domingo, 3 de diciembre de 2023

Centinelas en la noche


El I Domingo de Adviento ha amanecido con una espectacular helada. A nuestro Padre Dios le costaría hoy ejercer su tarea de alfarero, tal como leemos en la primera lectura del profeta Isaías: “Señor, tú eres nuestro padre, nosotros la arcilla y tú el alfarero: somos todos obra de tu mano”. En miles de iglesias de todo el mundo se encenderá hoy la primera vela de la corona de Adviento para simbolizar que empezamos el camino hacia la Navidad. Esta antigua costumbre germánica se ha hecho ya popular entre nosotros. 

La corona no solo se coloca en las iglesias, sino también en las casas. Es la vieja/nueva ritualidad. Puede quedar reducida a una cuestión ornamental, pero puede ser también un hermoso recordatorio de lo que queremos vivir por dentro. Los seres humanos necesitamos signos y símbolos para expresar lo inefable. Necesitamos ver, oír y tocar para comprender el mensaje.


Cada vez que llega el Adviento es como si reseteáramos el disco duro de nuestra vida de fe. De nuevo volvemos a hacernos las preguntas fundamentales: ¿Estoy contento como vivo? ¿Espero algo o a alguien? ¿Por qué creo en Dios o por qué he dejado de creer en Él? ¿Quiero creer en solitario o siento la llamada a creer con la Iglesia? ¿Pertenezco al grupo de los que repiten que son espirituales, pero no religiosos, o hace tiempo que he superado esta dicotomía artificial? ¿Vivo con alegría mi fe o voy tirando por simple rutina? 

La liturgia cristiana no da nada por descontado; por eso, nos propone una y otra vez el misterio de Cristo en todas sus fases para que nosotros vayamos viviéndolo con más lucidez y hondura. ¿Qué sorpresas nos deparará Dios en este nuevo año litúrgico (ciclo B) que hoy empezamos?


El verbo que se repite en el Evangelio de hoy es el verbo velar. Apenas lo usamos en la lengua corriente. Merece la pena transcribir las diez acepciones que registra el diccionario de la RAE:
  1. Hacer centinela o guardia por la noche. Sinónimo de vigilar, cuidar, custodiar, guardar, proteger.
  2. Asistir de noche a un enfermo.
  3. Pasar la noche al cuidado de un difunto.
  4. Observar atentamente algo.
  5. Estar sin dormir el tiempo destinado de ordinario para el sueño.
  6. Continuar trabajando después de la jornada ordinaria.
  7. Cuidar solícitamente de algo.
  8. Asistir por horas o turnos delante del Santísimo Sacramento cuando está manifiesto o expuesto.
  9. Sobresalir o manifestarse sobre la superficie del agua algún escollo, peñasco u otro objeto peligroso para los navegantes.
  10. Persistir el viento durante la noche.


Creo que la primera acepción -“hacer centinela o guardia por la noche”- es la que mejor cuadra con el sentido que tiene en el evangelio. El Señor puede llegar en cualquier momento. Si estanos dormidos, no podremos percibir su llegada. 

Hoy estamos dormidos (yo diría que anestesiados) a causa de un estilo de vida que nos atiborra de cosas con objeto de satisfacer nuestro vacío. Sin darnos cuenta, perdemos la sensibilidad a otras dimensiones de la vida que van más allá del consumo y la satisfacción. En este contexto, velar significa abrir los ojos, caer en la cuenta, no dejarnos embotar por las cosas, aguzar el oído, mirar para ver. La fe, en definitiva, es una forma excelsa de estar vigilantes.

Os dejo con una versión muy peculiar del Solo le pido a Dios



3 comentarios:

  1. Reflexionando con las preguntas que formulas y buscando las respuestas, me he dado cuenta de lo que significa ser “Centinelas en la noche” y la palabra “Velar”. Mueven inquietudes y despiertan “llamadas”.
    Gracias Gonzalo por darnos pistas para que podamos vivir, con intensidad, este camino de Adviento.

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  2. No ha salido mi comentario en cuá to he querido poner mi nombre. En fín, querido Gonzalo, soy Maria Luisa Bartolomé Sánchez (de los fruteros de Vinuesa). Hoy me ha gustado mucho tu comentario sobre todas las adepciones de la palabra VELAR. Muchos saludos y mucha salud para todos y todas

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  3. Recordar las preguntas de nuestra fe en el día a día y el concepto de la vigilia de Adviento, reconforta nuestros corazones esperando la venida de Nuestro Señor.
    Aún lejos de casa, la especial fecha de Navidad me llena de alegría. Un saludo muy afectuoso

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