domingo, 5 de abril de 2020

La puerta de entrada


SEMANA SANTA 2020
Domingo de Ramos

Al despertarnos este 5 de abril hemos caído en la cuenta de que ya estamos en el Domingo de Ramos. Ni siquiera el famoso Covid-19 ha podido detener el calendario, aunque sí haya alterado las formas de celebración de la Semana Santa. Este año no habrá bendición de ramos o palmas, ni procesiones populares. La mayoría de los cristianos no podrán participar en la Eucaristía, aunque la oferta de retransmisiones radiofónicas y televisivas es alta. Siempre podemos unirnos a las celebraciones del papa Francisco en Roma. Nunca como este año vamos a tomar conciencia de que somos una inmensa comunidad universal, físicamente dispersa, pero espiritualmente unida. En el momento más adecuado podemos leer en familia el relato de la pasión de Jesús según san Mateo (capítulos 26 y 27). Es posible asignar los personajes a los distintos miembros de la familia. Para ello, puede ser útil servirse del subsidio preparado por la Conferencia Episcopal Española para vivir la Semana Santa 2020 en las iglesias domésticas. Varias diócesis, congregaciones religiosas y grupos cristianos han preparado también programas especiales (impresos y audiovisuales) para ayudar a las familias a vivir la Semana Santa en sus casas. La oferta es tan amplia que no es fácil discernir lo que merece la pena.


Yo he comenzado este día celebrando la Eucaristía con mi numerosa comunidad romana. Me he ocupado de la música. Ha sido una celebración sobria, pero muy participada. En ella me he sentido en comunión con todos los que a diario os acercáis a este Rincón. Os he imaginado en nuestra hermosa capilla. Le he pedido al Señor que se hiciera presente en vuestras casas, que os ayudara a entender como nunca antes el verdadero misterio de su pasión, muerte y resurrección en las vidas de las muchas personas que estos días están padeciendo, muriendo… y resucitando a causa del coronavirus. Haciendo memoria de la historia de Jesús, podemos entender mejor este misterio de muerte y vida.

Esta mañana, mientras leíamos solemnemente la versión de Mateo, me han llamado mucho la atención las palabras que Jesús le dirige al que, desenvainando la espada, cortó la oreja de un criado del sumo sacerdote: “Envaina la espada: que todos los que empuñan espada, a espada morirán. ¿Piensas tú que no puedo acudir a mi Padre? Él me mandaría enseguida más de doce legiones de ángeles. ¿Cómo se cumplirían entonces las Escrituras que dicen que esto tiene que pasar?”. Jesús podría haber esquivado su pasión, pero entonces no habría buceado hasta el fondo del sufrimiento humano. Él no derrotó la muerte dejándola a un lado, sino atravesándola. En el contexto de pandemia que estamos viviendo este año, Jesús no nos manda “doce legiones de ángeles” sanitarios para vencerla. Vive junto a nosotros, nos ayuda a encontrar un tratamiento y una vacuna, comparte nuestros dolores y angustias y mantiene viva nuestra esperanza. 



El Domingo de la Pasión del Señor (Domingo de Ramos) es la puerta de entrada a la Semana Santa. Cada día tendremos la oportunidad de profundizar y celebrar algún aspecto del Misterio Pascual. Podremos también mirarnos en las actitudes de los diversos personajes que interpretan este drama. Todos tenemos algo de Pedro, Judas, Pilato, Caifás, Herodes, María… Viéndolos a ellos, entenderemos mejor quiénes somos nosotros y por qué reaccionamos ante Jesús de maneras diversas e incluso contradictorias. Este año no podremos disfrutar de la fuerza y belleza de las liturgias comunitarias y de las expresiones de la devoción popular A cambio, tendremos más tiempo para la meditación personal. Quizá caigamos en la cuenta de muchos detalles que otros años nos han pasado desapercibido porque estábamos demasiado pendientes de la exterioridad. Esta Semana Santa volverá a ser “santa” y no simplemente un tiempo de “vacaciones de primavera” o una excusa para hacer turismo. Recluidos en nuestras casas, caeremos en la cuenta de que, por importante que sea desconectar y viajar a nuevos destinos, más importante es conectarnos con la fuente de nuestro ser y viajar a nuestro interior, uno de los destinos menos visitados por la mayoría de nosotros.

Ayer murió Luis Eduardo Aute. Disentía de él en varios aspectos relacionados con el sentido de la vida, Dios y la religión, pero admiré su genio creativo y muchas de sus canciones. Nunca olvido un concierto suyo a mediados de los años 80 en Madrid, una época en la que yo me sabía de memoria y tocaba algunas de sus canciones, desde las primerizas (como Rosas en el mar o Aleluya, número 1) hasta composiciones posteriores como Al alba, De alguna manera, Las cuatro y diez, Pasaba por aquí o Siento que te estoy perdiendo. ¡Ojalá se haya encontrado ya con la Belleza suprema que él tanto buscaba por diversos caminos!


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