jueves, 17 de noviembre de 2016

SOS, necesito ayuda

Ayer por la tarde me trajeron a un lugar llamado St. Paul Center of Renewal, en Alfonso, provincia de Cavite, a casi cuatro horas de Manila. El lugar es excepcional: amplio, tranquilo, rodeado de naturaleza y con todo lo necesario para unos días de retiro, incluyendo la ausencia de conexión a internet. Así que para colgar este post tengo que servirme de algunas estrategias que bordean la legalidad. O, por lo menos, las normas de la casa gestionada por una congregación femenina de origen francés. Estaré aquí hasta el día 21 por la tarde. Esta misma mañana comienzo unos días de retiro con un grupo de 45 claretianos entre los que hay filipinos (la mayoría), vietnamitas, indios, indonesios y algunos españoles. Casi todos están por debajo de los 40 años. Trabajan en diversos apostolados: desde la educación, las parroquias o las publicaciones, hasta puestos de frontera con los más pobres. A la habitual cordialidad oriental, unen un fuerte sentido lúdico y una gran capacidad expresiva. Conozco a casi todos. Desde el primer momento me he sentido en casa, aunque hacía ya nueve años que no visitaba el país. Todo invita, pues, a la confianza y al sosiego.

¿Todo? No. A última hora ha surgido en mí un temor sordo que no es “miedo escénico” o nerviosismo de principiante. Es algo más profundo. Tiene que ver con el sentido de un retiro. ¿Quién soy yo para acompañar a estas personas en su itinerario espiritual? ¿Con qué derecho voy a sugerir unas pistas cuando muchos de ellos llevan caminando toda una vida y se han desgastado por la misión? ¿Voy a enseñar algo a Bernardo, el más veterano, que cumplirá 90 años dentro de tres días, a él, que fue secuestrado por la guerrilla musulmana de Basilan hace un cuarto de siglo y que consiguió escapar sano y salvo? ¿A los misioneros que arriesgan su vida en territorios controlados por el grupo fundamentalista musulmán Abu Sayaf? ¿A Ric, que contrajo la malaria cerebral estando en Timor Oriental, que lleva años luchando por recuperar algunas facultades y que ha venido al retiro en su silla de ruedas, acompañado por dos enfermeros que lo cuidan día y noche? Pueden parecer preguntas retóricas, pero a mí me están dejando sin palabras. No pretendo decir a nadie lo que tiene que hacer o dar directrices incuestionables. Quisiera limitarme a crear un espacio de silencio y discernimiento en el que cada uno, abierto a la verdad de sí mismo, pueda escuchar la voz de Dios. Aspiro a no interferir este proceso personalísimo de escucha, a facilitarlo al máximo. Pero hay todavía algo más para lo que solicito la ayuda de los amigos de este blog. A ese “algo más” responde el SOS que he lanzado en el título.

Un retiro implica un conjunto de objetivos, contenidos, dinámicas, celebraciones, etc. Todo esto lo he preparado con antelación. Incluso entregaré a cada participante un folleto a modo de manual de instrucciones para estos días. Cuanto más y mejor preparo las cosas, más libre me siento para improvisar sobre la marcha siguiendo los impulsos de cada momento. No tengo el menor inconveniente en alterar el programa si de ese modo se responde mejor a las necesidades de las personas y de la propia dinámica. Pero un retiro no se reduce a la puesta en marcha de un programa: es una aventura interior en la que casi todo es imprevisible. A veces hay factores externos (como el clima, la alimentación, los espacios, etc.) que juegan su papel. Pero hay, sobre todo, factores internos que condicionan el camino: temores, recuerdos, cansancios, ansiedades, distracciones, deseos… Y hay una presencia misteriosa que guía suavemente todo: el Espíritu Santo. Él es el verdadero maestro interior, el responsable de que un retiro sea una experiencia de encuentro con Dios y de transformación personal. Por eso, es preciso invocarlo con fe. Los maestros clásicos confiaban más en el poder de intercesión que en las propias capacidades o destrezas. Sin embargo, algunos retiros modernos parecen, más bien, un ejercicio profesional de counseling o de dinámica de grupos para el que no es necesario contar con ningún agente extraño. Yo me apunto sin duda a la primera orientación. Esta es la razón por la que requiero vuestra ayuda. Me siento más sereno sabiendo que un buen grupo de personas en diversas partes del mundo está orando al Espíritu Santo para que los 45 misioneros que estamos reunidos en el St. Paul Center of Renewal nos abramos a su acción misteriosa y eficaz. Gracias por colaborar conmigo en esta misión compartida.

4 comentarios:

  1. Puedes ester seguro de que dssde este lugar de Europa no te va a faltar nuestra oración. Para que todo salga mejor de como lo tienes programado y para que los misioneros claretianos sigan creciendo porque en Europa y en España resulta cada vez más necesaria su labor. Será dificil que se pueda superar todo lo que tienes preparado pero, siguiendo tus enseñanzas, me atrevo a decirte que no olvides que es Dios quien hace y GONZALO un valioso instrumento para que el Espiritu Santo se haga presente entre tantos hombres generosos. Un abrazo

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  2. Puedes contar con mi humilde oración al Espíritu, para esos días.

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  3. Cuenta con mi oración... Gonzalo, tu eres un instrumento valioso del que se sirve y servirá el Espíritu para que cada uno de los misioneros pueda sacar "de su bodega" lo mejor de ellos mismos, abriéndose a su acción... Confia, estamos todos contigo.

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  4. En comunión de fe y vida desde Centroamérica.

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