martes, 27 de diciembre de 2016

El lado brillante de la vida

Durante meses, debajo del título de este blog, escribí esta frase: “Quien busca problemas, encuentra problemas. Quien busca signos, debe abrir los ojos del corazón”. Para ver los problemas de la vida no hace falta ser un lince. Muchos son evidentes. El lado oscuro parece imponerse. A los literatos y cineastas, a los artistas en general, les encanta. Dicen que da más juego el mal que el bien. La literatura canalla o maldita goza siempre de buena aceptación. Por desgracia, no todo el mundo tiene la capacidad de ver “el lado brillante de la vida”. Pero existe. El periodista y escritor John Carlin acaba de publicar un artículo que se titula así: Siempre mira el lado brillante de la vida. En él intenta mostrar que, a pesar de todos los problemas que hoy vivimos, son más los elementos positivos que los negativos; en otras palabras, que la humanidad, vista en su conjunto, está progresando. Quizá no todos compartan este punto de vista optimista, pero creo que, en el fondo, lleva razón. Celebramos hoy la fiesta de san Juan Evangelista, a quien la tradición considera autor del evangelio que lleva su nombre. En él habla de siete grandes signos que muestran la divinidad de Jesús. El evangelio de Juan es como un manual de instrucciones que nos ayuda a descubrir el “lado profundo” de la vida, a leer desde la clave de Jesucristo el complejo pentagrama de la existencia humana.

Admiro a las personas que, en medio de los problemas, tienen la capacidad de ver lo que otros no ven: las semillas de verdad, bondad y belleza enterradas en el suelo de nuestra vida cotidiana. No son personas distintas de nosotros. Tienen sus limitaciones y fragilidades. No siempre son coherentes a la hora de llevar a la práctica lo que creen. Pero tienen algo que no se puede comprar: la capacidad de interpretar la realidad desde su clave más profunda. No se trata de porcentajes. No es cuestión de botellas medio llenas o medio vacías. No afirman que vivimos rodeados por un 49% de mal y un 51% de bien. Incluso en lo que llamamos mal son capaces de ver siempre un rayo de luz. Toda experiencia humana –desde las más luminosas hasta las más oscuras– siempre posee algo que nos ayuda a crecer si sabemos interpretarlo y acogerlo correctamente. ¿Por qué, por ejemplo, ante una enfermedad grave algunas personas se hunden y otras son capaces de crecer en humanidad?  Ver “el lado brillante de la vida” no significa abandonarse a espejismos o vanas ilusiones, sino ser capaces de descubrir que Dios todo lo hizo bien y que, por tanto, debemos esforzarnos en descubrirlo.

La Navidad es un tiempo lleno de signos. Se habla de ángeles, estrellas, luces, cantos… Pero el signo más radical es el niño “envuelto en pañales”. Según el relato de Lucas, solo los pastores –convocados por los ángeles– fueron capaces de reconocer en este niño al Mesías y, por tanto, se postraron para adorarlo. Mateo, por su parte, nos hablará de unos magos de Oriente. Solo ellos interpretaron el significado de la estrella y reconocieron también en el niño de Belén al Mesías esperado, a quien adoraron y homenajearon con sus regalos. Para un hombre o una mujer de fe, el verdadero “lado brillante de la vida” es cualquier experiencia en la que veamos el rostro de Jesús. Él está en las grandes realizaciones humanas producidas por la ciencia y el arte, pero también en los rostros desfigurados de las personas descartadas, allí donde nadie se imagina que Dios puede estar celado. Si la Navidad agudiza en nosotros este sexto sentido, habrá merecido la pena celebrarla un año más. Si no, tenemos que seguir buscando.


1 comentario:

  1. P. Gonzalo: Gracias por sus reflexiones, serenas y alentadoras. Aprovecho para desearle felices y santas fiestas de Navidad y de Año Nuevo junto a sus familia y sus amigos, también junto a los claretianos que visita. Me encomiendo a sus oraciones y le aseguro que lo hago presente siempre en las mías cuando oro diariamente por la querida Congregación.

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