viernes, 20 de septiembre de 2024

Reza por mí


Un amigo me manda el enlace al último vídeo de Siloé (ver al final) con este comentario: “Lo han vuelto a hacer”. También yo lo creo. No estoy seguro de que a todos los amigos del Rincón les guste el estilo de música de Siloé, pero a mí me parece una propuesta atrevida y “potente”, como se dice ahora con un término que se ha puesto de moda. El título de este nuevo tema es el que he colocado en la cabecera de la entrada de hoy: “Reza por mí”.

Son muchas las personas que me suelen pedir que rece por ellas. Y yo mismo acabo de pedirle a Carlos, un amigo mío que hoy ha llegado a Santiago de Compostela como peregrino, que rece por mí ante la tumba del apóstol Santiago. La oración de intercesión es esencial en nuestra vida. Parafraseo lo que a este respecto dice el Catecismo de la Iglesia Católica. Interceder, pedir en favor de otra persona, es lo propio de un corazón que se abre a la misericordia de Dios. En la intercesión, el que ora busca “no su propio interés sino... el de los demás” (Flp 2, 4), hasta el punto de que podemos interceder incluso por los que nos hacen mal o nos odian, como hicieron Jesús (Lc 23, 28.34) o Esteban, el primer mártir cristiano (Hch 7, 60).


En mi oración matutina, todos los días rezo por muchas personas que llevo en el corazón. También por las que me han pedido que ore por ellas o por las que están viviendo situaciones difíciles que a veces descubro por casualidad. Rezar por alguien significa colocar su nombre en el corazón de Dios para que se cumpla siempre su voluntad. Toda verdadera oración debe ajustarse a lo que Jesús nos enseñó en el Padrenuestro. No pedimos que Dios satisfaga nuestros caprichos o resuelva todos nuestros problemas con una varita mágica como si fuera un mago de ocasión. 

Le pedimos siete cosas esenciales: a) que su nombre sea santificado; b) que su reino venga; c) que se haga su voluntad; d) que nos conceda el pan cotidiano; e) que perdone nuestras ofensas; f) que no nos deje sucumbir en la tentación; g) y que nos libre del mal. Sería bueno que cuando recemos por alguien nos preguntemos si nuestra petición encaja en alguna de estas siete porque -como dice Pablo en la carta a los romanos- “el Espíritu acude en ayuda de nuestra debilidad, pues nosotros no sabemos pedir como conviene” (Rm 8,26). Siempre me han impresionado las últimas palabras de Pablo. ¿Por qué no sabemos pedir? ¿Cómo podemos aprender? Jesús nos ha dejado al Espíritu Santo como pedagogo interior. Tenemos que dejarnos guiar por él, escuchar sus gemidos. 


Hoy mi mente vuela a Santiago de Compostela donde un grupo de seis peregrinos vinculados a la parroquia de Vinuesa han completado su pequeño “camino de Santiago”. Intento meterme en su piel, comprender lo que han experimentado a lo largo del camino y lo que sienten al llegar a la meta. Carlos me confiesa en un WhatsApp apresurado que “hoy está siendo muy emotivo, más de lo que pensaba”. Dios tiene sus métodos para llegar a nuestro corazón. 

Yo, que he recorrido medio mundo como misionero y que he visitado la catedral de Santiago de Compostela en varias ocasiones, nunca he tenido la oportunidad de “hacer el camino”. Quise hacer el “camino francés” cuando terminé mi misión en Roma y vine a Madrid, pero enseguida me llovieron los compromisos. No sé lo que significa un tiempo sabático. Por el momento, me resulta inimaginable disponer de un mes entero para hacer una experiencia como esa. Espero que algún día, antes de que el cuerpo no dé más de sí, sea posible. Mientras tanto, rezo por quienes han llegado hoy a la meta, al mismo tiempo que espero que ellos recen por mí ante la tumba del apóstol. 

Os dejo con el tema de Siloé. Creo que merece la pena.



1 comentario:

  1. Gracias Gonzalo.
    Rezaré por ti.
    Como preparación para el año Jubilar 2025...El documento " Enséñanos a orar" ha sido de gran guía para " aprender a orar"....siempre se está aprendiendo a orar!
    No hay mejor regalo que alguien diga ¡Rezo por ti!.
    La canción de Siloé muy buena

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