domingo, 11 de junio de 2023

Tu Cuerpo adoramos, Señor

Embalse de la Cuerda del Pozo esta misma mañana
Asocio la solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo al sol y al calor. Este año, sin embargo, es una fiesta pasada por agua. Llueve suavemente. Del pinar salen vaharadas de vapor que dan un toque misterioso al bosque. Las aguas del embalse están mansas. Reflejan un cielo plomizo. Todo invita a la calma. Y se necesita mucha calma para acercarnos al misterio que hoy celebramos. El filósofo Byung-Chul Han, en su reciente obra Vida contemplativa, insiste en algo que nuestros maestros espirituales llevan siglos enseñándonos. Necesitamos aprender a no hacer nada. Vivimos en un momento de la historia completamente absorbido por la actividad. Percibimos la vida en términos de rendimiento. Todo se mide en función de lo que produce o renta. El no hacer nada nos parece un déficit, una negación. 

Y, sin embargo, solo cuando no hacemos nada dejamos que Dios haga su obra. En términos de productividad, la Eucaristía es perfectamente inútil. Podríamos vivir toda la vida sin ella y no sucedería nada. Se puede sobrevivir solo a base de pan material. Y, sin embargo, Jesús nos dice que el que quiera tener vida debe alimentarse con su Cuerpo y con su Sangre.

Puentecillo del parque infantil
En la homilía de la Eucaristía vespertina de ayer, les dije a los fieles que, a lo largo de los casi 41 años de sacerdocio, habré celebrado alrededor unas 14.700 misas. La cifra me hace temblar. Si somos lo que comemos, debería ser ya un Cristo viviente. Y, sin embargo, ¡cuánta negligencia, cuánta mediocridad! Es verdad que todos los días procuro celebrar con atención, siendo consciente de la fuerza del sacramento, pero eso no significa que luego viva eucarísticamente. Por desgracia, el reconocimiento del “cuerpo de Cristo” en la Eucaristía no siempre va acompañado por su reconocimiento en el cuerpo que es la Iglesia y en ese otro cuerpo doliente que son los pobres y necesitados. 

Me emociona la adoración al Cuerpo de Cristo, cada vez más valorada por los jóvenes cristianos tras décadas de un cierto abandono, pero es insuficiente, incluso un poco hipócrita, si no va acompañada por el cuidado amoroso de los “cuerpos de Cristo” que precisan amor. Hay personas que combinan ambas dimensiones con autenticidad, pero abundan también las que se escoran hacia un extremo y olvidan el otro. El “cuerpo de Cristo” es poliédrico. Su presencia eucarística se prolonga y se encarna en múltiples presencias que forman la sinfonía de su mundanidad espiritual.

Embalse de la Cuerda del Pozo
La Palabra de Dios de este día arroja mucha luz. La Eucaristía es -como lo fue el maná para el pueblo de Israel peregrinante por el desierto- el viático de nuestra peregrinación por esta vida. En medio de nuestras crisis, tentaciones y enfermedades, Jesús se hace para nosotros pan que nos conforta (primera lectura). En un mundo fragmentado y hasta polarizado por múltiples factores étnicos, políticas, económicos y culturales, la Eucaristía crea cuerpo, comunidad, familia. Quienes nos alimentamos del mismo pan formamos parte del mismo Cuerpo de Cristo, como los granos de trigo triturados y amasados producen el pan (segunda lectura). Finalmente, donde hay Eucaristía hay vida, Jesús lo repite de varias maneras: “Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo” (evangelio).

Por eso, me cuesta tanto comprender las razones de quienes dicen que creen en Dios y se reconocen como cristianos, pero no se sienten llamados a participar en la Eucaristía. ¿Cómo podemos considerarnos discípulos de Jesús y no hacer “en memoria suya” lo que él nos pidió? ¿Cómo vivir de manera sostenida una existencia eucarística (es decir, una vida de entrega a Dios y a los demás) si no alimentamos nuestra debilidad con el pan supersustancial de la Eucaristía? ¿Cómo puede haber Iglesia sin la celebración de la memoria de Jesús? 

Estas preguntas y preocupaciones me acompañan en un día como hoy en el que, si la lluvia lo permite, saldremos a las calles en procesión con Jesús Sacramentado, recorreremos los altares puestos en sitios estratégicos del pueblo y los niños que hace tres semanas hicieron la primera comunión arrojarán pétalos de rosa sobre la custodia y sobre los niños recién nacidos que son expuestos en los altares callejeros. Me gusta esta hermosa manifestación de fe si va acompañada por una preocupación sincera por el Cuerpo de Cristo en su totalidad.



1 comentario:

  1. Muchas gracias, estimado Gonzalo. Comparto un video con temática similar: https://www.google.com/search?q=te+ofreciste+Kyrios&rlz=1C1SQJL_esCO850CO850&oq=te+ofreciste+Kyrios&aqs=chrome..69i57j33i160l2.6315j0j4&sourceid=chrome&ie=UTF-8#fpstate=ive&vld=cid:a9d7f860,vid:MKrsRxZtvyo

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