domingo, 15 de diciembre de 2019

El domingo de la alegría

La Cumbre del Clima de Madrid tendría que haber terminado el viernes. A la hora de escribir estas líneas, sigue todavía atascada por el bloqueo en las negociaciones. No es fácil limpiar un planeta contaminado. Hay muchos intereses de por medio. Les pedimos a los países emergentes que hagan lo que los más desarrollados no han hecho durante décadas. Las injusticias llegan también a este terreno. En este contexto polémico, me llama la atención el mensaje que la liturgia nos ofrece en el III Domingo de Adviento. Parece que el profeta Isaías fuera una ecologista avant la lettre. Cuando Israel está experimentando una de sus peores crisis, se le ocurre imaginar un futuro diferente: “El desierto y el yermo se regocijarán, se alegrarán el páramo y la estepa, florecerá como flor de narciso, se alegrará con gozo y alegría. Tiene la gloria del Líbano, la belleza del Carmelo y del Sarión. Ellos verán la gloria del Señor, la belleza de nuestro Dios” (Is 35,1-2). Creo que una de las señas de identidad de todo creyente es mantener los sueños encendidos a pesar de los pesares. Esta esperanza solo es posible cuando confiamos en que el curso de la historia no depende solo de nuestros aciertos o errores. Toda esperanza es, en el fondo, un acto de fe. El mismo Dios que nos ha creado no puede permitir que nos aniquilemos. El Adviento refuerza cada año esta convicción. Animados por ella, no cejamos en la lucha.

Como el cansancio y la impaciencia son fenómenos que afectan a todos los luchadores, el apóstol Santiago nos ofrece otro consejo. A primera vista, parece invitar a la resignación y al conformismo. Nada más lejos de la realidad. El ejemplo del labrador ilustra bien el sentido del mensaje: “Tened paciencia, hermanos, hasta la venida del Señor. El labrador aguarda paciente el fruto valioso de la tierra, mientras recibe la lluvia temprana y tardía. Tened paciencia también vosotros, manteneos firmes, porque la venida del Señor está cerca” (Sant 5,7-8). El labrador no es un personaje ocioso. Hace todo lo posible para que la tierra produzca fruto. La ara, deposita en ella la semilla, la riega, quita las malas hierbas, etc. Pero sabe también que los frutos no surgen por arte de magia. La vida tiene sus plazos; por eso, espera con paciencia. 

Si hay alguna virtud que resulta casi imposible en este mundo acelerado es precisamente la paciencia. Estamos tan acostumbrados a reducir tanto el tiempo entre deseos y realizaciones que cualquier espera se nos antoja casi insoportable. Y, sin embargo, los procesos vitales, las auténticas transformaciones, se producen con lentitud. El crecimiento espiritual no se da de un día para otro. Uno no pasa de ser egoísta a ser generoso en un santiamén. No basta con activar una tecla como hacemos en el ordenador. La paciencia es la virtud de los fuertes y los esperanzados. La impaciencia revela una visión muy superficial de la vida. Sin paciencia, la ansiedad acaba comiéndonos el terreno.

No sé si Juan el Bautista padecía de ansiedad. Lo que parece claro es que, a pesar de su fe robusta, tuvo muchas dudas. La manera como Jesús ejercía su mesianismo lo desconcertaba. Él –como buen israelita– esperaba un Mesías fuerte, vigoroso, una especie de líder de extrema derecha, por decirlo con categorías modernas. Jesús representa las antípodas de esta manera de ver las cosas. A pesar de su larga experiencia en el desierto, Juan no logra entenderlo, no está preparado para tanta novedad.  No se trata de un problema moral (Juan es un tipo íntegro, “no ha nacido de mujer uno más grande que Juan, el Bautista”), sino de una cuestión espiritual. Ante su deseo de saber si Jesús era el que tenía que venir o no, la respuesta del Maestro es narrativa: “Id a anunciar a Juan lo que estáis viendo y oyendo: los ciegos ven, y los inválidos andan; los leprosos quedan limpios, y los sordos oyen; los muertos resucitan, y a los pobres se les anuncia el Evangelio. ¡Y dichoso el que no se escandalice de mí!” (Mt 11,3-4). Jesús invita al Bautista a tomar conciencia de seis nuevas realidades: la curación de los ciegos, de los sordos, de los leprosos y de los tullidos, la resurrección de los muertos y el anuncio del evangelio a los pobres. Las seis son signos de salvación, ninguna expresa una condena. ¿Cómo pudo encajar Juan un mesianismo de este tipo cuando él había estado predicando la ira de Dios contra los pecadores? Escandalizarse de Jesús significa querer entender su novedad desde nuestros viejos esquemas.

Creo que también hoy de maneras diversas nos seguimos preguntando si es Jesús el que tiene que venir o debemos esperar a otro; es decir, si la fe en Jesús representa el final de nuestra búsqueda o, en el fondo, no es más que una página de un libro siempre abierto. La respuesta no va a venir por la vía de los razonamientos. Hoy como ayer, podemos encontrar luz cuando abrimos los ojos y vemos los frutos que la fe en Jesús produce. Cuando se da un mínimo de apertura y humildad, los hechos son elocuentes. Jesús nos sigue curando de nuestras enfermedades contemporáneas y sigue siendo buena noticia (evangelio) para las personas más pobres. No estoy seguro de que los ricos y los autosuficientes percibamos su novedad. Feliz tercer Domingo de Adviento, el domingo Gaudete o de la alegría. Necesitamos una bocanada de alegría en medio de tanta contaminación.

Es muy probable que, a lo largo del día de hoy, este Rincón alcance las 400.000 visitas. No es mucho en comparación con los blogs de moda, pero no está mal para un blog no publicitado, escondido en el inmenso océano de Internet, y que además exige leer y pensar un poco, no solo ver una foto y pulsar automáticamente el me gusta. No están los tiempos para el esfuerzo del concepto, pero no quiero rendirme al imperio de los meros estímulos audiovisuales. Leer, escribir y pensar siguen siendo caminos de libertad.


3 comentarios:

  1. Felicidades en tu pesca de conversaciones evangelicas! He disfrutado de tu modo de reflexionar.

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  2. Maria Cristina Ruberte15 de diciembre de 2019, 16:48

    Me encanta! "más allá de mas estrellas" y más adentro que tu vestidura humana... Allí llega, allí está la razón de nuestra alegría y de nuestro ser. Gracias por comunicar siempre esperanza.

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  3. Querido amigo en El Señor!
    Leerte es mi cantera de formación discipular y ! Cuántoa lucidez desde La fuente del Evangelio he recibido! Dios continúe bendiciendo tu lectura, escritura y pensamiento!

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