sábado, 1 de marzo de 2025

Entre líderes anda el juego


Desde mi cuarto oigo el murmullo del arroyo que discurre por la garganta de la Luz a pocos metros de la casa donde paso este fin de semana. Los naranjos están repletos de frutos. Los famosos cerezos del valle del Jerte todavía no han florecido. Solo algunos ciruelos y almendros exhiben ya florecillas blanquivioletas. Ha llovido durante la noche. El cielo sigue encapotado. La temperatura es suave. 

Estoy animando unas jornadas de formación permanente con las Hermanas Josefinas de la Santísima Trinidad en la casa de espiritualidad que tienen en Cabezuela del Valle, una población extremeña de poco más de 2.000 habitantes. Hasta este rincón perdido en la montaña me llegan las noticias del empeoramiento de la salud del papa Francisco. Sigue la montaña rusa. Mientras, la Iglesia está en oración. También aquí hemos orado en laudes por su pronta recuperación.


Si hay alguna noticia que abre los periódicos de todo el mundo es la bronca que Trump le propinó ayer a Zelenski en el despacho oval de la Casa Blanca ante las cámaras de televisión. Esa actitud imperialista y bravucona no se puede permitir. Aunque en algún punto pueda llevar razón, demuestra que Estados Unidos y Rusia han llegado ya a un acuerdo a expensas de Ucrania (de parte de su territorio y de sus recursos naturales) y quieren legitimar esa defensa de sus intereses como si fuera un avance hacia la paz. El argumentario no puede ser más retorcido y diabólico. Y encima el señor de pelo naranja culpa al presidente ucraniano de estar “jugando/apostando (eso es lo que significa el verbo usado, to gamble) con la Tercera Guerra Mundial”. Ver para creer.


Donald Trump dice que reza por la salud del papa Francisco. Está bien. Pero tiene que saber que el papa Francisco es uno de los pocos líderes mundiales que se ha atrevido a cantarle las cuarenta. Algunos se preguntan que por qué no hace lo mismo con los dictadores de Cuba, Venezuela o Nicaragua. Se me escapan las verdaderas razones, pero es probable que crea más eficaz una estrategia que no repercuta negativamente sobre sus respectivos pueblos y sobre la Iglesia de esos países. 

En cualquier caso, me temo que estamos ante un neoimperalismo en el que Estados Unidos, China y Rusia quieren repartirse el control del mundo. Otra vez jugando a ser diosecillos y, por tanto, poniendo las bases de un previsible desastre mundial. 

1 comentario:

  1. Gracias por aclarar conceptos... y por darnos a conocer instituciones y personas que están luchando por lo que realmente vale la pena. Estamos viviendo unos tiempos muy difíciles, agravados por la pérdida del respeto a las personas y entidades que representan... Me sobran estas muestras de prepotencia en los diálogos de los altos directivos... tenga la razón quién sea... ¿o ninguno? Oremos para que un día se haga posible el deseo de Jesús: "... que todos sean uno..."

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