jueves, 11 de mayo de 2023

Laboratorio intercultural


En cuanto salgo de la casa de espiritualidad Pare Claret de Vic a la rambla de Sant Domènec veo hombres y mujeres (sobre todo, jóvenes) con aspecto de magrebíes. Las mujeres visten faldas largas, van cubiertas con un pañuelo y casi siempre llevan consigo varios niños. Abundan también los africanos negros, los latinoamericanos y algunos grupos de asiáticos. La ciudad catalana de Vic, con algo menos de 50.000 habitantes, es una ciudad cosmopolita. Al fin y al cabo, el 28,85% de su población proviene (por este orden) de Marruecos, Ghana, India, Nigeria, Colombia, Senegal, China, Rumanía, Ecuador, Polonia, Georgia, Honduras y  otros muchos países.

La directora de un colegio que pertenece a una congregación religiosa femenina me decía ayer que en cada clase no suele haber más de dos o tres niños de origen catalán. La gran mayoría han venido de fuera o, aunque hayan nacido en Vic, provienen de familias extranjeras. Es verdad que con la pandemia se ha reducido un poco el porcentaje de inmigrantes, pero no sería extraño que en los próximos años alcance un tercio de la población general. 

Lo que en Vic resulta muy visible es un fenómeno que está presente en todo el continente europeo, sobre todo en los países occidentales. Europa es cada vez más multicultural, aunque en proporciones muy diversas según los países. Los cuatro países de la Unión Europea con más población de inmigrantes son, por este orden: Alemania, Francia, Italia y España. 


La multiculturalidad es un dato del presente, la interculturalidad es un desafío para el futuro. El hecho de que en una sociedad haya muchas personas provenientes de distintos países, etnias, culturas y religiones no significa que esa sociedad sea intercultural. De entrada, la diversidad se suele vivir como mera acumulación o yuxtaposición, pero no como proyecto común de vida. A menudo, los grupos nacionales, religiosos o lingüísticos son minorías que viven encerradas en sí mismas. En ocasiones, se convierten casi en guetos. Esto puede deberse a que la sociedad receptora de los inmigrantes es muy reacia a aceptar extranjeros, incluso xenófoba, o a que las personas o grupos que llegan no quieren integrarse en el lugar por diversas razones: prejuicios culturales, orgullo nacional, barreras lingüísticas, diferencias económicas, etc. 

Normalmente, la primera generación de inmigrantes adopta una actitud defensiva. Temen perder sus raíces si se integran completamente en la nueva sociedad. La mayoría intenta aprovechar las oportunidades que esta sociedad de acogida les brinda (trabajo, educación, sanidad, ayudas sociales, etc.), pero minimizando su influencia, sobre todo cuando hay de por medio creencias religiosas o identidades raciales y lingüísticas diferentes y muy acentuadas. En condiciones normales, estas interacciones se viven de manera pacífica porque la mayoría hace un esfuerzo de coexistencia que beneficia a todos. Pero, en ocasiones, se producen tensiones que pueden desembocar en reacciones violentas. Se han dado casos en países como Francia y Alemania.


Aunque es muy difícil, lo ideal en estas sociedades mixtas es pasar de la mera multiculturalidad a la interculturalidad. En este proceso, la educación juega un papel decisivo; por eso, las nuevas generaciones tienen que crecer en valores como la apertura, la tolerancia, el respeto, el diálogo, el trabajo en equipo, etc. Los claretianos de Vic tenemos un centro, llamado Casal Claret, que es como un laboratorio de mutuo conocimiento y convivencia, un espacio en el que se encuentran personas de distintas culturas y religiones y, a través del trabajo en común, el diálogo y la fiesta, encuentran nuevos cauces para la convivencia. Una tarea parecida se hace en los centros educativos y en otros foros de encuentro. 

En relación con los cristianos católicos, cada domingo hay en nuestro templo una misa en catalán a las 10 (abierta a todos, pero pensada, sobre todo, para los cristianos autóctonos), otra en inglés a las 11 (para los inmigrantes provenientes de Ghana, Nigeria y otros países africanos angloparlantes) y otra en castellano a las 12,15 (para los católicos de origen latinoamericano). De esta forma, cada grupo puede sentirse más en casa a la hora de celebrar la fe y apoyarse mutuamente.

El primer domingo de cada mes celebran a las 11 de la mañana la llamada “misa internacional” en la que se juntan los tres grupos. La misa se celebra en las tres lenguas (catalán, inglés y castellano) y se enriquece con cantos y oraciones provenientes de varios contextos. Me parece una forma hermosa y práctica de asegurar la unidad y la diversidad, al menos en esta primera etapa de integración. Más allá de las formas concretas, lo que importa es tener claros los valores que hay de fondo: respeto a las personas y sus tradiciones, superación de prejuicios y barreras, valoración de la fraternidad universal, etc. Si algo tenemos que hacer los misioneros es siempre tender puentes que nos ayuden a vivir la esencial fraternidad entre todos los seres humanos y adiestrarnos para vivir pacífica y creativamente en sociedades interculturales.

1 comentario:

  1. Esta realidad de la multiculturalidad que se vive en Vic, también se vive en las poblaciones cercanas… Vic y comarca, en diez años se ha transformado totalmente en este aspecto. Nos enriquece si sabemos aprovechar todos los valores de unos y otros y respetar y hacernos respetar.
    Es muy difícil saber ver y acoger a un extranjero sin “quitar etiquetas”… y no nos deja ver la riqueza que nos aporta la interculturalidad.
    Escribes: “Si algo tenemos que hacer los misioneros es siempre “tender puentes” que nos ayuden a vivir la esencial fraternidad entre todos los seres humanos y adiestrarnos para vivir pacífica y creativamente en sociedades interculturales.” Y yo añado que también “la gente de a pie” nos sentimos interpelados por esta realidad y desde nuestros lugares de trabajo, de ocio, de formación… Intentamos “tender puentes” que nos benefician a todos para conseguir una sana convivencia.
    Gracias Gonzalo por ayudarnos a tomar conciencia de esta realidad.

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