miércoles, 5 de diciembre de 2018

Oración de Adviento

Estamos dando los primeros pasos del camino que nos conduce a la Navidad. Se multiplican las propuestas y sugerencias para hacer de este tiempo de Adviento un itinerario de crecimiento personal. A veces, la liturgia parece iluminar lo que estamos viviendo. Otras, da la impresión de que la palabra de Dios discurre por un cauce y nosotros por otro. Hoy, sin ir más lejos, tanto la lectura de Isaías (25,6-10) como el Evangelio de Mateo (15,29-37) nos hablan de un banquete que simboliza el don de Dios para todos los seres humanos.  ¿Estamos preparados para esta revelación? Lo que en el profeta Isaías aparece como un sueño idílico (todos los pueblos degustando manjares y vinos generosos en el monte Sión) en Jesús comienza a cobrar realidad: él parte un pan abundante para una multitud de cuatro mil personas (es decir, para las gentes de los cuatro puntos cardinales). Cuando el sueño de Isaías y el signo de Jesús se hacen carne de nuestra carne, sabemos en qué dirección debemos caminar. Todo lo que contribuya a hacer de la humanidad una familia sentada a la misma mesa va en línea con el sueño de Dios. Todo lo que implique discriminación, exclusión, privilegios de unos sobre otros, contradice lo que Jesús nos ha revelado como proyecto de Dios. Esta es una luz muy potente para no despistarnos demasiado. Hoy quisiera hacer de la entrada una...

Oración de Adviento

Señor Jesús, 
hemos acumulado tantas decepciones que nos cuesta seguir esperando.
Los médicos nos prometen curaciones, 
los políticos defienden propuestas de cambio,
abundan los charlatanes que piden nuestra confianza 
para vender toda suerte de productos.
¿Cómo quieres que sigamos esperando en ti 
si nos hemos vuelto ya desconfiados por naturaleza,
si casi como por instinto desdeñamos todo lo que suene a futuro prometedor?
Incluso la Iglesia de la que formamos parte nos defrauda cada día.
La habíamos imaginado como un recinto de libertad, justicia y amor
y a menudo se ha convertido en una cueva de corruptos y lenguaraces.

¿Qué interés tienes tú en seguir golpeando con tus nudillos 
las puertas de nuestras casas?
¿Por qué no te cansas de llamar 
si hace tiempo que te hemos dado con la puerta en las narices?
¿Todavía crees que vamos a despertarnos de nuestro cómodo letargo?
¿No ves que muchos de nosotros hace tiempo que hemos pasado página?
¿No te das cuenta de que tú eres solo una foto desvaída
en el álbum de nuestros recuerdos?

Señor Jesús, 
hemos soñado tantas veces, que nos cuesta hacerlo de nuevo.
Ya no te pedimos que transformes este mundo nuestro en el paraíso perdido,
sino que, al menos, no permitas que se apague la débil lámpara
en la que todavía queda un poco de aceite 
para hacer frente a la noche.
Rellénala tú sin que nos demos cuenta 
para que lleguemos al alba
con la llama encendida 
y así podamos ver que tú has dejado un diminuto paquete de esperanza
junto a la puerta de nuestra casa.

Amén.




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