viernes, 27 de mayo de 2016

Cuatro palabras que cambian la vida

Hace años, al final de una semana de ejercicios espirituales que dirigí en España, invité a los participantes a compartir con los demás su plan de vida para el futuro. Se supone que uno, tras una experiencia espiritual intensa, se anima a corregir, cambiar o reforzar algún aspecto de su vida. Todos fueron desgranando con más o menos detalle sus planes. Algunos fueron muy concretos. En general, todo entraba dentro de lo previsible… hasta que le llegó el turno a un compañero a quien aprecio mucho por su honradez, su finura intelectual y su discreción. Comenzó diciendo que su proyecto de vida se reducía a cuatro palabras. Todos pensamos que era una forma de hablar. Tal vez enunciaría unas cuantas palabras clave y luego iría explicando su contenido. Pero no. Se trataba de cuatro palabras: ni una más, ni una menos. Y para colmo, dos de ellas eran monosílabos. A todos nos resultaron enigmáticas, pero enseguida comprendimos que eran fruto de un discernimiento agudo y, sobre todo, de una fuerte determinación. Es probable que llevara tiempo tratando de afrontar algún problema personal o dilatando alguna decisión importante. En los ejercicios espirituales se había sentido contra las cuerdas. O había encontrado la fuerza que necesitaba. Tuvo la lucidez y el coraje para concentrar su resolución en aquellas benditas cuatro palabras.

Todos nosotros podemos atravesar encrucijadas parecidas. Llevamos tiempo (a veces años) dando vueltas en la cabeza a algún asunto, pero no acabamos de encontrar el momento oportuno para abordarlo o compartirlo. A veces, se trata de la lucha contra alguna adicción (tabaco, alcohol, juegos, apuestas, pornografía). Otras se refiere a pedir perdón a alguien a quien hemos ofendido o a cauterizar alguna herida abierta. Muy a menudo los planes tienen que ver con empezar algo nuevo: una relación, un trabajo, el aprendizaje de una lengua o de un deporte, un ritmo de oración personal, una dieta equilibrada, etc.

¿Cómo se pasa del deseo a la decisión? ¿Por dónde se empieza?  ¿Cómo se organiza el camino? Las cuatro palabras de mi compañero causaron gran impacto en el grupo. No solo por lo que expresaban sino por la contundencia con que fueron pronunciadas. De hecho, todavía las recuerdo con precisión. Siguen siendo tan válidas hoy como hace años. Muchos las pronuncian también, pero no creen en ellas. Suenan a excusa.  Pero si uno las toma en serio, pueden cambiar muchas cosas. Sí, cuatro palabras, catorce letras: “De mañana no pasa”. 

1 comentario:

  1. El "el mañana" puede o no puede cambiar la vida, según las circunstancias. Hay el que dice "de mañana no paso" que dejo de fumar y al dia siguiente, vuelve a fumar y se dice lo mismo "de mañana no paso". El que sí lo cambia es el presente: "de hoy no paso" que equivale a decir: empiezo ya...
    Gracias por dar pie a la reflexión.

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