domingo, 30 de abril de 2023

Vida a tope


Apenas cuelgue la entrada de hoy, me pondré en camino hacia Barcelona, en donde pasaré las dos próximas semanas. Ojo, no voy a participar en el segundo concierto de The Boss en el Estadi Olímpic -¡qué más quisiera yo!- ni tampoco voy a disfrutar del largo puente con el que comienza el mes de mayo en alguna de las playas de la costa catalana. El objetivo es dirigir un nuevo taller de liderazgo, semejante a los que tuve en la India en febrero y en Camerún en marzo, pero esta vez para los claretianos de las provincias de Europa. Es probable que la lluvia me acompañe durante el trayecto. ¡Ojalá el último día de abril haga honor al refrán “en abril, aguas mil”

Antes de fijarme en algún aspecto de la liturgia de hoy, la mente se me va a dos puntos geográficos, muy distantes entre sí, donde en las últimas horas algunos de mis amigos han vivido experiencias singulares que tienen que ver con la fe: por una parte, la adoración y la alabanza; por otra, la fiesta y el compromiso solidario. El denominador común es el encuentro entre creyentes y personas de buena voluntad.


Anoche, en el auditorio de un instituto católico del Bronx neoyorquino, mi amigo, el sacerdote mexicano Heriberto García Arias, participó en La Noche Blanca, un evento de música y adoración que reunió a cantantes, predicadores y un nutrido grupo de cristianos. A él lo invitó la arquidiócesis de New York. Tuvo que volar desde Roma donde ahora reside.

No sé cómo habrá resultado el evento, porque hace solo un par de horas que ha concluido, pero imagino que habrá sido una explosión de entusiasmo en uno de los barrios más famosos de la Gran Manzana. Conozco el estilo festivo y sentimental de los católicos hispanos. En Europa no estamos muy acostumbrados a eventos de este tipo, salvo entre quienes se mueven en ambientes carismáticos. Alabar al Señor mantiene la fe viva. Cuando cesa la alabanza, la fe se marchita o se transforma en filantropía.


En un lugar más cercano en el espacio y en el corazón, en mi pueblo natal, ayer organizaron una “parrillada solidaria” en la plaza mayor con objeto de recaudar fondos para Manos Unidas y, de paso, propiciar un momento de encuentro en torno a la comida. Parece una paradoja que se quiera combatir el hambre a base de comida, pero en este paradójico hecho hay más profundidad de la que aparece a primera vista. Esta “política de los manteles” (aunque ayer no hubo manteles) también fue muy usada por Jesús. 

Quienes comen juntos se reconocen, se aceptan y aprenden a con-vivir. La comida es una expresión de vida. Quien te da de comer quiere que sigas viviendo. La solidaridad sigue teniendo mucho tirón entre nosotros. ¿No es esta una hermosa expresión de una fe que no solo es alabanza y adoración, sino también compasión, una fe que se encarna, que toca suelo, que se hace cargo de las necesidades del mundo?


Hoy, IV Domingo de Pascua, es el conocido como el domingo del Buen Pastor. Es verdad que el salmo responsorial habla del Señor como pastor y que la primera parte del fragmento del evangelio de Juan que leemos en la misa (ciclo A), habla de un pastor (Jesús) que  va llamando por el nombre a sus ovejas y las saca fuera. Cuando ha sacado todas las suyas camina delante de ellas, y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz”.  Pero el acento recae, más bien, en presentar as Jesús como puerta: Yo soy la puerta de las ovejas”. Por si la imagen fuera oscura, el mismo Jesús la aclara: “Yo soy la puerta: quien entre por mí se salvará y podrá entrar y salir, y encontrará pastos”. Jesús no es como esos ladrones que entran en el aprisco “para robar y matar y hacer estragos”. Algunos nos resultan familiares. Jesús ha venido “para que tengan vida y la tengan abundante”. 

Él es una puerta de vida, no de muerte. La fe es, ante todo, vida. Tanto el concierto del Bronx neoyorquino como la parrillada visontina son expresiones de una fe que no se limita a hacer lo de siempre, sino que explora nuevos caminos. Cuando la gente percibe que hay vida (lo que no siempre ocurre en nuestras celebraciones), se siente atraída porque la vida contagia vida. Y donde hay vida siempre está Jesús. Su misión consiste precisamente en regalar vida a manos llenas. ¡Que no pare la fiesta!

4 comentarios:

  1. El Buen Pastor que da la vida por sus ovejas. Nuestro villa, que no pueblo, es muy solidaria y sus gentes tambiėn. Y, por último, me da pena que no pudieras ver al Boss. Muchos saludos y mucha salud

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  2. Gracias por tus palabras Gonzalo. Ayer fue una jornada especial y emotiva, dónde se pudo ver a nuestro querido pueblo, Vinuesa, unido por una buena causa, una gran Comunidad y cientos de corazones solidarios.
    No pude evitar emocionarme en éste proyecto de La Parroquia de Nuestra Señora Del Pino, ella nos ayudó a que todo transcurriera así.
    Días previos de nervios , contratiempos y dudas. Lo dejamos en manos de Nuestra Virgen y sólo puedo decir: GRACIAS A TODOS POR VUESTRO GRANITO DE ARENA.

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  3. En un fin de semana, cuantas actividades diferentes, en lugares diferentes y bien distantes y que nos pueden llevar a un punto en común: al encuentro de Jesús, a cruzar por la puerta que es puerta de VIDA…
    Hay momentos en los que las palabras tienen más fuerza, según vienen escritas o escuchadas y también en el momento en que vivimos… Nos ayuda el ver, ante la reflexión, que “la vida contagia vida” y aprender a descubrir que la fe, es ante todo vida y lo bueno será saber explorar nuevos caminos para transmitirla.
    Gracias Gonzalo por ayudarnos a descubrir que donde hay vida siempre está Jesús.

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  4. Que no pare la fiesta de una vida que nos conduzca a la “puerta”.

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