domingo, 24 de abril de 2022

Sin Espíritu no hay perdón

Vista del centro de Wroclaw-Breslavia (Polonia)
Llegué ayer a Wroclaw hacia las 3 de la tarde, después de una larga escala de cinco horas en Ámsterdam debido a la huelga del personal de tierra en el aeropuerto de Schiphol. Eso provocó la cancelación de muchos vuelos. El mío se mantuvo, aunque con dos horas de retraso. En otra ocasión me hubiera enfadado bastante. Ayer me lo tomé con calma, porque comprendí que no había nada que hacer y veía a las azafatas desbordadas. Maté el tiempo paseando por el aeropuerto. Me sorprendió verlo lleno de gente, como si la pandemia fuera ya una cosa pasada. 

Mientras en Madrid llovía y hacía frío, en Ásmterdam lucía un hermoso sol primaveral. La temperatura rondaba los 15 grados, los mismos que encontré a mi llegada a Wrocław (o Breslavia, como se dice en español). En el aeropuerto me recogió un claretiano polaco que me trajo a nuestra casa de encuentros en Krzydlina Mała, a unos 50 kilómetros de Wrocław. Había grupos de jóvenes por el jardín. Luego me enteré que se trataba de parejas que se preparan para el matrimonio en ambiente de retiro espiritual.

Centro claretiano de encuentros en Krzydlina Mała (Polonia)
Hoy celebramos el II Domingo de Pascua, también conocido como Domingo de la Misericordia, que aquí en Polonia tiene mucho relieve por influjo de santa Faustina Kowalska. Por si faltaran motivos, los claretianos celebramos hoy el Día de la Misión Claretiana. ¿Con qué me quedo? Con el don de la paz que el Resucitado concede a los suyos: “Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo”. Sobre el encuentro del apóstol Tomás con Jesús he escrito en otras ocasiones, así que hoy lo dejo en un segundo plano. 

La palabra “paz” resuena con fuerza aquí en Polonia. La presencia de tantos refugiados ucranianos (se habla de más de dos millones) hace que el drama de la guerra se sienta con fuerza. Aquí, en nuestro centro, tenemos a 30 personas alojadas, algunas de ellas sordas. Todavía no he podido encontrarme con ninguna, pero espero hacerlo a lo largo del día de hoy. 

Me llama la atención que en el Evangelio de este domingo, después del saludo de paz, Jesús hable del perdón: “Dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.»”. ¿Puede haber paz sin perdón? No hace falta pensar en la rivalidad entre países, como la que ahora vivimos entre Rusia y Ucrania. Basta explorar la propia intimidad. Cuando no nos sentimos perdonados o no otorgamos el perdón que otros necesitan, nunca estamos en paz. Lo que ocurre es el que el perdón no es una decisión nuestra, sino un fruto del Espíritu Santo. Hay que implorarlo humildad.


Me gusta este lugar tranquilo, al que he venido en otras ocasiones en los últimos 25 años. Me gusta el ambiente rural que se respira y esa mezcla de tradición y modernidad que ahora se vive en Polonia y que veo reflejada en los jóvenes que merodean por aquí. Sin tradición no hay futuro. Yo, que no me considero nada conservador, soy muy tradicional. Conservar, solo se conservan las cosas muertas. La vida no se conserva, se desarrolla. Pero el desarrollo hunde sus raíces en el terreno húmedo de la tradición. Desconocer de dónde venimos, despreciar el pasado, es la mejor manera de alumbrar un futuro mediocre. 

Solo quien lee mucho puede escribir bien. Solo quien conoce y aprecia la tradición puede innovar. Por eso me duele que algunos países quieran borrar o reescribir su historia, como si pudiéramos cambiar a voluntad lo que han vivido. Podemos encontrar nuevos y más profundos significados, e incluso decidir cómo queremos relacionarnos con la historia, pero no podemos alterar los hechos. También esta actitud tiene ver con el perdón que le Resucitado nos regala. Solo quien sabe perdonar puede recordar sin odio. No siempre es fácil. Feliz domingo.


1 comentario:

  1. Volver al diálogo con Tomás que escribiste en otra ocasión, va bien para relacionar el domingo de la Misericordia. Remarcas que para encontrarnos con el Resucitado precisamos de la comunidad y de la solidaridad con los que sufren, tema muy actual. No es teoría… lo tenemos al alcance de la mano.
    Nos hablas del perdón… Hay muchas situaciones y personas a quienes no se les otorga el perdón y como dices esto “conlleva la falta de paz” y también de malestar y lleva a problemas de relaciones y a situaciones de depresión cuando se vive este problema entre los más allegados… Sabemos que, a través del Espíritu Santo, Dios perdona siempre y aquí sí que podemos encontrar la paz.
    Cuánta dinámica esconde: “Conservar, solo se conservan las cosas muertas. La vida no se conserva, se desarrolla.”
    Gracias por poder compartir contigo “La Misión Claretiana”. Nos haces partícipes de ella. Cuidate.

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