jueves, 14 de agosto de 2025

¡Vivan las fiestas!


Este año la pingada del mayo de la plaza mayor tardó casi una hora y media, el doble que otros años. Fue una operación medida y tranquila, casi quirúrgica. Cuando el reloj de la torre de la iglesia marcaba las 13,20, el pino de 26,40 metros quedó encajado en el hoyo que hay en el centro de la plaza. Estalló entonces un aplauso de alivio (por la tensión acumulada) y de agradecimiento (por el esfuerzo de numerosos jóvenes que sostuvieron y empujaron las aspas y de quienes dirigieron la operación con tino y aguante). 

Cuando la bandera española anudada a la picota ondeaba movida por un viento suave, yo pensaba en los numerosos fuegos activos en el oeste de la península ibérica avivados por vientos enérgicos. El pino erguido -pingado, como se dice en la zona- representaba la lozanía de un bosque sano frente a la decadencia de muchos bosques heridos. No me gusta empezar la fiesta sabiendo que hay miles de personas que han perdido sus casas y propiedades o que han debido abandonarlas a causa de los incendios. Pero la vida se abre siempre paso.


Las fiestas de mi pueblo siguen cada año un guion estricto, con pequeñas variantes ocasionales. La pingada del mayo es, por así decir, el rito secular, y la ofrenda de la vela a la Virgen del Pino, el rito religioso. Ambos tienen el pino como denominador común y ambos marcan el comienzo oficial de las fiestas: uno por la mañana y otro por la tarde-noche. Muchos visontinos que viven lejos vienen (venimos) estos días para celebrar, junto a nuestros familiares y amigos, las fiestas en honor a la Virgen del Pino y San Roque. 

Tras la obertura de hoy, los dos primeros días están marcados, sobre todo, por ritos religiosos; los dos últimos acentúan más los ritos seculares. No sé si esta distinción es muy ortodoxa, pero ayuda a clarificar ámbitos y ritmos. Hay personas que se reconocen más en la primera parte y otras (sobre todo, los jóvenes) que disfrutan más con la segunda. Ambas tienen su sentido y no tienen por qué excluirse. 

Lo que más me llama la atención es que en origen del entramado de rituales que se dan a lo largo de las fiestas hay una clara motivación religiosa. Sin ellas, las fiestas quedarían reducidas -como sucede en otros lugares- a meros días de entretenimiento colectivo. Ofrecer las velas a la Virgen del Pino, cantar la Salve, celebrar la Eucaristía con solemnidad, cantar el Rosario por las calles, orar por los difuntos de las cofradías y de la parroquia… son actos que dan sentido y densidad a unos días entrañables y muy comunitarios.


A nosotros, que somos ciudadanos de un mundo cada vez más individualista y fragmentado, las fiestas nos recuerdan que somos pueblo, que formamos parte de una colectividad que, en medio de sus diferencias, tiene motivos comunes para celebrar. Creo que tanto los que viven en el pueblo como los que venimos de otros lugares valoramos el sentido de pertenencia que otorgan las fiestas. Herederos de una tradición en algunos casos multisecular, dejamos a un lado rencillas y puntos de vista individuales, nos conectamos con la historia (las fiestas de Vinuesa atesoran muchos ritos más o menos antiguos) y nos abrimos al futuro (pensamos que la hermandad de estos días puede extenderse al resto del año). 

Como en todo rito, hay actores que ayudan a dar vida a la representación. Algunos son institucionales (el párroco, los cofrades, los miembros de la corporación municipal) y otros son espontáneos o tradicionales, como quienes limpian y decoran la iglesia, quienes realizan la pingada del mayo o preparan la caldereta final, sin olvidar a los músicos de las orquestas, el coro, los miembros de las peñas, los empleados municipales que coordinan y limpian y otros oficios imprescindibles para que todo se desarrolle con solemnidad (en algunos casos) o camaradería y jolgorio (en otros). Un pueblo sin fiestas acaba siendo víctima de la rutina y la disgregación.



1 comentario:

  1. “Las fiestas nos recuerdan que somos pueblo, que tiene motivos comunes para celebrar. Valoramos el sentido de pertenencia que otorgan las fiestas.”
    “Nos conectamos con la historia (las fiestas de Vinuesa atesoran muchos ritos más o menos antiguos)”
    “… y nos abrimos al futuro.”
    Gonzalo, te deseo que todo esto sea una realidad… Gracias por compartirlo… Felices fiestas, vividas con intensidad y compartidas con familia y amigos.

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