viernes, 17 de diciembre de 2021

La cuenta atrás

Desde la loma en la que me encuentro, la vista de la ciudad de Medellín es impresionante, sobre todo por la noche, cuando las luces de la ciudad le dan un toque mágico que se acentúa más en este tiempo prenavideño a causa de los famosos “alumbrados”. Hoy comienza la recta final del Adviento, aunque aquí en Colombia, como en otros lugares de Latinoamérica, la llamada “novena de Navidad” comenzó ayer. Acostumbrado a asociar la Navidad al frío (incluso a la nieve), se me hace extraño vivir este tiempo con una temperatura que ronda los 20 grados. 

En un día como hoy el papa Francisco cumple 85 años. Parece increíble que un anciano como él pueda liderar la Iglesia católica con una clara visión de futuro, sin dejarse amedrentar por quienes lo tildan de hereje, globalista, comunista, populista y otros epítetos despectivos. Lo peor es que tales descalificativos no vienen de los llamados “enemigos” de la Iglesia, sino muy a menudo de quienes van por la vida expidiendo certificados de catolicismo. Por una parte, me parecen reacciones desproporcionadas, irracionales y casi infantiles; por otra, las veo muy lógicas porque las actitudes y decisiones del papa Francisco cuestionan su estilo de vida y sus intereses. El tiempo colocará a cada uno en su sitio.

Cuando por las noches me asomo a la ciudad de Medellín desde esta loma, siempre imagino algunas situaciones que pueden estar sucediendo en la ciudad. Detrás de las luces navideñas se agazapan muchos dramas. Por las calles del centro hay personas que duermen a la intemperie y que viven de la mendicidad. Otras sobreviven a duras penas con trabajillos eventuales. A unas y otras la pandemia les ha complicado todavía más la vida. 

Mientras, nosotros, desde El Picacho (así se llama esta zona), hablamos de solidaridad con los empobrecidos y de compromisos de acompañamiento y ayuda. La brecha parece insalvable. ¿Qué puede hacer un pequeño grupo de misioneros frente a las muchas necesidades que se tocan casi con la mano? La tentación es el desánimo o la indiferencia. Como no podemos resolver todo, no hagamos nada. Sin embargo, en el ADN misionero está la compasión; es decir, la actitud de quien intenta meterse en la piel de quienes sufren para ver la vida desde su orilla, no desde la nuestra. Es posible que, a pesar de nuestra voluntad y de nuestros esfuerzos organizativos, solo podamos aportar “cinco panes y dos peces”. Si hay autenticidad, Jesús multiplicará el valor de nuestra pequeñez.

Durante estos días nos acompañan diez laicos (mujeres y hombres) que comparten con nosotros la misión en diversos lugares, desde Maracaibo hasta Quibdó. Sus voces suelen poner el acento en aspectos que a nosotros nos pasan desapercibidos. Más allá de la eficacia de esta colaboración, lo importante es hacer visible que caminamos juntos, que la misión de la Iglesia es una tarea coral en la que todos tenemos nuestra parte. 

Cuando mañana terminemos el capítulo y cada uno regrese a su casa, comprenderemos mejor qué significa el lema que nos ha acompañado: “Arraigados en Cristo – Audaces en la misión”. Solo si nuestras raíces están en Jesús podremos producir frutos de renovación. Solo con su fuerza podremos ir más allá de nuestras rutinas y comodidades. Colombia y Venezuela no están atravesando un momento fácil. Por eso mismo, es necesario compartir los “dos peces y cinco panes” con quienes están a nuestro lado. La Navidad ya próxima es un nuevo aldabonazo que nos mantiene despiertos.

1 comentario:

  1. A cuánta más oscuridad, más brilla la luz… Quizás nos lo podemos aplicar a nuestras vidas, cuando pasamos por momentos oscuros o muy oscuros, nos veremos compensados cuando aparezca la luz, fruto de nuestro estado de alerta para descubrirla.
    Me viene bien recordar lo que ya nos decías en 2016: “Leídas en sentido inverso, las iniciales latinas dan el acróstico (ero cras) que significa “seré mañana, vendré mañana”… Como cambian de fuerza estas palabras según el estado de ánimo con que las leemos… “está llegando”…
    Nos hablas del Papa que, a pesar de su edad, continua en el camino, no desfallece. De la pobreza y de los marginados, de la solidaridad con ellos y del ADN misionero que lleva a la compasión… De aportar lo que tenemos, confiando en que Dios ya lo multiplicará…
    De la Misión compartida en la Iglesia, que es como una tarea coral y en la que, Misioneros y seglares nos complementamos.
    También los seglares, para que no sucumbamos, podemos vivir y trabajar con el lema: “Arraigados en Cristo – Audaces en la misión”.
    Gracias Gonzalo por este programa de Adviento que nos presentas hoy.

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