viernes, 28 de febrero de 2020

El sordo genial

Este año se cumplen los 250 años del nacimiento del “sordo genial”, el gran Ludwig van Beethoven, acaecido en diciembre de 1770. Su vida, como la de la mayoría de los genios, fue bastante atormentada. Gozó de fama, tuvo dinero, pero su salud quebradiza, su carácter irascible (algunos hablan de bipolar) y sus desengaños amorosos (nunca contrajo matrimonio) lo llevaron a la tumba a la edad de 57 años. Tres días después de su fallecimiento, el 29 de marzo, tuvo lugar el funeral en la iglesia de la Santa Trinidad de Viena. En él se interpretó el Réquiem en re menor de Wolfgang Amadeus Mozart. Se dice que asistieron más de 20.000 personas, entre las que se encontraba Schubert, gran admirador suyo. La tumba de Beethoven se encuentra en el cementerio Zentralfriedhof de Viena. Es difícil encontrar a alguien que no haya escuchado alguna vez los primeros compases de su famosa Quinta sinfonía. ¡Hasta la publicidad se ha servido en varias ocasiones de su famoso sol-sol-sol-mi, fa-fa-fa-re! Pero lo que todo el mundo conoce sin duda es su famoso Himno a la Alegría (la oda de Schiller), incluido de manera heterodoxa (porque las sinfonías son piezas instrumentales) en la Novena Sinfonía.

Un youtuber al que sigo y admiro, Jaime Altozano, nos explica con mucha gracia y conocimiento el secreto de la melodía más famosa del mundo, que se ha convertido en el himno de la Unión europea.


Y Sheila Blanco, que ya apareció en este Rincón a propósito de su atrevida composición sobre Mozart, acaba de narrar ahora la vida del sordo genial sirviéndose de la melodía principal de su Quinta sinfonía. Os dejo con el vídeo y la letra. Ya tenemos menú musical para el fin de semana.


BEETHOVEN SOY

¿Quién anda ahí?
¡Beethoven soy!
Vengo a contar que mi destino se forjó
con sinfonías como esta Quinta, ¡que es muy top!
Primero fui compositor del Clasicismo 
pero mi estilo evolucionó al Romántico.
Todo empezó cuando mi padre me obligaba a trasnochar
para tocar y convertirme en otro Mozart sin igual.

Él se pasaba el día bebiendo,
mi madre todo el tiempo enferma,
aquello siempre fue un infierno
pero al fin me fui a Viena
con ayuda de un mecenas en mi triste adolescencia.
Trabé amistades y compuse con solvencia.
Con 20 años dio comienzo mi sordera.

¡Qué mal!
Pero la música me salvó la vida entera
al igual que al gran James Rhodes,
transformó mi sufrimiento;
dejar de oír fue tan injusto, la peor de las tragedias.
Además me quedé solo
pues me dieron calabazas,
pero eso no importó:
porque compuse las sonatas más hermosas
y la música de cámara;
porque compuse también nueve sinfonías
que son de mi repertorio la joya de la corona 
que tú debes escuchar.

 ¡250 es un número especial!
 ¡Este año toca celebrar a Ludwig Van,
compositor y director uiversal!

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