domingo, 7 de enero de 2018

El último de la fila

Se acaba el tiempo de Navidad con nieve en mi pueblo natal y temperatura suave en Roma. Son los contrates meteorológicos, puros reflejos de los contrastes que se dan en la vida de todos nosotros. Hay días de tormenta y de sol, momentos alegres y tristes, tiempos de avance y de retroceso. Todos le pertenecen a Él, que es quien guía nuestra vida. Sin tiempo de transición, tras la solemnidad de la Epifanía, celebramos hoy (aunque no en todas partes) la Fiesta del Bautismo del Señor. Para mí resulta muy significativa porque fui bautizado el día que se conmemoraba esta fiesta, aunque en 1958 cayó el 12 de enero. ¿Dónde fue bautizado Jesús al filo de los 30 años? Según la tradición, en un lugar llamado Betábara, el vado por el que también el pueblo de Israel, conducido por Josué, atravesó el río Jordán y entró en la Tierra Prometida. El gesto de Jesús se relaciona, pues, con el paso de la esclavitud a la libertad, con el comienzo de un nuevo éxodo hacia la Tierra Prometida. Pero Betábara es un sitio famoso por otra razón más geográfica que teológica. Los geólogos aseguran que este es el punto más bajo de la tierra, en torno a 400 metros por debajo del nivel del Mar Mediterráneo. Imagino a Jesús, el Señor, descendiendo a esta sima geológica para expresar visiblemente que ha decidido bajar a los abismos del dolor, el sinsentido y el pecado, que no es un Mesías que se pasea por las cumbres del poder sino un Siervo que se pone en la fila de los pecadores. ¡El último de la fila! Comenzando desde lo más bajo, se solidariza con todos los sufrientes de la tierra, no deja a ninguno fuera. El suyo no es un mesianismo de arriba abajo, sino de abajo arriba.

En el relato de Marcos que leemos este año se ve con claridad que, cuando Jesús entra en el agua del Jordán, experimenta su condición filial: “Se oyó una voz del cielo: «Tú eres mi Hijo amado, mi predilecto.»” (Mc 1,11). Todos nosotros, incorporados a Jesús por nuestro Bautismo con agua y Espíritu, descubrimos también la importancia de ser hijos. Solo un hijo que se sabe querido por el Padre puede pasar por la vida desplegando amor. Me encanta el modo como Pedro resume la vida de Jesús desde esta clave en un texto que leemos en la segunda lectura de hoy: “Me refiero a Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, que pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él” (Hch 10,37-38). ¿No os gustaría que si algún día alguien escribe una biografía de vosotros pusiera como título algo tan simple y bello como “Pasó haciendo el bien”? Hay millones de personas en el mundo que hacen el bien por donde pasan. A veces, a través de obras significativas, pero, de ordinario, mediante una sonrisa, un saludo, una palabra de ánimo, una mirada de reconocimiento, una llamada telefónica. Frente a tantas personas tóxicas, ellas descontaminan nuestro mundo con sus gestos de bondad. ¿Por qué es posible vivir así? No solo porque poseen un carácter bondadoso. La razón más profunda hay que buscarla en su experiencia de Dios. Cuando uno se sabe amado, cuando siente que sobre él o ella Dios ha pronunciado las mismas palabras que sobre Jesús (“Tú eres mi hijo amado”), entonces, sin violencia alguna, sin artificio, exuda bondad, transparenta el amor que ha recibido.

Entro hoy en la década de los 60 (la llamada década prodigiosa) con el corazón agradecido. Un amigo mío me ha felicitado con parte de un poema de Miguel de Unamuno que ha circulado estos días por las redes sociales: “Agranda la puerta, Padre, / porque no puedo pasar. / La hiciste para los niños, / yo he crecido, a mi pesar. / Si no me agrandas la puerta, / achícame, por piedad; / vuélveme a la edad aquella / en que vivir es soñar”. Hago mías estas palabras de Unamuno para pedirle a Dios que me ayude a vivir soñando, que no me haga tan realista que no sepa ir más allá de mis narices, que me permita otear el horizonte sin dejar de trabajar por el pan de cada día, que me haga más niño. Aprovecho esta efeméride para daros las gracias a los muchos amigos que cada día os asomáis a este Rincón y compartís conmigo el interés por la vida, la pasión por explorar nuevas preguntas, el vértigo de la fe. Es maravilloso saber que uno no camina solo. Muchas gracias. Os dejo con el vídeo de Fernando Armellini que explica con detalle el sentido de la fiesta de hoy.


3 comentarios:

  1. Feliz aniversario Gonzalo. Gracias a ti porque haces posible que no nos sintamos solos en nuestro caminar...
    Que acompañado de María, nuestra Madre, puedas vivir con mucha ilusión y fuerza esta nueva década que hoy empiezas...
    un fuerte abrazo

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  2. Feliz cumpleaños querido amigo. Sé que valoras con mucha ternura y corazón todo lo que es símbolo recordatorio o de otro tipo. Te encantan los signos, las fechas, los inicios o finales de décadas... en todo ves una manifestación de la presencia de Dios. A pesar de tu ya no corta vida, sigues sintiendo la pasión que sienten los niños y lo agradecemos, creo que todos los que te conocemos. Un abrazo y este mundo agradece de corazón los 21915 vividos desde que viste la luz por vez primera. Un abrazo.

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  3. Gonzalo¡¡¡¡ con retraso, pero muchas felicidades¡¡¡¡¡¡¡¡¡ gracias a ti por escribir casi cada día en el Rincón de Gundisalvus a pesar de haber amenazado alguna vez con espaciar las entradas. Un abrazo.
    María N.

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