jueves, 22 de junio de 2023

Contrastes que hacen llorar


Hoy muchos periódicos hablan con profusión de las tareas de rescate del sumergible Titán. En el momento de escribir esta entrada quedan pocas horas para que se le acabe el oxígeno. En ese pequeño submarino viajan cinco millonarios (Tockton Rush, Hamish Harding, Paul-Henri Nargeolet, Shahzada Daowood y Suleman Dawood) que han pagado unos 230.000 euros por descender hasta el lugar donde se encuentran los restos del Titanic. Sabían que la aventura era peligrosa, pero ellos asumieron los riesgos. El famoso trasatlántico hundido sigue siendo un poderoso imán para muchos. 

Ante la pérdida de contacto con el sumergible, se ha desplegado una costosísima operación de rescate que ojalá consiga devolver a la superficie a estos cinco temerarios aventureros. Parece que las autoridades no están reparando en gastos para encontrarlos con vida. Hay en la zona barcos y helicópteros dotados con grandes medios tecnológicos. 


La noticia de este despliegue mayúsculo contrasta con la poca atención que recibieron los 400 inmigrantes cuya embarcación se hundió hace una semana a 87 kilómetros de la costa griega. Las víctimas y desaparecidos se cuentan por centenas. Cinco personas ricas están recibiendo una cobertura extraordinaria mientras 400 personas pobres son casi abandonadas a su suerte. Me parece una parábola de la dinámica que mueve nuestro mundo a todos los niveles. El refranero popular ha acuñado sentencias que la resumen muy bien: “Quien tiene padrino se bautiza”. 

En la vida cotidiana los contactos y las influencias son decisivos. Quienes están conectados con personas influyentes (tanto en el campo de la economía, como de la política, de los medios de comunicación o incluso de la Iglesia) tienen más probabilidades de lograr sus objetivos que quienes no saben dónde caerse muertos. Los privilegios están a la orden del día. Casi todos los buscamos de una manera u otra. Nos escandalizamos cuando son otros quienes se aprovechan, pero nos parece normal si se trata de algo que nos afecta a nosotros. Me temo que, mientras el mundo exista, siempre será así.


¿Cómo lograr que la fe cristiana, que considera a todos los hombres y mujeres como hermanos y hermanas, venza los privilegios de clase y se preocupe por todos y cada uno de los seres humanos por el mero hecho de serlo, no por la cuna en la que han nacido o por el montante de su cuenta bancaria? Nunca vamos a lograr en esta vida la equidad perfecta, pero, por lo menos, sabemos muy bien en qué dirección debemos caminar y dónde concentrar nuestros esfuerzos. Todos los seres humanos son dignos de consideración, pero es claro que en la escala de Jesús los menesterosos, los que no tienen abogado defensor, son sus preferidos. Y así tendría que ser también para quienes nos gloriamos de ser sus seguidores. 

Aunque hemos avanzado mucho en los derechos sociales, en este punto el Evangelio está casi por estrenar. Hay contrastes tan fuertes e indignantes que nos hacen llorar, pero no es suficiente el lamento. Necesitamos ayudarnos unos a otros a crear la conciencia de que no podemos medir a los seres humanos en razón de su raza o clase social, sino de su verdadera necesidad. Los primeros deben ser siempre los más indefensos.

3 comentarios:

  1. Que razón, Gonzalo. He pensado lo mismo estos días. Hay un punto de frivolidad tremendo. Gracias

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    1. ¡¡¡¡Cómo nos hace falta a todos, ser un poco cristianos de verdad!!!

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  2. Estamos en un mundo cada vez más deshumanizado, donde aumentan las diferencias entre los ricos y los pobres… Va desapareciendo la clase media.
    En una ciudad, quizás no es tan visible, pero en los pueblos se viven mucho más los contrastes. Actualmente, los niños y niñas van creciendo sin enterarse “de la película”. Se les protege y se les facilita todo. Se les esconden los problemas y, más tarde, son los jóvenes que creen que todo es fácil y desconocen el esfuerzo que supone el día a día. Siempre hay la excepción.
    A mí me llama la atención que ya, en tiempos de Jesús, Él mismo nos dijo y continua diciendo: “a los pobres siempre los tendréis con vosotros…”
    Gracias Gonzalo, por sensibilizarnos ante los problemas de nuestra sociedad.

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