viernes, 20 de enero de 2017

El hombre de la corbata roja

Tras un mes por España, Perú, Bolivia y Reino Unido, estoy de nuevo en mi sede de Roma. La verdad es que tenía ganas de regresar a casa. Al llegar a Italia me estremece la noticia de los muertos a causa de un alud en la región de los Abruzos. Parece que ha sido consecuencia de los terremotos que se produjeron anteayer. Están siendo meses de alta actividad sísmica, como si la tierra fuera un reflejo de la sociedad y viceversa. En este contexto de virulencia, hoy mismo Donald Trump jurará su cargo como 45 presidente de los Estados Unidos de América. Los análisis se disparan. Comienza un tiempo incierto. Yo soy, más bien, pesimista, lo confieso. Van a ser frecuentes los golpes de timón porque me temo que Trump y su equipo no tienen un proyecto definido para conducir el país, solo unas gotas de instinto político para conectar con las frustraciones de la gente, pero eso no es suficiente para gobernar con acierto. Con todo, un hispanista como Stanley G. Paine ha votado por él como mal menor. Le parece que el sistema democrático norteamericano es lo suficientemente sólido como para destituir al presidente si sobrepasa los límites razonables. Esperemos que no tenga que llegarse a ese extremo.

En la foto oficial como presidente electo aparece con corbata roja, una insignia con la bandera estadunidense en la solapa izquierda de su chaqueta, el ceño fruncido y los ojos semicerrados. No sonríe como Obama sino que apuesta por un rostro serio, de hombre duro, como diciendo: “Van a ver de lo que soy capaz”. Me parece que Trump representa el deseo de muchos norteamericanos de no perder la supremacía de los Estados Unidos en el concierto mundial, aunque ya se empieza a hablar del suicidio anglosajón. Con Obama se abrió camino el multilateralismo. A muchos de sus conciudadanos les parecía un líder demasiado débil para seguir manteniendo a Estados Unidos como primera potencia indiscutible. ¡Se parecía demasiado al papa Francisco! El tiempo dirá por dónde se orientan las cosas. Pero me parece que en esta época de globalización el mejor camino no consiste en construir muros y defender solo los propios intereses olvidando las mutuas interconexiones. Estaré atento al discurso inaugural del hombre de la corbata roja (tal vez hoy luzca una azul) para ver qué señales emite, hacia dónde apunta su gobierno, cómo quiere involucrar a sus ciudadanos en esta nueva etapa que se abre. Siempre hay que estar dispuestos a cambiar las propias ideas (a menudo, prejuicios), cuando los hechos hablan claro.

1 comentario:

  1. P. Gonzalo: como siempre, me gusta mucho su reflexión. Me tomo la libertad de publicarla en mi cuenta que solo comparto con mis amigos. Buena estadía en Roma, espero que amaine la ola de frío, cesen los temblores de tierra y llegue pronto la primavera. Fraterno y respetuoso saludo.

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