viernes, 13 de diciembre de 2019

Viernes pasado por agua

Llueve en Roma. La Protección Civil ha alertado de posibles inundaciones en las zonas bajas de la ciudad. Puede que el viento haga estragos. Leo los periódicos digitales. Boris Johnson ha arrasado en el Reino Unido. Podremos tener Brexit dentro de mes y medio. Ya va siendo hora.  Las sucesivas prorrógas estaban agotando la paciencia de muchos europeos. Tras décadas de unión, Europa comienza a fragmentarse. Me parece que es solo el comienzo de un proceso que temo imparable y que probablemente lamentaremos dentro de unos años. Hay gigantes internacionales interesados en que Europa regrese a la Edad Media. No creo que Escocia tarde mucho en reclamar la independencia. La cola es larga: Cataluña, Córcega, Baviera… Es posible que comience otro ciclo histórico. En el campo de la organización política, nada es inmutable. Yo no acabo de ver las ventajas de la fragmentación, pero es evidente que hay muchos millones a los que les atrae. No sé si es el fruto de un discernimiento sensato, de un torbellino emocional o de una manipulación de libro, pero los hechos cantan. Conviene leerlos con atención.

Me parece advertir en estos movimientos un deseo de colocar entre el individualismo rampante y la opresión del estado instituciones intermedias que nos saquen del aislamiento sin entregarnos a un poder impersonal. Es la hora de la sociedad civil, de las ciudades medianas, de las zonas vaciadas. También yo apoyo esta tendencia. Caminar hacia megalópolis de veinte millones en detrimento de las zonas rurales solo beneficia a quienes controlan las grandes corporaciones, pero no a la población. Me parece más razonable –aunque quizás a corto plazo menos rentable– caminar hacia ciudades medianas que garanticen trabajo, educación y servicios, sin caer en los problemas de las megalópolis. Ya sé que esto no interesa a quienes buscan el máximo beneficio con el mínimo coste, pero no estamos aquí para hacer dinero, sino para procurar el bienestar de las personas.

Mi regreso a Roma ha coincidido con la memoria de santa Lucía, una mártir de los siglos III-IV, muy apreciada en el sur de Italia, y con un tiempo invernal: lluvia, viento y frío. Echo de menos el clima de Medellín, aunque a mí me encantan las estaciones frías. Hoy el papa Francisco cumple 50 años de ordenación sacerdotal. Desde este Rincón lo felicito como cristiano y pido una oración por él y por el fruto de su ministerio. Quienes lo vieron ayer de cerca me aseguran que parecía envejecido y cansado. Precisamente ayer el papa Francisco celebró con la comunidad latina de Roma la fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe, virgen mestiza, maestra de interculturalidad y madre de los últimos. 

Uno de los cocineros de nuestra casa me invita al concierto de Navidad que tendrá lugar el domingo por la noche en la basílica de San Juan de Letrán. Él canta de tenor solista. Pasa de los fogones a la partitura con habilidad romana. Todo anuncia ya la cercanía de la Navidad, mientras –como dice el refrán– “por santa Lucía se iguala la noche con el día”. Yo regreso a mis ocupaciones habituales con los ojos puestos en los próximos compromisos. Parece que esta vez no acuso mucho el jet lag, aunque es pronto para cantar victoria. Hay todo un día por delante.

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