lunes, 16 de julio de 2018

La pequeña "gran obra"

Hoy tengo que escribir algo sobre mi familia claretiana porque celebramos el 169 aniversario de nuestra fundación. Aunque la idea partió de un veterano misionero llamado Antoni Claret y Clará (1807-1870), en realidad todo empezó como una experiencia comunitaria. Eran seis más uno. A los claretianos, cuando llega esta fecha, nos gusta situarnos espiritualmente en la habitación en la que el Espíritu Santo dio a luz esta obra. Si Pentecostés fue una experiencia que la primitiva comunidad cristiana, reunida con María, vivió “en el piso de arriba” (Hch 1,13), la fundación de la congregación claretiana también sucedió en una pequeña celda del tercer piso del seminario de Vic, en España. Era un grupo de seis sacerdotes entre 41 años (Antoni Claret, el mayor) y 26 (Jaume Clotet, el menor). 

Todos eran felices con su vocación sacerdotal, pero querían ir un poco más allá. No se contentaban con la administración de una parroquia. Sentían la vocación de evangelizar yendo como los apóstoles, de pueblo en pueblo, para predicar la Palabra de Dios en tiempos en los que las órdenes religiosas habían sido suprimidas en España. Alguno (Manuel Vilaró) consideró que, siendo tan pocos, era imposible que lo que comenzaban aquella calurosa tarde de julio de 1849 se transformara en una “gran obra”, como había profetizado el mismo Claret. Pero, con el paso del tiempo, los seis primeros se han convertido en unos 7.500. De ellos, unos 4.400 forman la Congregación celeste; 3.015 seguimos todavía peregrinando por este mundo. Juntos nos esforzamos por conjugar los cuatro verbos que –según el Fundador– deben caracterizar al Hijo del Inmaculado Corazón de María: orar, trabajar, sufrir y procurar en todo la gloria de Dios y la salvación de los seres humanos.

Sé que un buen número de compañeros claretianos suelen acercarse de vez en cuando a este Rincón. Es probable que varios de ellos hayan seguido también por Internet la ceremonia de la ordenación episcopal de nuestro hermano Josep Maria Abella en la catedral de la Inmaculada Concepción de Osaka (Japón) por manos del Cardenal Thomas Aquinas Manaba, arzobispo de Osaka. En un día como hoy, desde Brasil, un país de la “viña joven” –como Claret llamaba a América– quiero decirles que debemos sentirnos muy agradecidos por continuar la tradición de los seis primeros, de ese G-6 claretiano que nos enseñó desde el primer momento qué se necesita para caminar juntos. Lo resumiría en tres elementos que coinciden con los tres procesos de transformación a que nos ha invitado nuestro XXV Capítulo General:




1. La Congregación no se puso en marcha en el despacho de un notario. No comenzó como se constituye una asociación civil, firmando unos estatutos y eligiendo a la junta directiva. Nació como una experiencia espiritual mientras todos realizaban los ejercicios espirituales dirigidos por Claret. Sabían que si querían ser verdaderos misioneros tenían que ser, ante todo, “hombres de Espíritu”. Lo mismo nos sucede a nosotros hoy. Sin escuchar lo que el Espíritu nos dice al corazón nunca seremos los hombres de fuego que pueden “encender a otros en el fuego del divino amor”. Por eso, el Capítulo nos invita a ser “adoradores de Dios en el Espíritu”. Es, en el fondo, una invitación a creer en Dios en un contexto idolátrico como el actual.


2. La Congregación no nació como un asunto individual de un tipo visionario. Nació como una experiencia comunitaria. Desde el primer momento el G-6 llevó una vida “perfectamente común”. No querían ser solo sacerdotes que colaboraban en el apostolado, sino religiosos consagrados a Dios, aunque se tardó algún tiempo en poder dar forma jurídica a esta realidad. Cualquier recaída en el individualismo –tan insidioso en la cultura actual– acabará minando este sueño y haciendo que perdamos nuestra identidad. Por eso, el Capítulo nos invita a redescubrir “la alegría de vivir en comunidad”. No se trata de una carga pesada que mortifica nuestros proyectos individuales, sino de un don que nos permite expresar con más claridad la misión confiada por Jesús.




3. La Congregación no quedó encerrada en las cuatro paredes del seminario de Vic o en el convento de la Merced. Enseguida se echó a los caminos y comenzó a predicar la Palabra de Dios a través de los dos medios que entonces resultaban más oportunos y eficaces: las misiones populares y los ejercicios espirituales. Desde el comienzo fue una “Congregación en salida”. Permanecer en los cuarteles de invierno es el modo más rápido de perder nuestro sabor y morir. Por eso, el Capítulo nos invita a salir, a abrir caminos, a explorar nuevos modos de anuncio del Evangelio, a hacernos presentes en las periferias geográficas, existenciales y culturales de nuestro mundo.

Es probable que a los lectores habituales de este Rincón la entrada de hoy les haya resultado demasiado doméstica. Espero que sepan disculparme y que se sientan también partícipes de esta fiesta de familia. Yo no sería quien soy si no fuera porque formo parte de esta familia carismática en la Iglesia. No es ni la más antigua, ni la más numerosa, ni la más conocida, ni la más cool de las congregaciones religiosas, pero es la que el Señor puso en mi camino para que pudiera realizar mi vocación misionera. Por eso hoy, en comunión con mis hermanos claretianos, repito una antífona tradicional entre nosotros: “Gracias os doy, oh Madre, por la vocación recibida; dadme la gracia de ser a ella fiel toda mi vida”.

Feliz fiesta de la Fundación 
a todos los 
Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María
y a cuantos colaboran con nosotros


4 comentarios:

  1. Muchas felicidades por el aniversario. Hay que rezar cada día porque obras como la de los Claretianos sigan con fuerza cristiana estando presentes en el mundo. Un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias "no tan nuevo en este mundo". Nos vemos pronto. Un abrazo.

      Eliminar
  2. Cuando aquí casi termina el día, con el fondo musical de la lluvia, los truenos y relámpagos, te envío un fuerte abrazo, hermano misionero por tantos caminos del mundo... y contigo a toda esa "gran obra". Que los hermanos Claretianos Obispos puedan sentir siempre vuestro cariño fraterno y el fuego misionero del espíritu que os anima.

    ResponderEliminar
  3. GRACIAS GONZALE DESDE LA COMUNIDAD CLARETIANA DE GRANADA, DESDE LA ASISTENCIAL, LA MAS VETERANA Y MISIONERA... EL DIA 10 DE AGOSTO, SI DOS QUIERE, REGRESO A CUBA... YA HACE TIEMPO QUE NO NOS VEMOS... UN ABRAZO Y BUENA TAREA MISIONERA. JUVENTINO

    ResponderEliminar

En este espacio puedes compartir tus opiniones, críticas o sugerencias con toda libertad. No olvides que no estamos en un aula o en un plató de televisión. Este espacio es una tertulia de amigos. Si no tienes ID propio, entra como usuario Anónimo, aunque siempre se agradece saber quién es quién. Si lo deseas, puedes escribir tu nombre al final. Muchas gracias.