domingo, 9 de abril de 2017

Tres en una

El Domingo de Ramos es la puerta de entrada en la Semana Santa. Millones de cristianos de todo el mundo se preparan para celebrar estos días la pasión, muerte y resurrección de Jesús. En el Evangelio de hoy se lee el relato según san Mateo, que Johann Sebastian Bach se encargó de musicar en su famosa pasión. Es como una obertura a todo lo que celebraremos en el triduo pascual. Imagino que cada uno de nosotros abordamos estos días desde diferentes perspectivas, aunque muchos nos encontremos en el terreno común de la liturgia. Para muchas personas la Semana Santa se identifica, sin más, con las mini-vacaciones de primavera (en el hemisferio norte) o de otoño (en el hemisferio sur). Aumentan los desplazamientos de un lugar a otro. Los informativos siempre nos dicen cuántos millones utilizan el coche, el autocar, el tren o el avión, como si fuera una especie de competición deportiva. La significación religiosa se ha evaporado casi por completo. Hay también un pequeño grupo de personas que –como sucede en Navidad– odian estos días porque les parecen una intromisión eclesiástica en la conciencia de la gente, un atentado contra el sacrosanto principio de la laicidad. No faltan en algunos lugares procesiones ateas que pretenden equilibrar el exceso religioso. Hay gustos y posturas para todo en nuestras sociedades pluralistas.

Pero, ¿qué pasa con los cristianos? Tengo la impresión de que vivimos tres Semanas Santas diferentes. A veces, se solapan y otras se pretenden separar con precisión quirúrgica para evitar la mutua contaminación. Para entenderlas, tomo prestados tres conceptos que han sido elaborados y difundidos por teólogos como Olegario González de Cardedal y, sobre todo, por el controvertido Raimon Panikkar, fallecido en 2010. A la hora de presentar el significado de Jesucristo para las personas y la sociedad, hablan de tres paradigmas: cristiandad, cristianismo y cristianía. Los tres están emparentados etimológicamente: aluden al cristo, al ungido. En cierto sentido, cada uno de ellos ha cubierto una etapa de la evolución de la Iglesia, aunque no me parece sensato hacer aplicaciones muy rígidas porque los tres coexisten en la actualidad.
  • Por cristiandad entienden la fe en Jesús hecha institución, cultura, organización social y política. Europa vivió en régimen de cristiandad desde el siglo IV hasta el siglo XVIII. La Edad Media representa el momento cumbre. Todo estaba impregnado por la fe: desde las instituciones políticas hasta la filosofía, la ciencia y las costumbres populares. 
  • Con el término cristianismo se refieren a la dimensión teológica y doctrinal de la fe, que puede vivirse tanto en regímenes de cristiandad como, sobre todo, de secularidad y pluralismo. Lo que cuenta aquí es la reflexión sobre el hecho cristiano, la inteligibilidad de la fe. 
  • Por último, hablan de cristianía para referirse a la vivencia personalizada de la fe cristiana, a la “experiencia mística” que la sustenta. Es probable que los tres modelos contengan elementos necesarios para una vivencia cristiana plena, pero no se viven con la misma intensidad y del mismo modo.

Cuando pienso en la Semana Santa andaluza, por ejemplo, con sus pasos por las calles, con las autoridades acompañando al pueblo, con las bandas de música y en algunos casos los ejércitos procesionando juntos, pienso que es un claro ejemplo de una Semana Santa que recuerda el modelo de cristiandad, en el que la fe se hace cultura y no hay una separación neta entre ambas. Muchas personas que han nacido en esos ambientes o que los visitan por curiosidad e interés pueden vivir auténticos encuentros con Jesús. A menudo, el arte y la religiosidad popular abren un boquete de infinitud en lo que, a simple vista, podría ser una tradición más o menos hermosa. ¿Por qué habríamos de despreciar la via pulchritudinis como acceso al Misterio? Quizá también aquí las personas sencillas tengan mucho que enseñarnos.

Hay grupos selectos que recelan de estas manifestaciones populares que juzgan superficiales y hasta idolátricas– y prefieren reflexionar sobre el significado de la muerte de Jesús en un mundo secularizado. Son los cristianos ilustrados. Buscan un conocimiento exegético riguroso de lo que le pasó a Jesús y una liturgia sobria y profunda que les ofrezca claves para entender lo que nos pasa hoy. A veces participan en las celebraciones de sus parroquias respectivas. Otras se retiran a monasterios o viven la Pascua en grupos de jóvenes, matrimonios, familias, etc. en ambientes rurales. Su estilo se asemeja mucho a lo que Cardedal y Panikkar entienden por el paradigma del cristianismo. Es un modelo típicamente posconciliar. Conozco a personas que, a través de este modelo, se han encontrado con Jesucristo y han comprendido mejor el significado del Resucitado en sus vidas y en la del mundo.

Hay, por último, personas que apenas participan en los ritos populares o en los litúrgicos. Se podría decir que viven al margen de la Semana Santa pública y, sin embargo, pueden estar viviendo su verdadero significado. Pienso en los millones de hombres y mujeres que durante estos días (por necesidades personales o profesionales) se están entregando a los demás, personas que renuncian a sus vacaciones para cuidar a sus seres queridos enfermos o ancianos, para hacer turnos de trabajo en un hospital o en un aeropuerto, personas que no buscan su comodidad sino prestar un servicio a los demás del mejor modo posible. A menudo sin saberlo, están haciendo la auténtica experiencia del Cristo que se entrega por todos los seres humanos, que da la vida por nosotros. Es otra Semana Santa que bien puede inscribirse en el paradigma de la cristianía. En la entrega de sí mismos, estas personas se están identificando místicamente con el Cristo que se vacía y resucita. Hay, pues, más semanas santas de lo que a simple vista parece.


No es cuestión de establecer una jerarquía entre las tres. Cada una subraya un elemento que nos es necesario, pero creo que la última es la que puede proporcionar savia vivificadora a las otras para que no degeneren en pura exégesis intelectual o en rito folclórico. Quizá el Domingo de Ramos sea una buena oportunidad para preguntarnos desde qué claves queremos vivir los próximos días

2 comentarios:

  1. Santa semana para ti Gonzalo, en cualquiera de las tres claves ;)

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    1. Muchas gracias, Tino. También yo te deseo una Semana Santa serena, centrada en lo esencial del misterio que celebramos.

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