miércoles, 26 de noviembre de 2025

Gente con carisma


Tomé el circular en la calle Princesa y me bajé en el paseo de Juan XXIII. Caminé unos minutos por aceras alfombradas de hojas secas. Un poco antes de las 6 de la tarde, entré en el espacioso y remozado auditorio del ahora llamado Espacio Pablo VI. Nos dimos cita unas decenas de personas para participar en la gala en la que se entregaron los VI Premios Carisma que concede la CONFER. La animación corrió a cargo del mago Javier Roncero, que fue alternando la presentación de los premiados con algunos números de magia que encandilaron al respetable. 

Por el escenario fueron desfilando personas e instituciones: el teólogo redentorista Marciano Vidal (premio Carisma de Formación y Espiritualidad), la Unidad Militar de Emergencias-UME (premio Carisma de Justicia y Misión), el colegio Ave María de Albacete (premio Carisma de Educación), la joven salesiana Clara Medina (premio Carisma de Pastoral Juvenil Vocacional), el Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledo (premio Carisma de Salud), el periodista de la COPE Faustino Catalina (premio Carisma de Comunicación), la cantante malagueña Diana Navarro (premio Carisma de Fe y Cultura) el comedor social Ave María de Madrid (premio Carisma de Misión Compartida), el proyecto Repara (premio Carisma de Entornos Seguros) y la serie televisiva The Chosen (premio Carisma de Impacto). En total, diez galardones que reconocen el valor de algunos “rostros que entretejen valores evangélicos dignos de reconocimiento y estima”.


Confieso que, tanto en la gala como en el coctel posterior, me sentí cómodo, un punto emocionado. En medio de un desolador páramo social de corrupción e indiferencia, todavía brotan flores de personas “con carisma”. Aprecié que el teniente de la UME, al recoger su premio, citara las palabras de Mateo 25 para dar sentido a la tarea de ayuda que ellos realizan en situaciones de emergencia: “Porque tuve hambre y me disteis de comer…”. Noté dolor e indignación en el breve discurso de la representante del proyecto Repara cuando se hizo eco del sufrimiento de las víctimas de abuso sexual, espiritual, de poder y de conciencia por parte de sacerdotes y religiosos. 

Me emocioné cuando Diana Navarro cantó a capela un Padrenuestro aflamencado. Admiré el trabajo que hacen las religiosas Operarias del Divino Maestro en un barrio marginal de Albacete o la “multiplicación de panes y peces” que opera desde 400 años el comedor social Ave María de Madrid gestionado por laicos voluntarios acompañados por algunos religiosos y religiosas trinitarios. Son solo algunos ejemplos de personas “agraciadas” que transmiten a su vez gracia, que hacen de nuestro mundo un lugar más humano y habitable.


Viendo a todas ellas en el estrado para la foto final, pensé que hay muchos más miles de hombres y mujeres anónimos que también tienen “carisma”. No necesitan recibir ningún premio para entregar su vida al servicio de los demás. Los primeros que me vienen a la cabeza son siempre los padres y madres de familia que se sacrifican por sus hijos. Utilizo deliberadamente el verbo “sacrificarse” porque sé que no es del agrado de quienes buscan ante todo la satisfacción personal y consideran que hoy es demasiado duro tener hijos, como si fuera casi un atentado a la autorrealización. Este hedonismo moderno nos está pasando ya una onerosa factura. 

A la lista de gentes con carisma hay que añadir los muchos servidores públicos que, en los campos de la educación, la sanidad, la administración, la seguridad y los servicios sociales contribuyen a que todos vivamos mejor. De vez en cuando necesitamos visibilizar estos rostros para no acabar anegados en el fango del egoísmo, la mentira y la corrupción.

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