martes, 4 de abril de 2023

Los tres amigos de Jesús


En los últimos días de Jesús desfilan por su vida muchas personas de todo tipo. La hora de la prueba pone a las claras quiénes son sus verdaderos amigos. Se cumple el dicho atribuido a Napoleón: “El éxito tiene muchos padres; el fracaso es huérfano”. Sus discípulos no estuvieron a la altura del desafío, ni siquiera Pedro, que presumía de ser su lugarteniente. En el evangelio de ayer notamos una excepción. Juan dice que “seis días antes de la Pascua, fue Jesús a Betania, donde vivía Lázaro, a quien había resucitado de entre los muertos. Allí le ofrecieron una cena; Marta servía, y Lázaro era uno de los que estaban con él a la mesa. María tomó una libra de perfume de nardo, auténtico y costoso, le ungió a Jesús los pies y se los enjugó con su cabellera. Y la casa se llenó de la fragancia del perfume”. 

En pocos versículos se describe a los tres amigos de Jesús, miembros de la misma familia. De Marta se dice que “servía”. Lázaro “estaba con él a la mesa”. María le ungía y enjugaba los pies. Son tres perfiles, tres modos de relacionarse con el Maestro. El resultado de este triángulo de amistad es que “la casa se llenó de la fragancia del perfume”.


Servir a Jesús (Marta), estar con él (Lázaro) y darle lo mejor sin medida (María) son formas de amar a Jesús que nos ayudan a saber cómo podemos amarlo nosotros. Seis días antes de su muerte, Jesús no necesita ni abogados ni soldados. Necesita amigos, personas que lo acojan sin hacerle preguntas, que compartan su suerte. De hecho, Lázaro corrió muchos riesgos. El evangelio de Juan lo explica: “Los sumos sacerdotes decidieron matar también a Lázaro, porque muchos judíos, por su causa, se les iban y creían en Jesús”. 

¿Qué significa ser “amigos de Jesús”? Es imposible responder esta pregunta sin tomar conciencia de lo que significa la amistad para cada uno de nosotros. Conozco a un latinoamericano que hace gala de no llamar casi nunca a sus amigos (entre los que me cuento) porque, según él, la verdadera amistad siempre está ahí, no necesita especiales cuidados. Más aún, la falta de cuidados hace que la amistad se robustezca y, sobre todo, sea libre. Otros amigos, por el contrario, valoran los pequeños detalles y multiplican los gestos de cercanía porque -como dice el proverbio chino- “si no recorres frecuentemente el camino que lleva al huerto del amigo, acabará creciendo la hierba y no podrás encontrarlo fácilmente”.


Jesús disfruta con la amistad. A quienes creemos en él nos considera amigos: “Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que yo os mando. Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer” (Jn 15,14-15). La amistad de Jesús implica una exigencia y un don. El don es que Jesús nos hace partícipes de su intimidad con Dios, nos introduce en su misterio de amor. La exigencia es que tenemos que hacer lo que Jesús nos mande. En tiempos de furiosa libertad, esta frase suena mal. Pero, en realidad, es solo un modo de ponernos en el camino de lo esencial: “Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado. Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos” (Jn 15,12-13). 

Ser amigos de Jesús significa amar a los demás como él nos ama a nosotros; es decir, hasta el punto de dar la vida. Creo que es bueno meditar con calma estas cosas esenciales durante los días de la Semana Santa. Nos ayudan a entender mejor quién es Jesús y quiénes somos nosotros.

1 comentario:

  1. Cuando hablamos de ser amigos de Jesús, siempre me resuenan sus palabras: “Ya no os llamo siervos… a vosotros os llamo amigos…” Y la amistad hay que cultivarla
    Como amigos de Jesús, hay el “dar” y el “recibir”… Me lleva a la pregunta: “¿Qué estoy dispuesta a dar?” Y también a otra que a veces no resulta tan fácil como puede parecer: “¿Qué estoy dispuesta a recibir?”
    Encontramos su respuesta en el silencio, pero también en la vida cotidiana. Sólo nos hace falta saber escuchar e interpretar los signos que nos llegan.
    Gracias Gonzalo por ser el amigo que nos acompaña en este camino y nos ayudas a tomar conciencia de las dificultades y su superación… Nos hablas con tu testimonio.

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