jueves, 5 de septiembre de 2024

Historias para no dormirse


Me gusta conocer historias de personas que se han encontrado con Cristo. Me sorprende, por ejemplo, la historia de James, un cirujano escocés de 56 años que, siendo joven, viajó a Australia para especializarse y allí se encontró con la Fraternidad Verbum Dei. Hoy es sacerdote misionero, especializado en bioética y autor de diez libros de espiritualidad. Michael es un simpático singapurense que vive en Manila. Siente no poder estar en su país para recibir al papa Francisco, pero se sabe misionero. Valentina es una italiana de cabello rojizo y ensortijado que luce una camiseta en la que se leen palabras de rebeldía escritas en blanco. Trabaja con la gente de la calle en un barrio de Roma. José Paulo es un portugués tranquilo y amable que acaba de cumplir 50 años. Siendo obrero cerca de Oporto descubrió la fuerza del Evangelio a través de la Fraternidad. 

La mayoría de los que están presentes en el Congreso han vivido en distintos países y hablan varias lenguas. Provienen de contextos sociales y culturales muy diversos. Son el nuevo rostro de una vida consagrada multicultural, itinerante, abierta a las múltiples situaciones que encontramos hoy en nuestro mundo.


Nunca sabemos por qué caminos Cristo se hace el encontradizo con cada uno de nosotros. ¿Quién le iba a decir a James, apasionado de la medicina, que Cristo lo iba a llamar al sacerdocio a la altura de sus 30 años en la lejana Australia? José Paulo era feliz trabajando en la fábrica. Nunca había imaginado dejarlo todo y unirse a una comunidad misionera. Valentina podría engrosar las filas de un partido político de izquierdas o de un movimiento ciudadano. Hoy se siente feliz como consagrada. Ha descubierto que no hay fuerza más revolucionaria e inclusiva que el Evangelio de Jesús. 

Compartiendo estas historias, caigo en la cuenta de que Jesús siempre nos lleva la delantera. Cuando nosotros nos cansamos y tiramos la toalla, cuando creemos que los jóvenes de hoy ya no vibran con él o se desenganchan de la fe, aparecen hombres y mujeres que nos cuentan historias de encuentros y conversiones, de cambios de rumbo y de apuestas audaces. La belleza de Jesús y su Evangelio sigue seduciendo a miles de personas en todo el mundo. Algunas se atreven a dar un paso adelante sin calcular las consecuencias.


Estas “nuevas comunidades” tienen mucho que enseñar a las viejas instituciones (como la mía) y a la vez tienen mucho que aprender. Pueden compartir su frescura, su audacia a la hora de trasladarse de un lugar a otro, de cambiar de ocupación, de vivir pobremente y cerca de los pobres, su sentido de la oración y de la fraternidad, su gusto por la belleza y la fiesta, su desenvoltura y un cierto desparpajo para no anclarse en formas y métodos. Tienen que aprender a ser pacientes, a respetar los tiempos, a articular bien el liderazgo, a evitar los chantajes afectivos, a ser humildes… Unos y otros podemos enriquecernos mutuamente. ¡Esta es la belleza de la Iglesia de los mil carismas! 

Lo que más me entusiasma es ser testigo de algunas historias en las que se ve con claridad el “dedo de Dios”. ¿Por qué no pueden darse historias parecidas en nuestras parroquias urbanas y rurales, en nuestros colegios y grupos de vida cristiana? ¿Por qué un panadero, un carnicero, un mecánico o un obrero de la construcción no pueden descubrir el atractivo de la vida consagrada y emprender un nuevo camino? ¿Por qué una chica que trabaja en una oficina no puede estudiar teología y convertirse en catequista, en profesora de religión o en teóloga? ¿Por qué un ingeniero o un abogado no pueden dejarlo todo para dedicar su vida a los pobres? 

El Evangelio se ha difundido siempre a través de personas que creían tener su vida bien encauzada y asegurada y que, en un determinado momento, han sentido con fuerza la llamada de Cristo a dejarlo todo y seguirlo. Sucedió ayer, sucede hoy y sucederá mañana. A Jesús no le importa mucho si vivimos en un régimen de cristiandad o en una sociedad secularizada. Él tiene sus propios métodos y tiempos para llegar al corazón de las personas.

[Por cierto, hoy se cumplen 48 años de mi primera profesión como misionero claretiano. Solo puedo dar gracias a Dios por el camino recorrido].

9 comentarios:

  1. Felicidades desde Vinuesa.

    ResponderEliminar
  2. Muchas gracias Gonzalo por este mensaje que soutienne nuestra fe en la fuerza del Espiritu y felicidades por tu aniversario

    ResponderEliminar
  3. Felicidades Gonzalo. Gracias por la manera en que sacas jugo, de experiencias cotidianas. Dios te bendiga.

    ResponderEliminar
  4. Gracias por toda la reflexión que compartes: “Nunca sabemos por qué caminos Cristo se hace el encontradizo con cada uno de nosotros…”
    No, no lo sabemos y me lleva a recordar la parábola de los trabajadores a los que el amo les paga el salario pactado que es igual para los de primera hora que para los de la última.
    Y escribes también: “Lo que más me entusiasma es ser testigo de algunas historias en las que se ve con claridad el “dedo de Dios”.” Y planteas una serie de preguntas, a las que yo añadiría: “¿Por qué no se valora igual a aquella persona sencilla, que en el silencio de su vida, está acompañando al enfermo, ayudando al necesitado sin tener ella abundancia, acogiendo en su casa al que no la tiene? Son casos concretos… que creo responden a lo que escribes: “Él tiene sus propios métodos y tiempos para llegar al corazón de las personas”.
    Gonzalo, hoy me uno a tu acción de gracias por estos 48 años de tu primera profesión… También tu, a través de tu testimonio, nos ayudas a que Cristo se pueda hacer el encontradizo con cada uno de nosotros. Gracias.

    ResponderEliminar
  5. "Mis caminos no son vuestros caminos". De ahí que sólo hace falta "dejarse seducir" porque Él y sólo Él sabe lo que más conviene a su gloria y a la salvación de la humanidad.

    ResponderEliminar
  6. Felicidades!!!!! Un abrazo. María

    ResponderEliminar
  7. Enhorabuena por esos 48 años de profesión como misionero....
    Y gracias por ayudarnos a reflexionar....pensar....y actuar.

    ResponderEliminar
  8. Que Dios continúe Su obra en ti. Felicidades.

    ResponderEliminar
  9. Gracias a Dios por esos 48 años de su primera profesión religiosa. Muchas felicidades.

    ResponderEliminar

En este espacio puedes compartir tus opiniones, críticas o sugerencias con toda libertad. No olvides que no estamos en un aula o en un plató de televisión. Este espacio es una tertulia de amigos. Si no tienes ID propio, entra como usuario Anónimo, aunque siempre se agradece saber quién es quién. Si lo deseas, puedes escribir tu nombre al final. Muchas gracias.