domingo, 22 de marzo de 2020

Creo, Señor

Esta es la respuesta que da el ciego de nacimiento cuando Jesús, después de haberlo curado de su ceguera, le pregunta: “¿Crees tú en el Hijo del hombre?”. Esta es la respuesta que yo quisiera dar desde el fondo de mi corazón en estos momentos de prueba. Hay muchos signos que me empujar a desconfiar. Si leo los periódicos de estos días o repaso las redes sociales, se me viene el mundo abajo. Nada invita a creer y esperar. Quizá tampoco esperaba ya nada el ciego de nacimiento del que nos habla el Evangelio de este IV Domingo de Cuaresma. Ni siquiera se atrevía a pedir su curación. Es Jesús quien, al verlo desvalido, se adelanta: “Al pasar Jesús vio a un hombre ciego de nacimiento. Y escupió en tierra, hizo barro con la saliva, se lo untó en los ojos al ciego y le dijo: «Ve a lavarte a la piscina de Siloé (que significa Enviado).» Él fue, se lavó, y volvió con vista” (Jn 9,1). Cambió su condición de ciego por la de creyente. Me pregunto si no es esta la aventura a la que somos llamados hoy. También a nosotros se nos dirigen las palabras que Pablo escribe a la comunidad de Éfeso: “En otro tiempo erais tinieblas, ahora sois luz en el Señor. Caminad como hijos de la luz –toda bondad, justicia y verdad son fruto de la luz–, buscando lo que agrada al Señor, sin tomar parte en las obras estériles de las tinieblas” (Ef 5,8-9). Como todos los años, el cuarto domingo de Cuaresma es el domingo Laetare, el domingo de la alegría en nuestro camino hacia la Pascua. ¡Cómo cuesta experimentar la alegría de Dios en momentos de prueba!

El pasado día de san José, a las nueve en punto, todos los miembros de mi comunidad de Roma nos unimos al rosario organizado por la Conferencia Episcopal Italiana. En la gran pantalla de nuestra sala de reuniones proyectamos la señal que nos llegaba por Internet. Cada uno de los misterios luminosos fue recitado por una persona distinta. En cada uno pedimos la gracia de Dios para los más afectados por esta pandemia de coronavirus. Mientras, en muchas ventanas y balcones de Roma, los vecinos fueron colocando velas encendidas, como para mostrar que, en medio de la noche, hay siempre espacio para la luz, por diminuta que parezca. ¿Descubriremos esa luz quienes llevamos años ciegos, encerrados en nuestras pequeñas preocupaciones, insensibles al dolor de los demás y alejados del resplandor de Dios? Me lo pregunto una y otra vez en estos días en los que se alternan el dolor y la esperanza, el pesimismo y la fe. ¿Cómo vivir como “hijos de la luz” y no como “hijos de las tinieblas”?

Confieso que estoy saturado. Ya casi no puedo soportar tantos mensajes a través de WhatsApp y de las redes sociales. Agradezco los vídeos, canciones, poemas, plegarias, celebraciones, chistes, imágenes, sugerencias para emplear el tiempo..., pero he llegado al límite. Incluso he perdido el gusto de escribir. Lo hago más por un extraño sentido del deber que por gusto. Hay veces que hasta sobran las palabras. Imagino que a algunos de vosotros os puede estar pasando lo mismo. Nos hemos dicho ya todo lo que puede ser dicho: que “resistiremos”, que “juntos vamos a vencer al virus”, que “todo saldrá bien”, que “no hay mal que por bien no venga”, que “de esta crisis aprenderemos mucho”, que “donde abunda el dolor sobreabunda la solidaridad”, que “en situaciones de crisis se pone a prueba la consistencia de las personas y de los pueblos”… Todo esto está muy bien. En otras circunstancias me parecería inspirador y lo agradecería mucho, pero lo que ahora de verdad necesito es que Jesús me devuelva la vista, que me ayude a ver con ojos de fe una situación que me desborda por todas partes y que me toca muy, muy de cerca. Sí, espero un milagro.





5 comentarios:

  1. Doy gracias a Dios por tu don de expresion y compartir la fe. Pero, si, a veces las palabras nos falten o tenemos demasiadas palabras. Abrenos los ojos, Senor Jesus!

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  2. Gracias GONZALO por seguirnos ayudando con tu ejemplo de Fe y fortaleza en tus inquietudes. Rezamos juntos. Abrazos

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  3. Sobran las palabras. Sabemos que Él está con nosotros. Es la Palabra, la primera y última. Confiemos. Esperemos. Él es porque actúa.

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  4. Siento que poco a poco voy subiendo con Jesus a Jerusalen... al Gólgota...a la Cruz.( Padre ¿porque nos has abandonado?) Solo pido a Jesus por este pueblo, para que desde ya pueda Ver-Creer en la Pascua que nos está llevando a la Resurrección.

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  5. Gonzalo, gracias por tu "confesión" que la entiendo y la acojo para acompañarte en la oración. A mi me hace bien que la compartas.
    Sí, soy de los que nos sentimos saturados, por el ambiente y por la profesión.
    Gonzalo, en medio de tu desánimo, de este estar saturado, de sentir la necesidad de que Jesús te/nos devuelva la vista, como dice Pablo, TU para los amigos del Rincon eres ESTA LUZ EN EL SEÑOR.
    Aunque hayas perdido el gusto a escribir, no dejes de hacerlo, aunque solo sean cuatro líneas... Será un bien para ti y para todos los Amigos.
    Gonzalo, gracias por tu sinceridad... commpartimos oración... Un abrazo.

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