lunes, 6 de abril de 2020

Aquí huele a nardo

El evangelio de este Lunes Santo (cf. Jn 12,1-11) dice que María de Betania derramó sobre los pies de Jesús un perfume que costaba lo equivalente a diez meses de trabajo de un obrero. No es de extrañar que, ante tal dispendio, Judas Iscariote reaccionara con sentido práctico, casi como si fuera el líder de un partido de izquierdas: “¿Por qué no se ha vendido este perfume por trescientos denarios para dárselos a los pobres?”. El razonamiento parece convincente; la intención no tanto. Para que no hubiera duda sobre el trasfondo de una afirmación que hoy recibiría el aplauso espontáneo de muchos, el evangelista se apresta a añadir que “esto lo dijo, no porque le importasen los pobres, sino porque era un ladrón; y como tenía la bolsa, se llevaba de lo que iban echando”. Para ahondar el verdadero significado del gesto exagerado de María, el mismo Jesús añade una frase un poco misteriosa: “Déjala; lo tenía guardado para el día de mi sepultura; porque a los pobres los tenéis siempre con vosotros, pero a mí no siempre me tenéis”. Las últimas palabras me dejan pensativo: “a mí no siempre me tenéis”. He escrito ya sobre este relato en varias entradas del Rincón: 300 al mes (10 de abril de 2017) y  La cena de Betania (26 de marzo de 2018). Este año quisiera acercarme a estas palabras para iluminar la situación que estamos viviendo.

Hoy se ensalza a los ricos y famosos que hacen donaciones para comprar material sanitario, aunque no faltan también algunas críticas. Los “pobres” de hoy son los enfermos de coronavirus, sus familiares y quienes los atienden. Todo lo que se haga por ellos nos parece poco. Como, por otra parte, la pandemia está dejando la economía por los suelos, se habla ya de un nuevo Plan Marshall para Europa y de unos nuevos Pactos de la Moncloa para España. Puede que sean medidas beneficiosas para la recuperación económica. El Covid-19 está dejando sin trabajo a muchos empleados y arruinando a pequeños y medianos empresarios. A Donald Trump se le ve más preocupado por las desastrosas consecuencias económicas de la pandemia que por el número de muertos que puede producir. 

En este contexto de preocupaciones prácticas, ¿qué puede significar derramar sobre el cuerpo de Jesús una libra de perfume de nardo, “auténtico y costoso”? Me parece que este nardo simboliza las expresiones exageradas del amor. Por encima de EPIs, respiradores artificiales, mascarillas y tests rápidos, más allá de ERTEs y rentas básicas, lo urgente es demostrar que amamos a las personas que están prolongando en sus carnes la pasión de Cristo. Los sanitarios que, además de hacer lo humanamente posible por curar a los enfermos de coronavirus, los acompañan en su dolor y en su trance final, aun a riesgo de ser contagiados, están haciendo algo exagerado. Cada caricia, cada palabra de cercanía, es como una gota de ese perfume caro que solo quien ama es capaz de verter. En un contexto tan deshumanizado como el que estamos viviendo, necesitamos medidas “pragmáticas” (desde el confinamiento doméstico hasta la adquisición de material de protección), pero lo que más necesitamos es el perfume del amor. Si no, al cabo de un tiempo, nos arrepentiremos de haber gestionado esta crisis como si se tratara de un asunto puramente bélico, olvidando que están en juego miles de seres humanos, con nombres y rostros, con historias que no pueden ser reducidas a una mera etiqueta pegada sobre un ataúd depositado sobre la pista de hielo de un polideportivo.

La Semana Santa de este año debe oler a nardo, a exageración, a amor desmedido. Debemos ir más allá de lo que es razonable. Tenemos que fijarnos más en la actitud en María de Betania (desmedida) que en la de Judas Iscariote (calculadora). Ambos se tenían por amigos de Jesús, pero solo María comprendía la infinitud del amor. En la fe –como en toda relación de confianza– no hay límites. O creemos o no creemos. O amamos o no amamos.  Los cálculos se aplican a otras dimensiones de la vida, no a aquellas que tienen que ver con lo más sustancial. ¡Ojalá nos atrevamos a ser exagerados para que se pueda aplicar a cada una de nuestras casas y comunidades lo que leemos en el Evangelio de hoy después de que María vertiera la libra de perfume sobre los pies de Jesús: “Y la casa se llenó de la fragancia del perfume”! Debemos oler a nardo, a amor desmedido, no a cálculo interesado. Si no podemos estar en los puestos de vanguardia de esta crisis, por lo menos podemos compartir nuestro perfume de amor a través del teléfono y las redes sociales, de los gestos de ayuda, de la oración constante, de la entrega incondicional a Jesús.

El Equipo Provincial de Animación Pastoral de los Misioneros Claretianos de la Provincia de Santiago (España) ha organizado esta semana un itinerario de Ejercicios Espirituales que podéis seguir en el siguiente canal de You Tube: https://www.youtube.com/channel/UCVNcUGJC2AGVVqiwmp03wQQOs lo recomiendo vivamente.





No hay comentarios:

Publicar un comentario

En este espacio puedes compartir tus opiniones, críticas o sugerencias con toda libertad. No olvides que no estamos en un aula o en un plató de televisión. Este espacio es una tertulia de amigos. Si no tienes ID propio, entra como usuario Anónimo, aunque siempre se agradece saber quién es quién. Si lo deseas, puedes escribir tu nombre al final. Muchas gracias.