jueves, 27 de noviembre de 2025

Agradecidos y unidos


Hoy, cuarto jueves de noviembre, se celebra en los Estados Unidos el Thanksgiving Day, el Día de Acción de Gracias, quizá la celebración más familiar de todo el año. En España no tenemos una fiesta de este tipo, aunque abundan las reuniones familiares a lo largo del año, sobre todo en Navidad. Más allá de las imágenes que nos ofrecen muchas películas de Hollywood en las que no faltan los atascos en las autopistas y el pavo en la mesa, es importante rescatar el valor de la gratitud. Vivimos en una época en la que exigimos derechos. Todo nos parece debido. Nos colgamos medallas cuando conseguimos algo con nuestro esfuerzo. No nos gusta ser dependientes, aunque muchos anhelan siempre una paguita de papá-estado. Quizá hoy somos menos sensibles que en el pasado al hecho de que las cosas esenciales de la vida siempre son dádivas, regalos inmerecidos. San Pablo, escribiendo a los corintios, les preguntaba: “¿Qué tienes que no hayas recibido?” (1 Cor 4,7). 

La acción de gracias debería ser una actitud permanente. Cuando era niño y recibía algún regalito de alguna persona amiga, mis padres siempre me incitaban con el famoso “¿Qué se dice?” para que yo respondiera: “Muchas gracias”. Probablemente los padres de hoy siguen haciendo lo mismo con sus hijos. Quien crece en un ambiente de gratitud aprende a vivir la vida como gracia, no solo como conquista. Necesitamos cultivar esta actitud para tener una mirada apreciativa y no dejarnos derrotar por la mirada tóxica que solo que ve lo que falta o lo que funciona mal. 


También la unidad de la Iglesia es una gracia que continuamente imploramos a Dios. Hace unas horas que el papa León XIV ha comenzado su primer viaje apostólico a Turquía y Líbano. Hasta el 2 de diciembre visitará Ankara, Estambul e İznik (la antigua Nicea) en Turquía. Luego se dirigirá a Beirut, Annaya, Harissa y Bkerké en el Líbano. El motivo fundamental de este viaje es conmemorar el 1.700 aniversario del concilio de Nicea e impulsar el diálogo ecuménico con la Iglesia ortodoxa. 

Es probable que a muchos lectores de este Rincón no les diga nada esta efeméride, pero si les dijera que todos los domingos en la celebración de la misa recitamos el Símbolo de los Apóstoles (credo breve) o el Símbolo niceno-constantinopolitano (credo largo), entonces quizás relacionarían esa práctica litúrgica con el concilio que elaboró el credo llamado “niceno”, reconocido por católicos, ortodoxos, luteranos, anglicanos, reformados y algunos evangélicos modernos.


A lo largo de este año 2025 se han multiplicado los actos académicos y pastorales para conmemorar un concilio que se considera capital en la historia de la Iglesia. El primer concilio de Nicea fue un sínodo de obispos cristianos que tuvo lugar entre el 20 de mayo y el 19 de junio de 325 en la ciudad de Nicea de Bitinia (que se corresponde con la actual ciudad turca de İznik). Fue convocado por el emperador romano Constantino I y presidido por el obispo Osio de Córdoba. Se lo considera el primero de los siete primeros concilios ecuménicos de la cristiandad. 

Sus principales logros fueron el arreglo de la cuestión cristológica de la naturaleza del Hijo de Dios y su relación con Dios Padre, la construcción de la primera parte del Símbolo niceno (primera doctrina cristiana uniforme), el establecimiento del cumplimiento uniforme de la fecha de la Pascua, y la promulgación del primer derecho canónico. Uno de los temas que León XIV va a abordar con el patriarca ortodoxo Bartolomé I es precisamente la fijación de una fecha común para la Pascua. Sería un gran logro simbólico en el camino hacia la unidad plena.


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