jueves, 8 de febrero de 2018

Vuelta a Casa

“Sono in pellegrinaggio verso Casa”. Estas son las palabras originales del texto en italiano. Se trata de cinco palabras extraídas de la breve carta (apenas nueve líneas de texto, exceptuando el saludo y la despedida) que Benedicto XVI ha dirigido al director del periódico italiano Corriere della sera en respuesta a la que él le había dirigido hace unos días interesándose por su salud. La breve carta de Benedicto XVI no se pierde en menudencias. Va a lo esencial. Con 90 años cumplidos, Joseph Ratzinger no tiene tiempo que perder. Sin rodeos líricos, reconoce que, a medida que le van fallando las fuerzas, está experimentando una peregrinación interior a Casa. Escribe esta última palabra con mayúscula. Habla del cielo como del propio hogar, como de la situación en la que uno se encuentra a sí mismo, se siente a gusto. He leído los comentarios de algunos lectores. Los del Corriere son en general sobrios y elogiosos; los de algunos periódicos españoles producen vergüenza ajena. ¿Por qué la ignorancia y la falta de respeto se han adueñado de muchos foros en internet? ¿Por qué cuesta tanto responder con argumentos y no con descalificaciones?

Que un hombre de la edad, la formación y la experiencia de Benedicto XVI diga que está en camino “hacia Casa” es para mí una llamada de atención. Muchos de nuestros contemporáneos no suscribirían esta frase. Dirían, poco más o menos, “sono in cammino verso il nulla” (me encamino hacia la nada). Siempre me ha sorprendido el número alto de personas –incluidas algunas que se declaran cristianas– que confiesan que no creen en ningún tipo de vida más allá de la muerte, que la fe cristiana en la vida eterna es uno de esos mitos que el ser humano ha elaborado para no desesperarse. En algunos casos, cuando la muerte golpea a algún ser querido, se utilizan fórmulas genéricas que evitan una referencia al cielo. Desde hace años se ha puesto de moda la expresión “dondequiera que estés”. Es una forma de aludir a una presencia sin tener que pronunciar la vitanda palabra “cielo”, una expresión que permite parecer una persona moderna, liberada – ¡por fin! – de la tutela religiosa.  No seré yo quien me mofe de estas cosas. Respeto lo suficiente la conciencia individual como para no tomar a broma lo que para algunas personas constituye la expresión más genuina de sus sentimientos. Pero, ¿no estaremos perdiendo el sentido de las cosas? ¿No estaremos siendo unos adolescentes perpetuos cuando presumimos de saberlo todo, de estar por encima del bien y del mal? ¿Es posible que todo el dinamismo de la vida sea solo –como repiten machaconamente muchos hombres de ciencia– un juego de azar?

Confieso que las palabras de Benedicto XVI me han emocionado. No son solo expresión de sabiduría humana sino el testimonio de una existencia iluminada por la Palabra de Dios. Volver a Casa –conservo sus mayúsculas– equivale a decir más o menos esto: “Soy consciente de que no soy un producto del azar sino que vengo de Dios. Reconozco que mi vida es fruto del amor. Siento que está llegando la hora de volver a la Casa paterna de la que partí”. El beato inglés John Henry Newman acuñó una expresión que me acompaña desde hace años porque expresa con pocas palabras este movimiento de la vida humana: “Grace is glory in exile; glory is grace at home”. Se podría traducir así: “La gracia es la gloria [de Dios] en el destierro; la gloria es la gracia en casa”. Para Benedicto XVI volver a Casa significa sencillamente dar gloria a Dios con una vida plenamente realizada. Comprendo que en medio de los trajines de la vida no estamos para muchas reflexiones metafísicas, pero la que se refiere a nuestro destino final no es un ejercicio especulativo del que podamos prescindir. Nos jugamos el sentido del camino a partir del final. No es lo mismo “peregrinar a Casa” –como confiesa Benedicto XVI– que desaparecer en la nada o disolvernos en la cadena bioquímica de la vida –como sostienen muchos–. Tal vez hoy podamos deternos un poco en ese asunto. 

2 comentarios:

  1. Preciosa reflexión y gratificante menos en lo de los soeces que abundan en las redes.
    Un abrazo y buena estancia en Guinea

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  2. Gracias Gonzalo... me viene muy bien tu comentario en este momento que ayer, compartí con los Misioneros claretianos, la Eucaristia EN LA ESPERANZA DE LA RESURRECCION, en recuerdo del P. Lluis Llamas cmf.

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