
En la plaza de san Pedro hay grandes pantallas sobre las que se podría proyectar un vídeo de Matteo Bruni, director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede o de cualquier otra autoridad vaticana. Se podría dar a conocer la noticia a través de la web oficial del Vaticano y de sus redes sociales. Sin embargo, los canales de comunicación son de otro tiempo y de otro tipo: uno óptico (la famosa fumata blanca desde el tejado de la Sixtina) y otro acústico (el repique de las campanas de san Pedro). Es como para quitarse el sombrero.

A muchos periodistas poco familiarizados con los asuntos de la Iglesia les extraña -y a veces les desconcierta- la combinación de tradición y modernidad, el análisis agudo de lo que sucede hoy (llevado a cabo durante las congregaciones generales de los días previos) y una ritualidad de siglos que rodea la celebración del cónclave, las cabezas bien amuebladas de muchos cardenales y sus ropajes anacrónicos… Todo es opinable, pero creo que si la Iglesia perdiera esa capacidad de desconcertar y se alineara sin más con lo que cada generación espera de ella, perdería su significado profético. Es verdad que la Iglesia debe acercarse al mundo (porque es para el mundo), pero también es verdad que el mundo debe convertirse al Evangelio (porque no todo lo que existe en el mundo es de verdad humano). Este “doble movimiento” está en la esencia de la evangelización.
Jesús se hace uno de tantos (encarnación) y al mismo tiempo nos abre a un nuevo horizonte y nos pide un cambio de mentalidad (conversión). Por eso, más que hablar de conservadores y progresistas -categorías tan manejadas por políticos y comunicadores- habría que hablar de “encarnados” y “convertidos”. Todo cristiano es, por esencia, tradicional (porque se debe a una Tradición enraizada en Jesús y el Evangelio) y creativo (porque se deja llevar por el Espíritu hacia la verdad plena). Todo cristiano tiene fijos sus ojos en Jesús que es “alfa” (principio) y “omega” (final). Para vivir con intensidad, todo cristiano mira al pasado (con gratitud) y se abre al futuro (con esperanza).

Cuando escribo la entrada de hoy, todavía no sabemos quién será el nuevo Papa. La primera fumata fue negra. Se retrasó hasta pasadas las 9 de la noche de ayer. Seguimos “pendientes de una chimenea”, pero, en realidad, seguimos pendiente de lo que el Espíritu Santo inspire a nuestros hermanos cardenales. La elección del Papa se podría hacer de otra manera (y seguramente se hará en el futuro a través de cauces más sinodales), pero somos hijos de esta época. El principio de la encarnación pasa por la aceptación de las posibilidades y límites del espacio y del tiempo. Fuera de este marco, hacemos de la fe una ideología o una gnosis; es decir, lo más alejado del evangelio encarnado.
Disfruto oyendo los comentarios de los periodistas y sus invitados. Por superficiales que a veces me parezcan, es bueno oír todas las voces, no solo las de los llamados “expertos”. Lo que a uno le parece obvio a otro puede desconcertarle. Al final, unos y otros, expertos y aficionados, creyentes y buscadores, estamos en estas horas “pendientes de una chimenea”, aunque sepamos que quien inspira todo es el Espíritu Santo. Ver para contarlo.
ESENCIA:
ResponderEliminarEnraizados en la Tradición de Jesús y su Evangelio. Inspirados por el Espíritu creativo, que nos lleve a SER "instrumentos impregnados de Esperanza"....
*GRACIAS TRINIDAD !!
por el escogido León XIV*