lunes, 29 de mayo de 2023

Vuelta al tiempo ordinario


Tras la intensa y jubilosa cincuentena pascual, volvemos hoy lunes al tiempo ordinario. Lo hacemos con la memoria de la Bienaventurada Virgen María, Madre de la Iglesia, instituida hace cinco años. Tras la fiesta de Pentecostés, es hermoso contemplar a María reunida en el cenáculo con la Iglesia naciente. En estos tiempos de tensiones eclesiales y de trabajoso camino hacia la sinodalidad, también María sigue aglutinándonos a todos para que nos dejemos guiar por el Espíritu y no por nuestros deseos. La Iglesia no va adelante sin que todos los “principios” (el petrino, el paulino, el joánico y, sobre todo, el mariano) se articulen armoniosamente. 

La Madre de la Iglesia pertenece a la casa del “discípulo amado”. Jesús la ha dejado a su comunidad como parte de su testamento. Sin María, la Iglesia no sabe bien quién es y cómo se encarna a Cristo en su misión evangelizadora. Por eso, es útil reanudar el tiempo ordinario celebrando la presencia de la Madre en la espiritualidad cotidiana, en la tarea de ir haciendo Iglesia sobre los cuatro pilares que señalan los Hechos de los Apóstoles: la escucha de la Palabra (kerygma), la comunión (koinonía), la liturgia (leitourgia) y la misión entendida como servicio (diakonía) y testimonio (martyría).


Los periódicos hablan también de la muerte de Antonio Gala (1930-2023), a la edad de 92 años. Como Francisco Umbral o Camilo José Cela, también Gala supo construir su propio personaje para celar el misterio de su persona. No entro a glosar su vida o a juzgar su obra. Me limito a evocar un texto suyo que me lleva acompañando desde hace décadas. Lo propuse hace algo más de dos años en una de las entradas de este blog. Para mí no tiene desperdicio. Quizá no sea recordado como El Manuscrito carmesí, La Pasión turca o Testamento andaluz. Pero contiene gotas de espiritualidad que pueden regar la aridez que hoy padecemos. 

Las palabras puestas en labios del antipapa Luna no han pasado de moda. Creo que incluso hoy suenan más verdaderas que hace tres décadas, cuando Gala las escribió para uno de los guiones de la serie Paisajes con figura. No me resisto a transcribir un párrafo: “Entre nosotros no ha habido tiempo para el amor. Teníamos demasiadas cosas que hacer, demasiados entuertos que enmendar, demasiadas tareas que cumplir. No el amor, el deber me ha conducido a Ti. Y ahora, a deshora, caigo en la cuenta de que perdí la vida, salvo que Tú le des, después de terminada, algún sentido”. El deber sin amor es solo un ejercicio de funcionariado cristiano, una espiritualidad burocrática y sin alma. 


Con todo, la gran noticia de hoy es el triunfo del Partido Popular en las elecciones de ayer y el fracaso de Ciudadanos, Unidas Podemos y el PSOE (llevado al precipicio por Pedro Sánchez). No voy a adentrarme en los vericuetos del análisis político. Los medios de comunicación social nos están ofreciendo opiniones de todos los colores. Por otra parte, cada vez que escribo sobre cuestiones políticas, el blog experimenta una caída significativa en el número de lectores. A mis amigos latinoamericanos les interés poco lo que sucede en esta parte del mundo. 

Más allá de los aciertos y errores de unos y de otros, hay algo que para mí resulta evidente. No se puede jugar con la confianza de los ciudadanos durante mucho tiempo. Engañar sistemáticamente a los electores y pensar que eso no va a tener consecuencias es uno de esos errores que solo cometen quienes están muy contentos de haberse conocido y no escuchan de verdad a las personas. 

Me duele que algunos líderes valiosos del PSOE hayan sido arrastrados por un tsunami del que no eran responsables. Creo que han pagado las consecuencias de la contradictoria política de su jefe de filas. Es solo el preludio de lo que previsiblemente sucederá en las elecciones generales que han sido adelantadas sorpresivamente al 23 de julio. Todavía nos queda el mecanismo de las elecciones libres para defendernos de quienes, ignorando a la sociedad, pretenden controlarlo todo.

1 comentario:

  1. El tema de las elecciones lleva a una pregunta: ¿qué pasa en nuestra sociedad, teniendo en cuenta de cómo ha bajado la participación en las elecciones? Estamos con muchos cambios, ya no me atrevo a decir si para mejor o para peor… pero parece que vamos eludiendo responsabilidades como ciudadanos, en este campo y en otros de la vida diaria.
    Hay momentos que se hace difícil conjugar la espiritualidad con la lucha diaria a la que nos lleva la sociedad. Necesitamos aires frescos como los que nos lleva al tener presente a María, madre de la Iglesia. Con ella podemos sentirnos acompañados y protegidos.
    Gracias Gonzalo por habernos facilitado el leer el Decreto que nos recuerda que María es Madre de la Iglesia y por lo tanto madre nuestra.

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