. Pero veo que tiras balones fuera. Yo te aseguro el apoyo parlamentario para que salgas presidente, que –dicho sea de paso– veo que te gusta más que a un niño de seis años el último modelo de IPhone, pero tú me tienes que concretar por escrito los ministerios que te he pedido.

Pedro: No cometamos más errores históricos, Pablo. Por cierto, ¿has acabado ya de ducharte o no?

Pablo: Sí, estoy ya secándome. Entonces, decías que no había ningún problema con lo del Ministerio de Trabajo, ¿no?

Pedro: ¡Mira que eres pesado con lo de los ministerios! Ya te he dicho que no se trata de puestos, sino de la posibilidad de tener un gobierno progresista, de hacer historia, en definitiva.

Pablo: Por cierto, ¿qué tal tiempo hace por La Moncloa? Aquí en Galapagar sopla una brisa muy agradable.

Pedro: No te oigo nada. He perdido cobertura. Se ve que los desinhibidores de Moncloa han barrido las frecuencias.

Pablo: No hay nada como un buen desayuno en la sierra.

La conversación se perdió en el aire. Quizás es una consecuencia de la llamada maldición del carisma. Como los lectores han podido comprobar, los temas principales que se han abordado en este diálogo, al que hemos tenido acceso de manera fraudulenta –todo hay que decirlo– han sido la necesidad de garantizar una educación de calidad en toda España evitando la multiplicidad de planteamientos autonómicos, la promoción del empleo juvenil, una política justa de emigración, el reconocimiento de la singularidad catalana y su “encaje” en España, un plan de choque contra la pobreza infantil, la atención a los ancianos con pocos recursos, una audaz política medioambiental… Bueno, a decir verdad, quizás esta parte ha estado un poco borrosa. O tal vez he entendido mal.

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