viernes, 16 de junio de 2023

En Vos confío


En estos últimos días temo abrir el correo electrónico o recibir una llamada telefónica. Varias personas muy queridas están compartiendo conmigo situaciones de dolor y, en algún caso, de angustia. La enfermedad, sobre todo el cáncer, está atacando a familiares cercanos. ¿Qué se puede decir en estos casos? ¿Cómo se mantiene la fe cuando parece que Dios no escucha nuestras oraciones? Más allá de las enfermedades físicas (que nunca son puramente físicas), hay muchas personas que están viviendo estos tiempos con ansiedad. 

Tienen trabajos precarios (o no los tienen en absoluto), se ven desbordadas por sus responsabilidades, viven climas familiares tóxicos, tienen la impresión de que no les da la vida para hacer frente a los muchos requerimientos que les llegan. No es fácil vivir bajo presión un día tras otro. A veces, ingenuamente, se cree que un fin de semana puede aliviar el peso, pero el lunes devuelve los problemas corregidos y aumentados. Por no haber, no hay tiempo ni ganas para un momento de oración sosegada en la que sea posible “ajustar las coordenadas” de una vida que parece abocada al precipicio.


Muchas de estas situaciones conocidas me han venido a la memoria hoy, solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús. En el evangelio del día, Jesús nos dice: “Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera” (Mt 11,28-30). He comentado estas palabras varias veces en este Rincón. Hoy quisiera prestar atención a los verbos que tienen que ver con Jesús (aliviar y ser) y con nosotros (venir, estar, cargar, aprender, encontrar). Jesús es, ante todo, manso y humilde. Su corazón no es de piedra, sino de carne compasiva. Por eso, puede aliviar nuestros cansancios y agobios. 

¿Qué se nos pide a nosotros? Se nos pide que vayamos a él, que no tengamos miedo de acercarnos y pedir su ayuda. Se nos pide también que carguemos con su yugo; es decir, que compartamos su suerte. Uncidos a su lado, el peso se hace más liviano. Además, como por contagio, aprendemos a ser como él; es decir, mansos y humildes. Su presencia cercana nos cura de la agresividad y del orgullo que, a menudo, están en el origen de nuestros sufrimientos y del que infligimos a los demás. El fruto de este proceso es el verbo encontrar. En Jesús encontramos nuestro verdadero descanso.


No se me ocurre una manera más radical y eficaz de afrontar las preocupaciones que nos impiden vivir con sosiego. Me imagino a mí mismo caminando junto a Jesús, codo con codo, los dos uncidos al yugo pesado de la vida. Dividir el peso entre los dos lo hace más liviano. Pero no solo eso. Sentir su respiración al lado, acompasar el paso a su ritmo tranquilo, hace que uno se vaya serenando sin saber cómo. El secreto está en la cercanía a Jesús. Si queremos resolver todo en solitario, pronto nos sentiremos agobiados. Me vienen ahora otras palabras de Jesús transmitidas por el evangelio de Juan: “Sin mí no podéis hacer nada” (Jn 15,5). 

A quienes me han llamado o escrito estos días para contarme situaciones de sufrimiento y pedir mi oración, los invito a acercarse a Jesús con confianza, a abrirse a su Corazón manso y humilde, a depositar en él todas sus cuitas, a aprender junto a él el arte de la paciencia y la confianza. Dios sabe lo que es mejor para nosotros y para las personas a las que queremos. Cuando tomamos conciencia de esto, encontramos el descanso que ningún fin de semana en una casa rural o ningún psicofármaco de moda nos puede dar. Sirviéndome de la jaculatoria tradicional, también yo me siento impulsado a decir hoy: “Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío”.



1 comentario:

  1. Gracias, por ir acompañándonos a este “encuentro con Jesús”… por las pistas que nos das. En momentos difíciles es necesario que alguien, que tiene experiencia de “camino” vaya acompañando para que no nos vayamos por derroteros… Cuando hay oscuridad se agradece que alguien ponga luz, para poder dar el paso de “este acercamiento a Jesús con confianza, a abrirnos a su Corazón manso y humilde” como nos aconsejas.
    Gracias porque a través de tus palabras que sosiegan, haces posible que lleguemos a Él, y podamos descubrir que, como nos dices, “El secreto está en la cercanía a Jesús.” Gracias por alertarnos de que “… si queremos resolver todo en solitario, pronto nos sentiremos agobiados…”
    Gracias Gonzalo por hacerte tu, también, compañero de camino… Feliz fiesta, también para ti, del Sagrado Corazón de Jesús

    ResponderEliminar

En este espacio puedes compartir tus opiniones, críticas o sugerencias con toda libertad. No olvides que no estamos en un aula o en un plató de televisión. Este espacio es una tertulia de amigos. Si no tienes ID propio, entra como usuario Anónimo, aunque siempre se agradece saber quién es quién. Si lo deseas, puedes escribir tu nombre al final. Muchas gracias.