viernes, 29 de abril de 2022

Aprender a vivir de otra manera


En los lugares donde el invierno es recio la primavera es particularmente hermosa. Es el caso del pueblo polaco de Krzydlina Mała en el que me encuentro desde hace una semana. Tras un par de días de lluvia, disfrutamos de un sol intenso y de una temperatura que sube hasta los 18 grados. Pasear por los campos, cubiertos de hierba verde y abundantes margaritas, ver los pequeños jardines comunales adornados con motivos pascuales o ver cómo los álamos y los chopos se cubren de hojas frescas es una inyección de esperanza en este tiempo oscuro que vivimos. 

Nuestro capítulo toca a su fin. Mañana terminaremos. Cada uno regresará a su comunidad. Hoy, al final de la mañana, hemos visto un vídeo grabado por nuestros misioneros que viajaron a Ucrania hace unas semanas para llevar ayuda a los desplazados. Cualquier gesto de solidaridad es como un brote de primavera. Nos devuelve la esperanza en los seres humanos.


Leo que en un encuentro con los embajadores de la Unión Europea, Garri Kasparov ha hecho unas declaraciones preocupantes sobre Putin a propósito de la guerra en Ucrania. A diferencia de los jugadores de ajedrez, que tienen que seguir unas reglas muy estrictas, Kasparov compara a Putin con un jugador de póker: “Espera engañarse a sí mismo para ganar con una mano débil”. A juicio del ajedrecista ruso, la Unión Europea no debe jugar con Putin. Debe involucrarse mucho más para que Putin no gane esta partida. 

Mientras se suceden los análisis y las declaraciones, la guerra sigue su curso. Los agresores tienden a interpretar la paciencia de los agredidos como debilidad, pero quizá llegue un momento en que haya que dar un puñetazo en la mesa y decir: “Hasta aquí hemos llegado”. De lo contrario, los crímenes permanecen impunes y mucha gente sigue sufriendo y muriendo. Los dictadores juegan con las reglas democráticas para llevar adelante sus planes, ignorando que, tarde o temprano, acaban siempre perdiendo. Lo malo es el alto precio que hay que pagar.


Durante estos días no he dispuesto de mucho tiempo para seguir con detalle las noticias. El ritmo del capítulo es muy absorbente. Por otra parte, viendo la tranquilidad de este pueblo, es difícil entender por qué a muchas personas les gusta tanto vivir en megalópolis erizadas de problemas cuando podríamos llevar ritmos de vida mucho más sanos en poblaciones a medida del hombre.  En este sentido, Alemania es un país que ha evitado la concentración de la población en unas pocas grandes ciudades. Ha sabido distribuirse por todo el territorito creando ciudades de tamaño medio que aseguran todos los servicios sin padecer los males de las grandes urbes. 

Aunque sé que caminamos hacia una urbanización creciente (particularmente exagerada en los países del tercer mundo), intuyo que pronto volveremos nuestros ojos al campo, redescubriremos el placer y la belleza de ritmos de vida más tranquilos, en los que sea posible un mayor contacto con la naturaleza y con nuestros semejantes. Envidio a los agricultores de este pequeño pueblo polaco. Quien está tan en contacto con la tierra (cultivo) y con el cielo (culto), es la verdadera persona “culta”. Me temo que caminamos hacia una incultura preocupante.


2 comentarios:

  1. Gracias Gonzalo
    Interesante reflexión las pequeñas y grandes primaveras nos ayudarán a hacer florecer esperanzas

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  2. La primavera nos invita “a vivir de otra manera”, atraídos por el buen tiempo y el colorido de los campos y jardines nos relajamos y nos impulsa a estar más serenos, más positivos y cuidando la tierra nos conduce también a cuidarnos entre todos.
    Nos ayuda a descubrir la presencia de Dios en la naturaleza… Me recuerda cuando Jesús nos habla de los lirios de los campos…
    Es un tiempo en el que el pintor llena de colores el lienzo que está pintando, el poeta manifiesta el esplendor de este tiempo en su poesía, el jardinero trabaja la tierra y la cuida y siembra para que algo nazca…
    Gracias Gonzalo por toda la información que nos ofreces. Estamos viviendo la guerra, en la distancia, pero nos toca de cerca cuando vivimos el sufrimiento de la gente que ha llegado aquí, huyendo de la guerra y las noticias que son horrorosas… Es difícil transmitir un aire sereno en medio de todo ello. Qué contraste hay entre cómo vivimos y cómo podríamos vivir. Gracias porque nos ayudas a ser sensibles a ello.

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