lunes, 2 de enero de 2017

Bienvenidos al primer lunes del año

En algunos lugares de Europa hoy es un día festivo porque ayer, 1 de enero, cayó en domingo. Aquí en Perú es un día laborable, así que toca empezar el nuevo año arremangándose. Yo también comenzaré mi trabajo después del almuerzo. Quiero hacerlo con espíritu alegre, pero sin ningún propósito especial ya que –si se me permite un pequeño exceso– los Capricornio no necesitamos rompernos la cabeza con muchos planes porque somos sencillamente los mejores. Como veis, he comenzado el año con la autoestima por las nubes. Se ve que todavía me duran los efectos de los brindis de Nochevieja. Bromas aparte, es bueno comenzar el año con energía y un tono positivo. 

Ayer, después de celebrar la Eucaristía matutina, viajé de Lima a Huacho en compañía de tres claretianos: uno peruano, otro boliviano y el tercero indonesio. Formábamos un alegre grupo multicultural. Recorrimos los 150 kilómetros que separan la capital de Huacho por una autopista de reciente construcción que atraviesa la franja desértica que hay entre el océano Pacífico y la cordillera andina. El objetivo de nuestro viaje era visitar la cripta de la catedral que acoge los restos del P. Eusebio Arróniz, un claretiano navarro que evangelizó la región de Huacho y que murió el 1 de noviembre de 1959 con fama de santidad. La gente del lugar sigue conservando su memoria. Incluso ha montado un pequeño museo que recoge fotografías, objetos y documentos relacionados con él y su actividad pastoral. Os confieso que me emociona conocer las historias de los misioneros que en diversas partes del mundo han consagrado su vida al servicio de Dios y de la gente. Necesitamos conocer testimonos de personas de carne y hueso que han sabido vivir la fe con profundidad y entrega en medio de muchas dificultades. Si no fuera por ellas, acabaríamos desanimándonos, pensaríamos que creer, esperar y amar son empresas imposibles. 

De regreso a Lima, dediqué un tiempo a repasar los muchos mensajes (escritos y grabados) que recibí con motivo del Año Nuevo. Más allá de su contenido (casi todos expresan deseos de salud, bienestar, éxito, paz, bendición, etc.), me alegra pensar que en determinados momentos del año recordamos de manera especial a las personas que más queremos y les expresamos nuestra estima sin pudor. Uno de los mensajes terminaba así: “Que sigas disfrutando acompañando a tus hermanos del mundo entero. Ya sabes que te quiero”. Reconozco que me sorprendió un poco el final. No es fácil prodigar ese “Ya sabes que te quiero”, pero admiro a las personas que saben expresar sentimientos así con espontaneidad. Algunos mueren sin haber pronunciado jamás un te quiero y sin que nadie se lo haya dicho con sinceridad.

Quizá nuestro mundo sería muy distinto si todos nos atreviéramos a manifestar nuestro cariño a las personas que nos rodean. A menudo, lo damos por supuesto, lo dejamos entrever mediante gestos de servicio, pero no se hunde el mundo si, en el momento oportuno, lo expresamos también con palabras. Evitaríamos que muchas personas sucumbieran a sentimientos negativos de soledad, uno de nuestros demonios contemporáneos. Repasando los mensajes recibidos, sintiéndome en comunión con tantas personas amigas alrededor del mundo, pensé en los millones de personas que no son significativas para nadie, que podrían desparecer y nadie sentiría su ausencia. ¿Cómo viven la Nochevieja y el Año Nuevo los solitarios de nuestro mundo, los que nunca reciben una carta o una llamada telefónica, los que no tienen parientes o amigos con quienes compartir la alegría de la fiesta? La otra cara de la amistad es siempre el desamor. Yo no me olvido de estas personas. Para ellas el Año Nuevo no representa una invitación a la novedad y la alegría sino solo la prolongación de un estado deplorable que quisieran dar por terminado más pronto que tarde.

En fin, solo me queda pedir vuestra oración por el fruto de la semana de ejercicios que hoy comienzo con un grupo de claretianos de Perú y Bolivia en nuestra casa de retiros de Chaclacayo, a unos 30 kilómetros de Lima. Es un lugar tranquilo, hermoso, ideal para una experiencia de silencio y recogimiento. Comenzamos los ejercicios en la memoria de los santos Basilio Magno y Gregorio Nacianceno, doctores de la Iglesia y excelentes amigos. Espero que desde Chaclacayo me sea posible seguir colgando los posts de los días siguientes, pero no puedo asegurarlo. Muchas casas de retiro no tiene conexión a internet para facilitar que los usuarios se dediquen a la oración y el silencio. 

Os dejo con un tema de Gaudea que lleva por título “Vamos Be Happy”. No vendrá mal una invitación como ésta en el primer lunes de este nuevo año 2017.


O una versión cómica del famoso Concierto de Año Nuevo en Viena a cargo del cuarteto español  Golden Apple Quartet.


1 comentario:

  1. Gonzalo, cuenta con mis oraciones para que el Espíritu esté bien presente entre vosotros.
    Me ha hecho pensar cuando dices que te ha sorprendido el final del mensaje: "Ya sabes que te quiero” y añades: No es fácil prodigar ese “Ya sabes que te quiero”, pero admiro a las personas que saben expresar sentimientos así con espontaneidad.
    Gonzalo, creo que los amigos, o una buena parte, del Rincón de Gundisalvus nos sentimmos queridos por ti, porque no se puede compartir, como lo haces, sin querer y que nosotros también podemos decir: ... ya sabes que te queremos... No es difícil expresarlo, no se hace y se da por supuesto, y seguramente el motivo, muchas veces, es para que no se interprete mal... Gracias... un abrazo

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