
Mi avión para Roma sale dentro de un par de horas, así que dispongo de tiempo para teclear y colgar la entrada de hoy. Por los ventanales del aeropuerto de Barajas me entra una luz suave de primavera. Contemplo el techo ondulado de tablillas de bambú. Me gusta la inmensidad, claridad y belleza de este aeropuerto. He pasado por él infinidad de veces.
Por suerte, hoy el control de seguridad -que es el procedimiento que más odio- ha fluido con rapidez. Hay mucha gente, pero no se ven las aglomeraciones de otras veces. Aunque no viajo a Roma con el propósito de celebrar el Jubileo, espero hacerlo si dispongo de tiempo el próximo fin de semana. Hasta el sábado me aguardan jornadas intensas de trabajo.

En el vuelo a Roma quiero terminar de leer el libro de Javier Cercas sobre el Papa, aunque bien podría decirse que es una especie de panegírico de los misioneros. Leyéndolo sin prejuicios, uno descubre (o redescubre, como es mi caso) la belleza de entregar la vida al anuncio del Evangelio. ¡Ojalá el Señor se sirva del testimonio de un “ateo irredento” para que algunos jóvenes se animen a dar el paso!
Lo que no logran los pastoralistas que se esfuerzan por hacer pastoral vocacional en colegios y parroquias lo puede conseguir un escritor “ateo” con una novela de éxito. Son las paradojas de la vida. Conviene no cerrarse a su fuerza. De todos modos, como prometí ayer, le dedicaré una entrada a este libro cuando termine de leerlo y digerirlo. Me imagino que será un bestseller porque le están haciendo una tremenda campaña publicitaria.

La tipología humana de los aeropuertos es variopinta y familiar. Abundan los ejecutivos de maletín o mochila pequeña, bien trajeados y siempre mirando su móvil. Hay también algunos grupos escolares que empiezan sus excursiones de primavera. Imagino que algunos irán a Roma. Es un destino muy socorrido. Hoy veo muchos turistas latinoamericanos. Por el acento, caigo en la cuenta de que los que están sentados junto a mí son mexicanos.
Todavía no he visto a ninguna monja, cosa rara cuando se trata de vuelos a la Ciudad Eterna. Veo que hay más tiendas y puestos de comida que en otras ocasiones. El aeropuerto es un organismo en continuo crecimiento. Por la megafonía nos recuerdan cada cierto tiempo que prestemos atención a nuestras pertenencias. Por una de las pantallas veo un resumen de los partidos de La Liga. En fin, no hay mucho tiempo para aburrirse.
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