miércoles, 27 de septiembre de 2023

Dejar a Dios por Dios


Yo soy uno de los que contribuyen a que cada día se hagan unos mil millones de búsquedas en el motor de Google. Lo digo porque hoy el famoso motor cumple 25 años. Confieso que a mí me resuelve infinidad de dudas. Se ha convertido en una herramienta imprescindible para mi trabajo y también para escribir las entradas de este blog. No me imagino buscando el dato que necesito en una vieja enciclopedia impresa o en mis apuntes personales. Google nos proporciona un conjunto de herramientas que hacen más fácil, rápido y preciso nuestro trabajo. Aunque nos parezca que este conjunto es ya muy rico y eficaz, estamos solo en los comienzos de lo que veremos en los próximos años.

De todos modos, hoy quiero decir algo sobre la frase que encabeza la entrada. Es de san Vicente de Paúl, cuya memoria se celebra en este día. (Por cierto, para buscar una biografía accesible, he “gugleado” el nombre del santo en internet. El buscador me ha ofrecido casi 48 millones de respuestas, encabezadas por la de Wikipedia). 

He escogido esta frase del santo francés porque nos ayuda a superar muchas falsas dicotomías que arruinan la vida espiritual. Conviene situarla en el contexto:
“Hay algunas ocasiones en las que no es posible guardar el orden de la distribución del día; por ejemplo, llamarán a la puerta mientras hacéis oración, para que una hermana vaya a ver a un pobre enfermo que la necesita con urgencia; ¿qué hay que hacer? Será conveniente que vaya cuanto antes y que deje la oración, o mejor dicho que la continúe, ya que es Dios el que se lo manda. Porque, mirad, la caridad está por encima de todas las reglas y es preciso que todas lo tengáis en cuenta. La caridad es una gran dama; hay que hacer todo lo que ordena. Por tanto, en ese caso, dejar a Dios por Dios. Dios os llama a hacer oración v al mismo tiempo os llama a atender a aquel pobre enfermo. Eso se llama dejar a Dios por Dios”.
Los conocedores de los escritos de san Vicente de Paúl dicen que esa famosa frase –“dejar a Dios por Dios”– aparece no menos de veinte veces en sus obras. No es, pues, una afirmación feliz, pero aislada. Condensa muy bien su espiritualidad. El fundamento es muy claro: la caridad está por encima de todas las reglas. A los rigoristas de turno (hoy se está produciendo un nuevo rigorismo en algunos jóvenes) les cuesta entender esto porque consideran que la fe se expresa, sobre todo, a través del cumplimiento escrupuloso de algunas normas que ellos consideran sagradas: por ejemplo, recibir siempre la comunión en la boca, arrodillarse en el momento de la consagración, abstenerse de comer carne los viernes y cosas por el estilo. 


Para curar la enfermedad del rigorismo (no confundir con la radicalidad), necesitamos el testimonio de los santos que han vivido una profunda experiencia espiritual. Ellos nos muestran con su ejemplo y con su palabra que “donde hay amor, allí está Dios”. Eso significa que lo principal, el criterio para cualquier discernimiento, es el amor a Dios invisible verificado en el amor a los prójimos visibles. Cuando los atendemos a ellos en sus necesidades, no estamos “descuidando” a Dios, sino reconociéndolo y honrándolo en sus imágenes más acabadas: los seres humanos. Nos libraríamos de muchos demonios absurdos si tuviéramos la misma visión integradora que san Vicente de Paúl.

1 comentario:

  1. Gracias Gonzalo por la frase: “dejar a Dios por Dios”. Hay momentos en que una sola frase puede aportar mucha luz.
    Gracias por ir compartiendo y ayudarnos a facilitar el camino que nos va presentando la vida.

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