domingo, 7 de mayo de 2023

Bendecidos para bendecir


Se me acumulan los motivos en este domingo 7 de mayo. Hoy se cumplen 73 años de la canonización de san Antonio María Claret, que tuvo lugar en la basílica de san Pedro de Roma el 7 de mayo de 1950. Estando junto a su sepulcro en Vic, el recuerdo es más vívido. En algunos países, como España, se celebra el Día de la Madre. Su origen comercial no impide que sea un día para la gratitud. Los periódicos se hacen eco de la coronación del rey Carlos III en Londres y, para los más futboleros, de la victoria del Real Madrid frente al Osasuna en la final de la Copa del Rey que se jugó anoche en el estadio de La Cartuja de Sevilla

Como las aguas andan revueltas, algunos incluso se atreven a poner fecha para el comienzo de la tercera guerra mundial e incluso para el final del planeta Tierra, mientras otros, expertos en el asunto, nos advierten de los graves peligros de la inteligencia artificial. Se habla incluso de que puede ser una nueva bomba atómica. ¡Menos mal que la Palabra de Dios pone luz y cordura en este laberinto de emociones! 

En este V Domingo de Pascua Jesús nos dirige el mismo mensaje que dirigió a sus primeros discípulos: “No se turbe vuestro corazón, creed en Dios y creed también en mí”. Nos hace bien esta invitación a la serenidad en tiempos turbulentos. Y también la invitación a creer en Dios y en él. Pero ¿por qué habríamos de creer en Jesús? Él mismo nos da la respuesta: “Yo soy el camino y la verdad y la vida. Nadie va al Padre sino por mí”. Los efectos de la fe son manifiestos: “El que cree en mí, también él hará las obras que yo hago, y aún mayores”. Necesitamos rumiar estas palabras con serenidad para ver si pueden iluminar las encrucijadas que hoy estamos viviendo. Solo ellas pueden ayudarnos a serenar un corazón turbado e incrédulo.


El viernes por la tarde volví a ver la película “Libres” en el cine Sucre de Vic, junto con los compañeros que participan en el taller sobre liderazgo. Todos salimos de la sala 5 encantados y hasta un poco subyugados por la belleza y la profundidad de las imágenes y las palabras. Durante la cena no paramos de hacer comentarios sobre la película. Aunque ya escribí sobre ella hace una semana, vuelvo a la carga porque hay una coincidencia entre la obra de Santos Blanco y el Evangelio de este domingo. La película se estructura en torno a tres palabras que Jesús se aplica a sí mismo: camino, verdad y vida. La existencia de los monjes es una especie de narración existencial de estas tres palabras. 
  • En medio de las encrucijadas a las que nos enfrentamos en la cultura VICA de hoy, cuando nos sentimos aturdidos por muchas propuestas y no sabemos qué rumbo tomar, los monjes nos recuerdan (no solo con palabras, sino, sobre todo, con el testimonio de su vida) que Jesús es el camino que nos conduce a Dios y, por tanto, a la raíz y meta de nuestra existencia. No nos perderemos si ponemos nuestros ojos en Jesús y lo seguimos dulcemente como las ovejas siguen a su pastor. 
  • Cuando estamos asaeteados por mentiras y medias verdades, cuando no nos fiamos de los políticos y desconfiamos de los hombres de ciencia y hasta de nuestros líderes religiosos, los hombres y mujeres del silencio nos recuerdan que Jesús es la verdad que nos hace libres. Ellos lo han experimentado en carne propia. Por eso, no añoran otras cosas. Cuentan lo que viven. 
  • En un momento en el que la vida humana está expuesta a incontables riesgos y se empieza a hablar descaradamente de una tercera guerra mundial, cuando crece el número de adolescentes y jóvenes que en vez de soñar un futuro mejor se quitan la vida, los “centinelas del Absoluto” nos dicen que Jesús es vida y que él ha venido para que tengamos vida, no a cuentagotas, sino en abundancia.


No sé por qué misteriosa razón hay tantas personas que se desentienden de Jesús
cuando la fe en él nos permite afrontar la existencia con sentido y esperanza. Es como si estuviéramos sedientos y nos negáramos a beber el agua que brota de un manantial cercano. ¿Por qué tantos jóvenes prefieren sepultarse en pasatiempos engañosos y no se atreven a mirar a los ojos a Jesús y a dejarse mirar por él? ¿Qué no estamos haciendo bien sus seguidores para que su figura no resulte más atractiva y liberadora? ¿Cómo podríamos compartir el tesoro de la fe en Jesús (“camino, verdad y vida”) para que muchas personas no se abandonen al sinsentido y se pierdan por los vericuetos del placer, el trabajo, el conformismo o la violencia? Son algunas de las preguntas que me acuden en este hermoso domingo de Pascua. 

Necesitamos tomar conciencia de nuestra verdadera identidad en línea con lo que leemos hoy en la segunda carta de Pedro: “Vosotros sois un linaje elegido, un sacerdocio real, una nación santa, un pueblo adquirido por Dios para que anunciéis las proezas del que os llamó de las tinieblas a su luz maravillosa”. Hemos sido bendecidos para bendecir. Se nos ha comunicado una experiencia para anunciarla. Pongamos manos a la obra.



1 comentario:

  1. Una entrada llena de mensajes… Todos interpeladores en algún sentido.
    Para comentar me fijo en dos. Uno el de la IA… Lo poco que sé, realmente da miedo. He tenido alguna experiencia muy elemental y no me atrevo a ir a más.
    Y el otro sobre la película “Libres”. Acabo de verla y me he sentido muy interpelada por ella. Es una película que hay que ir asimilándola poco a poco. Tiene mensajes para todos los públicos. Ayuda a comprenderla recordando lo que has escrito: “La película se estructura en torno a tres palabras que Jesús se aplica a sí mismo: camino, verdad y vida.”
    Escribes: “No sé por qué misteriosa razón hay tantas personas que se desentienden de Jesús cuando la fe en él nos permite afrontar la existencia con sentido y esperanza.” No todos tienen la suerte de que les llegue el mensaje de Jesús, predicado con palabras y sobre todo con “la vida”.
    Gracias Gonzalo por tu testimonio constante de tu fe en Jesús, acercándonos a Él por todos los medios posibles.

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