domingo, 5 de marzo de 2023

Que alguien encienda la luz


En África suelen ser normales los cortes de luz. Sin embargo, desde que llegué a Camerún el pasado 28 de febrero, no he sufrido ninguno. La luz funciona con normalidad, incluso en los momentos de fuerte tormenta. La conexión a Internet es más que aceptable. Ambas cosas (luz eléctrica e Internet) se han convertido en algo imprescindible en la vida moderna. En el relato de la transfiguración de Jesús que leemos en este II Domingo de Cuaresma encontramos luz y conexión. Mateo dice que “se transfiguró delante de ellos, y su rostro resplandecía como el sol, y sus vestidos se volvieron blancos como la luz”. Todo desprende claridad. 

Por si fuera poco, “todavía estaba hablando cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra, y una voz desde la nube decía: «Éste es mi Hijo, el amado, mi predilecto. Escuchadlo.»”. La nube que simboliza a Dios no es densa y oscura, sino luminosa. La luz es el gran símbolo de este domingo. Es como si, en medio de nuestras tinieblas, se nos regalara la certeza de que donde está Jesús siempre es de día, siempre hay luz. Esto es rigurosamente cierto en nuestro camino espiritual. Por eso, cuando se multiplican los indicadores de noche y pesimismo, es necesario que alguien nos ayude a encender esa luz, a descubrir que no podemos caminar en tinieblas mientras tenemos la Luz con nosotros.


Pero no solo eso. Donde está Jesús hay también conexión. En el relato de la transfiguración, él habla con Moisés y Elías. Nos conecta con la historia del pueblo escogido, con el Antiguo Testamento. Escucha la voz del Padre desde la nube. Nos conecta con Dios. Se dirige a los discípulos invitándoles a no tener miedo. Conecta con cada uno de nosotros. Él, el de rostro radiante, la luz del mundo, nos dice que nos levantemos y no temamos. Es bueno que, bien entrada la Cuaresma, sepamos con claridad en quién podemos poner nuestra confianza. Si todavía nos quedan algunas dudas, si nos cuesta fiarnos de Jesús plenamente, si no sabemos si merece la pena dedicar nuestra vida a Él, Dios mismo nos dice: “Éste es mi Hijo, el amado, mi predilecto. Escuchadlo”. Es un certificado de garantía. 

Jesús no es un profeta más como Moisés o Elías. Y mucho menos uno de esos charlatanes que han llenado la historia con falsas promesas. Jesús es el Hijo, el amado del Padre. Su comunidad, la Iglesia, ha podido cometer muchas tropelías a lo largo de la historia, pero nunca ha dejado de confesarlo como el Hijo de Dios. Esta fe es la que mantiene viva a su comunidad y la que da sentido a nuestro camino personal. Las palabras del Padre serán replicadas por Pedro cuando Jesús mismo les pregunte a los discípulos sobre quién es el hijo del hombre. Mateo pone en labios de Pedro la confesión de la Iglesia: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente” (Mt 16,16).


Hoy tenemos un día de descanso en el itinerario de nuestro taller. Algunos saldrán al centro de la ciudad. Yo me quedaré en casa descansando y rematando varios trabajos pendientes. En el desayuno abundaban los comentarios sobre la película que vimos anoche: Whale Rider. Creo que es interesante para cualquier espectador, pero en el contexto africano la película cobra una importancia extraordinaria. Aborda el tema del liderazgo desde una perspectiva singular. Usando una expresión común en los documentos del magisterio de la Iglesia, aboga por una “fidelidad creativa”. El respeto a la tradición no puede convertirse en una losa que impida el desarrollo. La verdadera tradición es siempre algo vivo y, por lo tanto, cambiante. 

Los africanos están muy apegados a su tradición. Podríamos decir que son potencialmente veterotestamentarios. Se sentirían muy felices siguiendo a pie juntillas a Moisés y a Elías. Pero saben muy bien que el vino nuevo viene de Jesús. Por eso, como sucede en la película, buscan derramar este vino nuevo en los odres nuevos de una fidelidad creativa. Tenemos claves más que suficientes para continuar nuestro trabajo la semana próxima. Feliz domingo a todos. 

1 comentario:

  1. En nuestro camino espiritual, son muchas las veces que necesitamos “que alguien nos ayude a encender esa luz…” porque son muchas las veces que pensamos que las dudas han desaparecido y vuelven a surgir.
    Gracias Gonzalo por la relación que haces del evangelio de la transfiguración con la luz y la conexión. Ayudan mucho las relaciones que vas haciendo con la vida ordinaria, luego todo toma dos versiones y sin darnos cuenta vamos relacionando la vida cotidiana con el camino espiritual, aprendemos a ver más allá.

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