jueves, 1 de junio de 2023

La corrupción viaja en autobús


Con el primer día de junio comenzamos el verano meteorológico en el hemisferio norte. Para el astronómico tenemos que esperar tres semanas más. La temperatura va subiendo lentamente. Por las tardes tendremos algunas tormentas en los próximos días, lo cual está muy bien para mantener la humedad necesaria, aunque no aumenten mucho las reservas de agua en los embalses. 

En circunstancias normales, hoy se celebraría la memoria del mártir san Justino, famoso filósofo y teólogo cristiano del siglo II, pero este año, al ser el primer jueves después de Pentecostés, la Iglesia de España, Chile, Colombia, Perú, Puerto Rico, Uruguay y Venezuela celebra la fiesta de Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote. No estamos muy acostumbrados a contemplar a Jesús como sacerdote. El suyo es un sacerdocio original y único.

Yo estoy reajustando mis coordenadas después de celebrar ayer por la tarde el funeral de mi hermano de comunidad Manuel Jesús Arroba. Fueron 90 minutos sobrios, serenos y cargados de esperanza en medio del dolor producido por su pérdida. Nos acompañaron algunos obispos y sacerdotes y muchos familiares y amigos. Nosotros le entregamos la vida de nuestro hermano a Dios. De Él vino, en Él vivió y a Él regresa. Esto deja en nosotros una paz profunda: “En la vida y en la muerte somos del Señor” (Rm 14,8). Cuando esta convicción de fe se hace carne de nuestra carne, todo se vive de manera diferente.


Por la mañana volví por última vez al tanatorio de la M-30 para velar su cadáver y encontrarme con algunos de sus familiares que no había podido saludar el día anterior. De regreso a casa en el autobús 21 fui testigo de una conversación que, de no ser por su contenido tóxico, no habría pasado de ser una de tantas anécdotas que a menudo suceden en los transportes públicos. Describo brevemente el contexto. En una de las paradas de la avenida Donostiarra se sentó a mi lado un señor de unos 70 años, barba y cabello blancos, gorra de jugador de beisbol y zapatillas deportivas. El aspecto era decididamente hortera. Se bajó en una de las paradas del barrio de Chamberí. Durante los quince minutos que estuvo en el autobús no paró de hablar por teléfono con un tal Rafa. Dado el volumen con que lo hacía, todos los que estábamos cerca nos enteramos de una conversación (o, más bien, de un monólogo) que reproduzco con cierta libertad. No omito sus palabrotas, aunque tal vez a algún lector le parezcan innecesarias o incluso puedan molestarle.
“Joder, Rafa, buenos días, que te llevo llamando toda la mañana. Nada, que he encontrado un piso de 210 metros cuadrados. Está en una buena zona. Estoy negociando, a ver si me lo dejan en 290.000 euros… Tú puedes poner la pasta. Vamos a ver, Rafa, ¿no te da vergüenza de que el banco solo te dé 12.000 euros al año por los 600.000 euros que tienes depositados? Déjame a mí. Yo sé cómo hacer. No te olvides que Paco es un “ratón de juzgados”… Que sí, joder, que no tengas miedo, que yo sé de esto. Llevo haciendo el paripé toda mi vida. Déjame, Rafa, que tú eres un cagueta. Yo me llevo mi comisión. Ya nos las arreglaremos para que todo parezca legal. Mira, me bajo ahora en Chamberí, tomamos un café y hablamos con calma...
Joder, Rafa, que todo va a parecer legal. No tengas miedo, fíate de mí. Si no arriesgamos, no vamos a ninguna parte. Sí, yo me encargo de negociar. Tú, tranquilo, tú sueltas la pasta, que te vas a pudrir de rico sin disfrutar nada. El resto lo hago yo con algún amiguete que entiende de esto. No, no te preocupes, que nadie va a notar nada. Fíate de mí, Rafa, no seas cagón. Además, está siempre el “ratón de juzgados” en caso de que algo falle. A ese no lo trincan. Te dejo, que me tengo que bajar”.

Efectivamente se bajó ajustándose su gorra de mafioso venido a menos. Yo continué media docena de paradas más. Aunque mi mente seguía fija en el tanatorio, experimenté una súbita indignación. ¿Cuántos corruptos a pequeña, mediana y gran escala hay en nuestra sociedad? ¿Es posible no sentir vergüenza de una actitud así, a sabiendas de que medio autobús está oyendo la conversación? 

Si esto se produce con tantos testigos, ¿cuántas operaciones fraudulentas de mucha más envergadura se llevarán a cabo en el secreto de algunos despachos, viviendas particulares, empresas y oficinas públicas? Si la corrupción viaja en un simple autobús urbano, no quiero ni pensar qué grado alcanzará cuando viaja en jets privados o en coches de alta cilindrada. ¡Menos mal que, mientras unos cuantos miles se lucran con la ingenuidad ajena, muchos millones trabajan con honradez para mantener a flote este complejo mundo nuestro!

2 comentarios:

  1. Habrá gente así como la que has descrito. Pero son muchísimo más corruptos los de "guante blanco" y que no se ven en los autobuses
    Yo cojo mucho el 21 y jamás he escichado una conversación así. Mas se cuecen en despachos y grandes comilonas

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  2. Y la corrupción también va a pie, andando por la acera y atropellando a quien sea, porque van tan absortos en su diálogo que ni se dan cuenta de los demás transeúntes.
    Y este es un señor de 70 años que podemos considerar que vivió en otra época que, las palabrotas eran solo para personas muy rudimentarias que ahora, muchos jóvenes tienen un vocabulario que da pena e incluso niños de primaria, cuando estás esperando en una salida de colegio, ya van con palabras que antes “eran de adultos ignorantes”.
    Nuestra sociedad está cambiando totalmente y a gran velocidad. Cambia para bien, pero también para mal…
    Iba leyendo la entrada de hoy y cuando acabo me pregunto: Y de toda la gente que va por el autobús, por la calle, ¿cuantos se habrán enterado de que hoy celebramos la fiesta de Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote?
    Gracias Gonzalo, porque en medio del silencio haces de altavoz, haciendo posible que nos podamos acercar a Dios… Gracias por la experiencia que nos comunicas y por la confianza que nos transmites, con estas palabras: “Nosotros le entregamos la vida de nuestro hermano a Dios. De Él vino, en Él vivió y a Él regresa”…

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