viernes, 28 de septiembre de 2018

¿Existe o no existe Dios?

He pasado toda la semana en el Centro de Espiritualidad Nuestra Señora del Corazón de Jesús, en el municipio de Cave, a menos de 70 kilómetros de Roma. Es un lugar silencioso, bello y fresco. He disfrutado del retiro anual con mi numerosa comunidad antes de empezar el curso académico en las universidades romanas. Durante estos días no he escrito las entradas del blog. Las escribí todas el fin de semana pasado y las dejé programadas para que fueran apareciendo el día correspondiente. De esta manera, he podido concentrarme en la oración. Hoy, sin embargo, reanudo la tarea con unas cuantas horas de retraso. Y lo hago con un vídeo llamativo que me ha llegado por casualidad. Recoge un comentario del famoso P. Loring, SJ, al versículo sálmico: “Dice el necio para sí: «No hay Dios.»” (Sal 52,1). Con su apasionado estilo apologético, el P. Loring considera que los ateos son estúpidos porque creen que el azar es más importante que el orden. Les parece que la creación es producto del azar y no de Alguien que ha ordenado todo. Escuchándolo, recordaba mis lecturas de El azar y la necesidad de Jacques Monod y, sobre todo, del análisis que hace ya 40 años hizo el teólogo suizo Hans Küng en su conocida obra ¿Existe Dios? Respuesta al problema de Dios en nuestro tiempo.

Para los antiguos, el orden y la belleza de la creación son una “prueba” de la existencia de Dios. Uno de los textos más conocidos lo encontramos en el libro de la Sabiduría, escrito en griego probablemente en el siglo I antes de Cristo: “Sí, eran vanos por naturaleza todos los hombres que ignoraban a Dios, y fueron incapaces de conocer al QUE ES por las cosas buenas que se ven, y no reconocieron al artífice fijándose en sus obras, sino que tuvieron por dioses al fuego, al viento, al aire leve, a las órbitas astrales, al agua impetuosa, a las lumbreras celestes, regidoras del mundo. Si fascinados por su hermosura los creyeron dioses, sepan cuánto los aventaja su Dueño, pues los creó el autor de la belleza; y si los asombró su poder y actividad, calculen cuánto más poderoso es quien los hizo; pues, partiendo de la grandeza y belleza de las criaturas, se puede reflexionar y llegar a conocer al que les dio el ser. Con todo, a éstos poco se les puede echar en cara, pues tal vez andan extraviados buscando a Dios y queriéndolo encontrar; en efecto, dan vueltas a sus obras, las exploran, y su apariencia los subyuga, porque es bello lo que ven. Pero ni siquiera éstos tienen excusa, porque si lograron saber tanto que fueron capaces de investigar el universo, ¿cómo no encontraron antes a su Dueño?” (13,1-9).

Los antiguos eran muy sensibles al orden y belleza del cosmos. A partir de ahí, ascendían al Dios origen de todo. Nosotros, los hombres y mujeres de hoy, parecemos más sensibles al desorden y a la fealdad de una naturaleza contaminada y de un mundo desequilibrado. A partir de ahí, negamos la existencia de Dios y buscamos alguna salida al infierno que nos hemos construido. La esperanza no parece ser el distintivo del hombre moderno. La cuestión de Dios siempre será un asunto debatido.  Basta asomarse a cualquier foro de internet que aborde esta cuestión para ver la diversidad de opiniones. Ya solo nos falta votar (¡Ah, esa querencia moderna por votar todo!) si Dios existe o no. En nuestro mundo moderno la verdad se ha convertido en una cuestión estadística. En este contexto polémico, ¿qué os parece el retador vídeo del anciano P. Loring? ¿Da en el clavo o desvaría? Solo una persona de 90 años (y con una excelente formación, digámoslo todo) se atreve a hablar con este desparpajo, políticamente incorrecto.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

En este espacio puedes compartir tus opiniones, críticas o sugerencias con toda libertad. No olvides que no estamos en un aula o en un plató de televisión. Este espacio es una tertulia de amigos. Si no tienes ID propio, entra como usuario Anónimo, aunque siempre se agradece saber quién es quién. Si lo deseas, puedes escribir tu nombre al final. Muchas gracias.