Por lo tanto, en España se celebra este domingo la solemnidad de la Inmaculada Concepción, si bien para no perder el sentido progresivo del Adviento, la segunda lectura de la Eucaristía, será la correspondiente del domingo II de Adviento.
La primera lectura de hoy es un fragmento del capítulo 3 del libro del Génesis. A Adán y Eva, personajes míticos que aluden al origen del género humano, Dios les formula unas cuantas preguntas después de que ambos desobedecieran sus mandatos.
A Adán le formula tres: ¿Dónde estás? ¿Quién te informó de que estabas desnudo? ¿Es que has comido del árbol del que te prohibí comer? Las tres van dirigidas también a cada uno de nosotros hoy porque son preguntas que tienen que ver con el misterio de nuestra identidad.
1. ¿Dónde estás? Cuando huimos de Dios, cuando escogemos nuestros propios caminos, ¿dónde estamos? ¿Cuál es nuestro lugar en el mundo? ¿No es verdad que a veces tenemos la impresión de vagar sin saber cuál es nuestra patria, qué hacemos aquí?
2. ¿Quién te informó de que estabas desnudo? El uso de nuestra libertad en contra del amor recibido nos coloca en una situación de desnudez y vergüenza. No sabemos qué hacer con una libertad desenganchada de Quien nos la donó como gracia. Queremos escondernos. No soportamos la mirada de Dios.
3. ¿Es que has comido del árbol del que te prohibí comer? La pregunta tiene que ver con nuestro deseo de comer del árbol del bien y del mal, de ocupar el lugar de Dios, de fijar nosotros los límites y de convertirnos en seres autosuficientes.
Las respuestas de Adán (es decir, de cualquiera de nosotros) son meras justificaciones. Sentimos miedo de Dios, no nos atrevemos a mostrarnos como somos (tapamos nuestra desnudez), echamos la culpa a los demás de nuestras acciones (Adán responsabiliza a Eva), buscamos siempre chivos expiatorios.
La pregunta que Dios dirige a la mujer es solo una:
4. ¿Qué has hecho? La respuesta es también evasiva: “La serpiente me sedujo y comí”. No difiere de las que nosotros solemos dar cuando Dios nos sigue preguntando qué hemos hecho, por qué nos hemos alejado de su amor. Solemos aducir un rosario de excusas: el ambiente actual empuja a abandonar la fe, vivimos expuestos a innumerables tentaciones, no podemos significarnos demasiado, etc.
De este guion que parece escrito inspirado en nuestra vida, saltamos a la hermosa página del Evangelio de Lucas que describe la vocación de María. En ella, una muchacha de Nazaret no juega con la gracia de Dios. Es verdad que experimenta desconcierto y formula preguntas, pero su respuesta es una rendición completa a la gracia que ha hecho de ella una criatura nueva, libre de la corrupción, inmaculada: “He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra”.
Esto es lo que se espera también de cada uno de nosotros. El drama de nuestro tiempo es que pretendemos que las cosas sean según nuestra palabra, no según la palabra de Dios. Aspirando a ser señores y no hijos obedientes, hipotecamos nuestra verdadera dignidad.
Hoy se celebrará la primera misa en la catedral de Notre Dame de París después de la solemne reapertura del templo que tuvo lugar ayer por la tarde tras cinco años de restauración del edificio deteriorado por el fuego. Millones de ojos de todo el mundo mirarán a María, notre dame (nuestra señora), con la esperanza de que ella, que no ha sido destruida por el fuego del pecado, que ha sido preservada de toda contaminación, nos ayude a acoger la gracia que Dios nos regala y a responder a Dios con la misma entrega y presteza con que ella acogió su Palabra.
No es extraño que en el itinerario del pecado a la gracia, o de la indiferencia a la fe, María siga ejerciendo un función maternal. Ella es nuestra pedagoga. Por eso, la buscamos como el niño que busca a su madre en la oscuridad.
Gracias Gonzalo por la reflexión muy profunda que nos ofreces hoy… De bien seguro que la iré asimilando a lo largo de los próximos días… Gracias por acercarnos al SI de María…
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