martes, 30 de abril de 2019

La inculturación del cristianismo

Ayer, poco antes de embarcarme para Santiago de Chile, me compré un libro en una librería del aeropuerto de Asunción con los guaraníes que me quedaban en el bolsillo. Me leí más de la mitad en el vuelo hasta la capital chilena. Se titula El paraguayo. Un hombre fuera de su mundo. Está escrito por el sacerdote Saro Vera (1922-2000). Es un ensayo fenomenológico en el que describe a sus compatriotas. Según él, hay tres leyes fundamentales que explican su conducta: el mbareté (fuerte, resistente), el oñembotavy (hacerse el desentendido) y el vai-vai (mal-mal). Pero va un poco más lejos. Los núcleos para entender al paraguayo los condensa en cinco puntos: 1) Su cultura comunitaria o tribal; 2) La lengua guaraní como configuradora de su modo de pensar; 3) La fuerza de la tradición oral; 4) La naturaleza o medio ambiente ecológico; 5) El cristianismo como dador de valores. Sin tener en cuenta estos núcleos, que el autor va aplicando a diversos aspectos de la vida (la lengua, el tiempo, la distancia, la cosmovisión, la grosería, el amor y el sexo, la venganza, la música, la poesía, la cultura, la salud, el caudillaje, el bien común, la libertad, el poder, la religión, etc.), resulta imposible entender el alma paraguaya.

Seguí leyendo hasta que el comandante del avión nos avisó de que íbamos a atravesar los Andes (o, mejor dicho, la cordillera). El espectáculo es sobrecogedor. ¡Y eso que a estas alturas del año las montañas no están aún cubiertas de nieve! Debo decir que, al facturar mi equipaje, me pasaron a la clase Premium. Eso me dio la posibilidad de saborear un suculento desayuno y disfrutar de una buena butaca. Desde ella pude ver a través de la ventanilla los picos pelados y algunas manchas de nieve en la ladera sur. Tomé algunas de las fotos que acompañan esta entrada. Recordé la película Viven sobre el accidente del avión de la Fuerza Aérea Uruguaya que se estrelló en los Andes el 13 de octubre de 1972 con los miembros del equipo de rugby Old Christians Club de Montevideo y algunos familiares y amigos. Pero reconozco que en la cabeza me daba vueltas el contenido del libro sobre los paraguayos. ¡Qué difícil es comprender a una persona cuando se ignoran las claves elementales de su cultura!

Soy europeo. Mi fe cristiana, expresada inicialmente en un contexto cultural judío, fue “inculturada” pronto en el marco greco-latino de los pueblos del Mediterráneo. En sustancia, esa inculturación sigue vigente hasta hoy. El Símbolo niceno-constantinopolitano, por ejemplo, se sigue recitando en la actualidad en nuestras iglesias como si la cosmovisión del siglo XXI fuera la misma que la del siglo IV. Si yo experimento extrañeza ante este hecho, por más que lo repita con frecuencia, ¿qué puede experimentar un bantú africano, un japonés, un malabar o un latinoamericano andino o de las llanuras guaraníes? La inculturación de la fe en América latina, por hablar del continente que ahora visito, no se reduce a traducir los materiales tradicionales a las lenguas autóctonas (como ya hicieron los primeros misioneros), o en inventarse una liturgia creativa (como hacen los misioneros actuales), sino en repensar el Evangelio a partir de los códigos culturales de estos pueblos. Esto exige una profundidad y una audacia de las que hoy carecemos.

Pero lo mismo cabría decir  de nuestra vieja Europa. Aunque los jóvenes europeos de hoy son deudores de la cultura judía y greco-latina mucho más de lo que a simple vista parece, su mundo se mueve en otras coordenadas. No es extraño que sientan el cristianismo –sobre todo, sus expresiones conceptuales y litúrgicas– como algo desfasado. La Iglesia, que fue tan valiente y creativa en los primeros siglos, entró después en una especie de letargo dogmático que le impidió seguir realizando sucesivas inculturaciones. Es verdad que ha echado raíces en muchas culturas, pero, en realidad, ha exportado un modelo de cristianismo mediterráneo y luego lo ha maquillado con elementos autóctonos. Me parece que una inculturación a fondo que responda a las culturas tradicionales como a las nuevas culturas del siglo XXI sigue siendo una tarea pendiente.

1 comentario:

  1. Hola Gonzalo, gracias... nos das mucha información cultural, que te agradezco, y a la vez das respuesta a muchas inquietudes más profundas... A pesar de lo cansado, físicamente, que debe ser este tu viaje, disfrútalo y cuidate... Un abrazo

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