viernes, 19 de febrero de 2021

Se requiere perseverancia

Ayer, a las 21,55 (hora de Europa central), amartizó el ingenio espacial Perseverance sobre la superficie del planeta rojo después de “siete minutos de terror” en los cuales tuvo que pasar desde los casi 20.000 kilómetros por hora a los que viajaba hasta los 2,7 km/h para poder posarse suavemente en la superficie de Marte. La misión, llamada Mars 2020, no ha hecho más que comenzar después de que el ingenio espacial tardara casi siete meses en recorrer los 470 millones de kilómetros que separan la Tierra de Marte. Ahora la NASA dispone de unos 687 días (un año marciano) para averiguar si hay signos de vida en Marte y comprender un poco mejor nuestro misterioso universo. Si los resultados son positivos, pronto se puede empezar a pensar en la colonización del planeta. 

Reconozco que a mí me fascinan estas aventuras, aunque no tengo claro el impacto que pueden tener en nuestra forma de vivir en la Tierra. Más allá del extraordinario logro científico que suponen, me gusta el nombre escogido para el rover: Perseverance. Describe la actitud que se necesita para conseguir algo duradero en la vida: perseverancia. Muchas de nuestras empresas personales y sociales fracasan porque no somos capaces de mantenernos “constantes en la prosecución de lo comenzado”, que así es como define el diccionario de la RAE esta actitud.

Hay un texto en el evangelio de Mateo que pone en labios de Jesús estas palabras: “Aparecerán muchos falsos profetas y engañarán a mucha gente, y, al crecer la maldad, se enfriará el amor en la mayoría; pero el que persevere hasta el final se salvará. Y se anunciará el evangelio del reino en todo el mundo como testimonio para todas las gentes, y entonces vendrá el fin” (Mt 24,11-14). ¿Se está enfriando el amor en la mayoría? ¿Vivimos tiempos de apostasía silenciosa? Creo que en parte sí. Me sorprende el gran número de cristianos que fueron bautizados de niños, recibieron una formación cristiana, accedieron a los sacramentos de la Eucaristía y la Confirmación y, llegada la adolescencia, desertan de la práctica cristiana y enfilan un estilo de vida que en nada difiere del que llevan quienes no se consideran cristianos. ¿Para qué ha servido todo si en el momento decisivo parece que la fe se deja a un lado?

Cuando se les pregunta por las razones de este abandono, no siempre aciertan a identificarlas con claridad. A veces, tienen que ver con experiencias negativas en relación con los sacerdotes u otros agentes pastorales. La crisis de los abusos sexuales a menores, por ejemplo, ha destapado un problema oculto que está en el origen de la desconfianza atávica que algunos sienten hacia la Iglesia como institución opresora, misógina e hipócrita. En otros casos, la lejanía es, más bien, una especie de contagio grupal: “Todos se comportan así. La religión es cosa de niños y de ancianos, no de personas adultas con pensamiento propio”. No faltan quienes justifican su alejamiento por razones filosóficas o científicas. Creen que la fe no tiene base racional. Es un residuo de etapas precríticas que solo sirve para hacer más llevadera la existencia humana con el señuelo de una vida eterna más allá de la muerte. 

En los últimos años se ha abierto paso una nueva explicación que tiene que ver con la emergencia de la espiritualidad. No es necesario ser una persona religiosa para ser espiritual. Las religiones solo sirven para coartar la libertad individual e introducir enfrentamientos sociales. Por otra parte, la práctica sacramental o la ética sexual no son el mejor indicador para medir la fe íntima de una persona. Lo que importa es amar a los demás y esforzarse por hacer el bien, luchar por cambiar este mundo injusto y contaminado. Todo lo demás es secundario y prescindible. ¿Quién no ha escuchado razonamientos de este tipo en diálogos con parientes, amigos, compañeros y conocidos? ¿Quién no se ha sentido seducido por ellos hasta el punto de poner en duda sus propias convicciones?

En este contexto de sospecha y desafección, ¿qué quiere decir Jesús cuando habla de que “el que persevere hasta el final se salvará”? Creo que no está hablando simplemente de “durar” en una postura, sino de “ser fiel” a una persona. La fe es, ante todo,  la adhesión incondicional a Jesús y, a través de él, a Dios como fundamento de la vida.

Me emociona comprobar que la generación de las personas que hoy tienen 80 y 90 años (la generación de mis padres) siga siendo, tanto en Italia como en España, una generación de profundas convicciones cristianas. Son hombres y mujeres que vivieron las duras condiciones de los años 40 del siglo pasado, que trabajaron con denuedo para la reconstrucción de Europa tras los desastres de la guerra civil española y de la segunda guerra mundial, que, ya adultos, empezaron a disfrutar de una cierta bonanza económica, que vivieron el impacto de la revolución sexual, del Concilio Vaticano II y las crisis posteriores, que traspasaron el umbral del siglo XXI, que han sido víctimas de la pandemia de Covid-19… Y ahí están, en la mayoría de los casos con una fe profunda que los lleva a creer en Dios y alabarlo en toda circunstancia, aun cuando tendrían razones suficientes para renegar de él. No se puede decir que la vida haya sido fácil para ellos. Con todo, han sabido perseverar en su fe hasta el final. 

Por el contrario, muchos de sus hijos y nietos, que han disfrutado de mejores condiciones económicas y educativas, que incluso han recibido una formación cristiana más moderna, que han crecido en un ambiente de libertad, en un buen porcentaje engrosan las filas de los católicos no practicantes, agnósticos, ateos o indiferentes. ¿Por qué se ha enfriado el amor? ¿Por qué a los de mi generación y a los más jóvenes nos está resultando tan difícil “perseverar hasta el final” y, a las primeras de cambio, tiramos la toalla de la fe y el compromiso? No tengo una respuesta precisa. Los expertos hablan una y otra vez de que estamos viviendo una auténtica revolución epocal, un cambio de paradigma. Por otra parte, también es verdad que, en torno a los 40 años, algunos de los que se alejaron en sus tiempos jóvenes redescubren con más hondura el valor de la fe. 

Es un asunto al que le doy vueltas muy a menudo. Yo diría que esta preocupación pastoral y cultural está en el origen de este blog. Por eso, me siento al ordenador cada mañana: para tratar de explorar lo que nos está pasando, escuchar todas las voces posibles y encontrar algunos puntos de anclaje. Me gusta reflexionar, pero mucho más contar las historias de quienes en este contexto difícil se atreven a creer y permanecen en su opción. 

Espero que, desde Marte, descubramos el valor de la fidelidad entendida también, aunque no solo, como “perseverancia”. No basta con entusiasmarse un día o un año. Es necesario perseverar hasta el final. Esto marca la diferencia. Sigue pareciéndome muy lúcido el juicio de Bertolt Brecht: “Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años y son muy buenos. Pero hay los que luchan toda la vida: esos son los imprescindibles”.

 

 ENCUENTRO ZOOM DE CUARESMA


Día: Hoy, viernes, 19 de febrero.

Hora: de 6 a 7,30 de la tarde (hora de España e Italia).

Tema: Antivirus de Cuaresma.

Enlace:

 

https://us02web.zoom.us/j/83322253532?pwd=LzU2d0M4SFNMc1lvRTBNVEwxR2c4Zz09

 

 

Cuando en Roma (Italia), Madrid (España) y Europa Central son las 6 de la tarde:

  • En Ciudad de MéxicoGuatemala y Costa Rica son las 11 de la mañana.
  • En Chicago (USA), Panamá y Colombia son las 12 del mediodía.
  • En Puerto Rico y República Dominicana son la 1 de la tarde.
  • En Chile, Argentina y São Paulo (Brasil) son las 2 de la tarde.
  • En Portugal, Reino Unido y las Islas Canarias son las 5 de la tarde.
  • En San Petersburgo y Murmansk (Rusia) son las 8 de la tarde. 

5 comentarios:

  1. Buenos días Gonzalo, poniendo los pies en la tierra, como siempre, reflexionando en voz alta. Gracias, nos vemos al rato.
    Concepción Rodríguez y Maruca Sobrevilla

    ResponderEliminar
  2. Creo que para ser "perseverantes" se necesita un presupuesto: haber conocido o experimentado una "atracción apetecible e irresistible" del objeto (o el "Sujeto" = Dios) por el que vale la pena pagar el precio de mi "esfuerzo perseverante" (= fidelidad). Hasta que no descubra, aunque nada más sea de forma tímida, como intuición y como anhelo, ese secreto revelado del AMOR divino, como mi bien sumo, como mi propia identidad a construir, será muy difícil perseverar. Y me pregunto: ¿vale la pena perseverar toda una vida por alguna idea u objeto banal o temporal? Y es que noto en nuestra generación, en general, el predominio de ideales confusos, líquidos, muy a merced de vaivén de los sentimientos. Detenerse a pensar, no está de moda en general. Lo otro que necesito para perseverar es el "testimonio alegre de los que saben perseverar" y de los que han perseverado en el pasado. Creo pues que para "perseverar" deberían darse esas dos experiencias: el atractivo de la fe en Jesús, unido al contagioso testimonio de los que "los perseverantes". Ambos a dos, deben ser experiencias que resistan, sin excluir algunos fracasos, los embates culturales modernos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias, Héctor, por expresar con tanta claridad algunas de las condiciones que se necesitan para una "perseverancia" que no sea mera duración temporal, sino fidelidad a a Alguien que significa todo en nuestra vida.

      Eliminar
  3. Actualmente, los jóvenes que enfocan su vida al estudio, se encuentran que, académicamente, ya no tienen formación religiosa o cuando más tienen la asignatura de Religión como optativa, con sus más y sus menos… Si no pertenecen a algún movimiento eclesial que les facilita compartir y vivir la espiritualidad en grupo ¿quién acompaña su vida espiritual?
    Para muchos no es fácil… hay que tener mucha inquietud para buscar… El ambiente no nos habla de la vida de fe… A veces, un problema importante puede acercar a Dios, si encuentra un ambiente adecuado, o puede alejar todavía más…
    Nos faltan “profetas”… Hay tan pocos que no alcanzan todos los rincones y no se les conoce.
    Estoy segura de que el Señor continúa llamando, pero nos faltan “altavoces” que amplifiquen esta llamada a vivir desde la fe.
    Gracias Gonzalo porque tú, para los Amigos del Rincón de Gundisalvus, eres este profeta que nos va manteniendo en la vida de fe, ayudándonos a que la experimentemos en todos los acontecimientos de la vida y este “altavoz” que amplifica sus llamadas.

    ResponderEliminar

En este espacio puedes compartir tus opiniones, críticas o sugerencias con toda libertad. No olvides que no estamos en un aula o en un plató de televisión. Este espacio es una tertulia de amigos. Si no tienes ID propio, entra como usuario Anónimo, aunque siempre se agradece saber quién es quién. Si lo deseas, puedes escribir tu nombre al final. Muchas gracias.